Capítulo 41.

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« Hija, debes bajar.

— ¿Qué fue? —pregunto riendo, pero la sonrisa se me quita al instante cuando me percato de la gente que hay en el salón. ¿Por qué estarían todos juntos otra vez? ¿Acaso sigo en el hospital? Esos pensamientos se van al instante al ver que todos evitan mirarme. Algo raro está pasando, me digo.

— ¿Qué está pasando? —pregunto. Y la respuesta de mi madre no tarda en llegar.

—Debes saber lo que está pasando con tu familia, hija mía. —Dice mirando a todos en el salón. Me tenso y me acomodo en el sofá al lado de César. Lo abrazo porque presiento que está reunión no traerá nada bueno—. Ha pasado algo que nos tiene a todos en mal estado. —Es ahí donde me doy cuenta que todos se han quitado esa máscara, ya no están tensos, si no tristes. ¿Qué diablos está pasando? Me grita esa vocecita en mi mente. Suposiciones se cruzan en mi cabeza y ninguna es algo bueno. Miro a los Thompson y el alma se me cae a los pies. El señor Thompson abraza fuertemente a Caroline mientras ella llora en silencio.

Paulho. Es por él. Algo pasó. Debe ser de su viaje.

— ¿Qué sucedió... con Paulho? —La voz me sale entrecortada.

Vuelvo a mirar a todos y Clara trata de ocultar sus lágrimas, pero luego me mira y veo tal dolor en sus ojos. ¿Qué está pasando? Sigo mirando a todos esperando una respuesta que no llega, Clara se sienta a mi lado y me abraza. Sigo observando a los Thompson que están frente a mí. ¿Por qué me abraza? Acaso...No, eso jamás podría ser posible. Siento que el corazón se detiene al imaginarme tal cosa. Él no podría hacerme tal cosa, no, eso no. Siento mi garganta seca y más aún cuando nadie responde. Me tenso y papá nota mi desesperación y me retiene aún más.

— ¡Respondan! ¿Por qué no lo hacen? —Digo lo último tan bajo. El llanto de Caroline se hace más fuerte y eso me hace caer en cuenta qué mi suposición es cierta. No, no, no, y no. Él no puede haber...

Me paro tan rápido al darme cuenta de los lazos negros insertados en el pecho de los Thompson. No, no...no puede ser. No es cierto. Lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. Paulho no pudo haber... No puedo pensarlo, duele como los mil demonios.

— ¿No es así, verdad? ¿No es lo que estoy... pensando? —Pregunto secándome las lágrimas y armándome de valor—. Él no puede haber... ¡Hablen, maldita sea! —Explotó por fin. Lucas me toma entre sus brazos y empiezo a llorar fuerte—. Dime que no Lucas, por favor hazlo.

—Sí, Ada. Él se fue. —Dice conteniéndome.

—Se fue del país, ¿verdad? Dime que se fue del país. Hazlo, por...favor —El nudo en mi garganta no me permite suplicar más, pero todo el dolor está en mi pecho y las palabras en mi mente. No, él no puede haber muerto. No.

—Debes ser fuerte. —Dice Lucas.

— ¡NOOO! ¡PAULHO, NO! ¡NO DIGAS ESO, LUCAS! —Mi garganta duele y mis lágrimas no me dejan hablar más. Me estoy ahogando. No, no puede ser. Duele como el peor de los dolores. No puede estar pasando esto, aún no despierto. Por favor aun no lo hago.

—Él se fue y está en un lugar mejor. —Lo apretó más fuerte y lloro con todas mis fuerzas—. Él te cuida desde el cielo, lo hará siempre. Así lo prometió.

Trato de mirarlo a través de mis lágrimas cuando siento otra mano en mi espalda. Me volteo lentamente y veo a Logan. Él me lo dijo, él lo hizo. Él trato de prevenirme. No puedo creerlo, Paulho, ¿por qué me hiciste esto? No puedo con esto, no.

—Esta es mi parte. —Su voz es tranquilizadora, siempre lo fue, pero no esta vez. Mi llanto se mezcla con el de Caroline. Miro a todos y todos tratan de ponerse fuertes, por mí. En mi mente ruego que no lo hagan—. Ven nena, ven conmigo. —Dice tomándome en sus brazos y ayudándome a levantar—. Vamos nena, tu puedes. —Dice Logan al sacarme del salón en brazos. Si no estaría tan mal, tal vez me alegraría, que digo, lo haría. Me acomoda en el asiento de su auto y escucho el sonido de la puerta cerrarse. Solo escucho porque mi mirada va más allá de todo.»


— ¿Estás bien, pequeña? —Nuevamente la voz de mi entrenadora me saca de mis recuerdos—. Está bien, puedes descansar.

—Yo... debo seguir. —Digo perdida.

—No te preocupes, ahora ve, sécate esas lágrimas y vuelves, Ada. —Dice.

Es ahí donde me doy cuenta que estuve llorando—. Lo siento, Sarah. —Respondo.

—Ahora ve, pequeña. —Finaliza. Arrastro los pies hasta el baño y me derrumbo nuevamente. No quiero seguir pensando en eso. Me duele que se haya quitado la vida de esa forma. Y me duelen más las palabras que dijo antes de morir. Hizo prometer a Logan que me dijera que me ama. Eso es lo que más me duele. No confundan las cosas. Él fue mi compañero de toda la vida, crecimos juntos. Éramos los mejores amigos, de pequeños no sabíamos en lo que nos metíamos. Con el tiempo lo supimos y fue lo peor. Te perdono Paulho, te perdono por todo. Y quiero que sepas que en donde estés, siempre has sido y serás mi primer amor, eso nadie lo cambiará jamás. Me seco las lágrimas y me lavo la cara. Desde hoy te dejo ir Paulho. Y te dejo ir como siempre has querido y sé que estas feliz donde quiera que te encuentres.

Siempre vivirás en mi corazón. 

FUE POR TI.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora