Después de las tres horas aburridas en clase, me dirijo sola al estacionamiento, ya que Clara decidió volver con George. Saco las llaves de mi bolso y alguien me toca el hombro, me giró lentamente y la sorpresa se apodera de mí instantáneamente al ver quien se encuentra frente a mí.
Tranquilas chicas no es Paulho. Es...
─Patrick ... —Digo en un susurro que es interrumpido.
─Perdón Ada, en serio, no quise alejarme de ti, pero estoy cansado de que siempre estés mal por culpa del idiota de Paulho, sé que eso no hacen los mejores amigos, alejarse cuando más lo necesitas, pero debía hacerlo, tal vez así te dabas cuenta de lo ciega que estás. —Dice bajando la mirada.
Siento las lágrimas que se acumulan en mis ojos. Quiero llorar. No veo a Patrick desde el año nuevo, saber que se alejó de mi tanto tiempo y que por fin me dé razones, es algo muy doloroso. Paulho está acabándome poco a poco, no puedo seguir así, esto es tan malo.
─Ehh yo —sin esperar más tiempo me tiro en su encima y lo abrazo fuerte—, Yo...de verdad lo siento, pero no sé cómo hacer eso Patrick, soy una idiota... —interrumpe.
─No eres una idiota Ada, el amor te ciega, pero ya es hora de buscar nuevos caminos, es hora de comenzar de nuevo, de alejarte de las cosas que te hacen daño y te prometo que no volveré a dejarte, estaremos más unidos que nunca, ¿sí?
─Tienes razón, ya es momento Patrick. ─Digo─. Te extrañé mucho, no vuelvas a irte.
─Yo también. ─Dice. Veo como una sonrisa burlona aparece en su cara ─Ahora llévame a casa, ¿sí? ─lo miró fijamente con una expresión de aburrimiento. Patrick nunca cambia.
─Está bien, interesado. A veces pienso que solo me quieren como chofer. —Empiezo a caminar y subimos a mi auto riendo.
Una vez que llegamos a su casa, me despido de él con una alegría inesperada. Olvidé mencionarles que Patrick vive a unas dos cuadras de mi casa, eso también sucede con Clara. Ella vive a la vuelta de donde estoy. Y esto es un claro ejemplo del por qué son mis mejores amigos. Créanme, no soportaría ir lejos por ellos.
Era broma.
Conduzco unas cuadras más y al llegar a mi casa, me detengo. Avanzó por el jardín delantero, mis pasos son cortos, algo que representa mi estado de ánimo.
Ingreso a casa, lo primero que veo es la pulcritud de mi hogar, claro, mamá paga mucho para que esto sea así, avanzo hacia el salón y todo está vacío, los cuadros familiares dan un aspecto cálido a cualquiera que ingrese a casa, los muebles están en forma adecuada para pasar bien el rato. Decido ir al balcón que da al jardín trasero de la casa y respiro profundamente intentando olvidar las cosas que pasaron hoy, por supuesto que no lo de Patrick. Una vez que me siento más tranquila, me dirijo a la cocina donde encuentro a mamá junto a Kendra, la que se encarga de la comida. Ver a mamá ayudando en la cocina con total apuro se me hace extraño, Rosella siempre se mete en la cocina cuando una reunión importante sucederá, o cuando tenemos invitados.
Mi cuerpo se estremece con tan solo pensar en los invitados.
—Mamá, ¿vendrá alguien? —suelto plantando un beso en su mejilla.
—Vendrán los Thompson a cenar y quiero que estés hermosa. —Responde.
La verdad es que malicié eso desde el principio, pero no quería creerlo. No quiero ver a Paulho, pero tampoco se lo puedo decir a mamá.
—Mamá no podré, prometí a Clara salir con ella, está muy mal que... —interrumpe.
— ¿A qué hora? —pregunta sin creérselo del todo.
—A las siete estará aquí. —Respondo.
—Entonces antes que salgan, quédense a cenar y luego pueden irse.
No replico porque no quiero tener problemas, no es que tenga que pedir permiso, pero mientras viva en esta casa tengo que avisar a donde voy.
—Está bien mamá, subiré a avisar a Clara. —Digo resignada.
Me dirijo con pesadez a las escaleras, sin fuerzas subo hasta el segundo piso y me encuentro con un pasadizo y sin pensarlo más, me dirijo a la última habitación que está doblando a la derecha. Veo mi puerta de madera blanca, ingreso y no dudo en enviar un mensaje a Clara y la invito a cenar.
A los minutos contesta diciendo: Estoy de acuerdo bebé, aunque pensándolo bien, podré arrojar cualquier cosa en la cabeza de ese idiota.
Le respondo que estoy de acuerdo y así me quedo dormida...
Me despierto cuando siento un peso encima de mí, al instante sé que se trata de Clara.
—Clara muévete ahora mismo que me quedaré sin espalda. —Replico algo airada.
—Son las siete y media. —Se le escucha molesta.
—Lo siento estaba cansa... —interrumpe.
—Cámbiate ahora mismo que los Thompson están por llegar.
Oh Dios mío, y ahora, ¿qué me pongo? Ropa, dice una voz en mi cabeza.
Salgo del baño y dirijo mis ojos hacia el vestido negro que esta en mi cama. Me encantó ese vestido cuando lo vi, tiene un escote corazón y es suelto a partir de la cintura, su correa dorada me encanta, el escote de la parte trasera es muy pronunciado, pero aun así no es para nada vulgar.
—Buena elección, Clara. —Digo.
—Por supuesto, querida —dice sacando unos tacones dorados de mi closet.
—Ni lo pienses. —Digo tajante.
—Recuerda que saldremos después de la cena, ahora entraré a la ducha. —Dice empujándome y dando un portazo una vez que se encuentra dentro del baño.
Después de media hora me encuentro maquillándome junto a Clara, está muy hermosa, lleva un vestido azul oscuro pegado a su cuerpo, le da un toque elegante, tanto que lo combina con unos tacones negros.
—Sí, vamos.
Salimos de mi habitación, me dirijo con pasos rápidos a las escaleras y ni bien pongo un pie en el último escalón, el timbre suena.
—Ada, ¡abre la puerta! —grita mamá desde la cocina.
Si claro, lo típico.
Me dirijo hacia la puerta y cuando la abro, los rostros de los Thompson aparecen en mi campo de visión.
—Hola hija, estas muy bella —saluda Caroline, la señora Thompson.
—Gracias, Caroline. —Digo.
—Digo lo mismo, Ada. —Saluda el señor Thompson.
Los esposos Thompson pasan y van directo hacia mi madre. Me encuentro sola con Paulho al instante.
— ¿Vas a pasar Paulho? —digo y siento mis mejillas acaloradas al recibir esa mirada intensa.
—Veo que te vestiste así por mí, belleza —dice pasando e intentando darme un beso que no lo acepto porque me alejo.
Me alejo tanto que noto la sorpresa en su mirada, lo miro una última vez y me dirijo hacia el salón dejando que él cierre la puerta.
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FUE POR TI.©
Teen FictionPaulho Thompson era la persona que estaba destinada a casarse conmigo. A mis 21 años creía que mi historia ya estaba escrita en su totalidad y que no había más opciones para salvarme. Mis padres y los de él habían sellado su trato con nosotros de po...