Paulho Thompson era la persona que estaba destinada a casarse conmigo. A mis 21 años creía que mi historia ya estaba escrita en su totalidad y que no había más opciones para salvarme. Mis padres y los de él habían sellado su trato con nosotros de po...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Quería llegar al hospital. Eso era lo único que quería, no había forma de ponerme bien en estos momentos, al parecer todo se estaba viniendo abajo. No podía dejar de pensar en el rostro de Gabriela. Claro que, no era porque me moría por ella, era porque esa sonrisa cínica y la expresión de burla en su cara me atormentaba. Ahora que estaba de camino al hospital no podía evitar pensar en los momentos que pasé en la comisaría, me sentía tenso y agobiado. Tenía más que todo, el temor que pasaría algo malo, pero no sabía que exactamente. Cuando me terminaron de preguntar qué relación tenía con Ada o como la había conocido y todas las preguntas que te hacen, pasaron a otras preguntas más minuciosas que eran las de Gabriela. En ese momento quise golpear al policía por hacerme recordar todo lo que había pasado con esa mujer, también como la conocí, que relación tengo con ella, ¿pueden creerlo? Yo nunca más podría tener algo con ella. Tal vez lo tuve, pero todo fue en error y de los peores. Las preguntas que me hicieron sobre Gabriela fueron las peores en su totalidad. Dije la verdad sobre todo, eso era lo correcto, decir todo, absolutamente todo. Y como esperaba, sacaron otro delito contra Gabriela. En general los delitos son: Acoso, violación del espacio personal y público e intento de asesinato. Pero, ¿de qué sirve? Si en los exámenes médicos de Gabriela salió otra cosa. Ella no está en su sentido, salió que es esquizofrénica y su madre que estaba en la comisaría confesó que desde pequeña tenía ese tipo de alucinaciones y creyó que estaba curado del todo. Así que por sufrir esa enfermedad no será mandada a la cárcel sino al departamento psiquiátrico más conocido como manicomio.
Tal vez todo esto es lo mejor. Así es como quiere la vida que sea.
Después de unos minutos más, por fin llegamos al hospital. Camino con Lucas y mi madre por los pasillos cuando veo salir al señor César y su esposa, un policía me dijo que ellos eran los que mayormente deberían estar en la comisaría para poner en orden los papeles. Trato de no mirarlos mucho cuando siento que unos brazos delgados me rodean, me pongo tenso de inmediato y me doy cuenta que solo es la señora Rosella la que me está abrazando.
—Gracias Logan, enserio muchas gracias. —Dice.
Yo la verdad no sé qué decir, esto es tan extraño. Compartir el dolor de una madre me resulta extraño.
—Logan, gracias. —Esa voz me pone más tenso aún, es la voz de César, el padre de Ada. —No sé qué hubiéramos hecho sin ti, esa chica va a pagar por todo esto.
—No lo dudo señor. —Digo por fin.
—Sí. —Dice desviando la mirada—. Rose, debemos ir.
La madre de Ada me suelta y me mira fijamente, después empieza a caminar junto a César. Esa mirada fue de apoyo, definitivamente lo fue. Empezamos a caminar de nuevo hasta llegar a la sala de emergencias. Es de noche y la verdad es que no quiero volver a casa.
—Hijo vamos a casa, debes descansar. —Dice mi madre. Miro a todos en la sala, Paulho sigue allí, eso me desespera más. Lo miro con todo el odio posible al igual que él. Me dan ganas de abalanzarme y decirle que se largue, pero que puedo hacer yo, es su prometido.
—Hijo, vamos.
—No mamá, me quedaré. —Respondo con firmeza.
—Logan ve a casa. —Dice de pronto Lucas—. Necesitas descansar, mañana te contaré todo lo que necesitas saber para que no te alejes de ella cuando despierte.
Eso definitivamente me toma desprevenido, es como si me leyera la mente. Lo miro asustado y él da un leve asentimiento. Pero lo que más me sorprende es que lo dijo fuerte, como para que todos escucharan, especialmente Paulho. Este último se levanta de su silla con el enojo brotando por sus venas. —No te atrevas, Lucas. —Dice.
—Lo haré, tú no la mereces, ni el negocio de mis padres. —Responde con ira Lucas.
—No tienes ningún derecho de hablar. —Espeta Paulho con rabia. Todos en la sala se quedan mirando y sintiendo la tensión en el ambiente.
—Tú tampoco lo tienes. —Dice una voz rota. Volteo y me encuentro a Clara junto a George. Ella me da una mirada que no logro identificar—. No tienes derecho a hablar después de todo lo que hiciste, así que ya déjala en paz.
Paulho se ve cada vez más enojado y eso hace que mi ira aumente lo suficiente para golpearlo, pero me contengo.
—Clara me di cuenta que la quiero. —Dice Paulho. Eso es suficiente, trato de golpearlo, pero Lucas me detiene, mi madre me mira con rabia. No le gusta que pierda los estribos. Trato de no hablar porque si lo hago no será sano para nadie.
Paulho me mira como queriendo que lo golpee, me remuevo, pero no puedo hacerlo.
— ¿Te das cuenta que la quieres? —Pregunta Clara con un tono de sorna, pero de rabia a la vez— ¿Cómo puedes mentir tanto? Ella está en una maldita cama y tú sigues mintiendo en su nombre. Wao, realmente eres despreciable. —Dice finalmente. Los padres de Paulho se acercan más al mencionado tratando de protegerlo.
— ¿Qué ridiculeces hablas, niña? —Espeta la madre de Paulho.
—No son ridiculeces señora, es todo la verdad. O me va decir que, ¿no sabe lo que su hijo le hace a Ada? Todos en esta sala lo saben, menos Logan, ¿verdad? —Dice mirándome.
La tensión ha desaparecido de mi cuerpo y es remplazada por la falta de comprensión. No entiendo nada.
—Clara, basta. —Dice Paulho.
— ¡NO! —Dice Clara gritando— ¡No callaré! ¡Esto es demasiado! —Las lágrimas caen por sus mejillas. George la abraza— ¿Por qué no hacen nada? ¿Por qué siguen con la mentira? ¡ELLA ESTÁ MURIENDO! —Sus palabras me dejan con más dolor—. Y ustedes, ¿siguen con el maldito negocio? ¡¿Por qué?! ¡Ella no les hizo nada! —Sigue soltando lágrimas que no le permiten hablar con tranquilidad— ¿Por qué le hacen es... —Se derrumba, las ganas de llorar han aparecido. Mi cuerpo no reacciona como debe ser.
—Clara yo me encargaré que Logan sepa toda la verdad. —Dice Lucas y me suelta—. Ahora ve a descansar. —Dice mirándome. No sé qué hacer ni que decir, lo único que sale de mí es un seco asentimiento. No miro a nadie al salir, me adelanto dejando atrás a mi madre. Llego al estacionamiento corriendo y golpeo mi auto, todo puede contra mí. La duda carcome mis emociones, no sé qué pensar ahora. ¿Negocio? ¿Daño? ¿Por qué yo no sé nada de esto? Intento golpear algo más, pero la voz de Lucas me detiene.