Capítulo 38

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El autocontrol era básico para mi tratamiento

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El autocontrol era básico para mi tratamiento. Es decir, tenía que tomar todo con la mayor calma posible, además el hecho de haber despertado después de cinco meses y un poco más, tenía sus desventajas por así decirlo. Claro que mi accidente contribuía con todo lo que había pasado. Y recordar aquel suceso me daba escalofríos; mi familia, sobre todo el médico, dice que fue un milagro que el atropello, bueno quitando el término médico, el doble atropello que sufrí por esa loca. Sí, es una loca y por mi está bien que le hayan puesto en ese lugar de locura. Lo que quiero aclarar es que no soy mala y que ya me perdí con lo del milagro. Bueno en sí, el milagro es que mi columna haya salido inmune, claro que la inmunidad no llegó a mi cabeza, rodilla, brazo izquierdo y las cicatrices horribles que noto en mi cuerpo.

Bueno a lo otro. ¿Quién querría lo mejor para la persona que intentó matarte? Bueno, matarme en este caso. Yo de por sí espero que se pudra en ese loquero.

¿Perdonar? Claro muy fácil. Cuando desperté hace unas horas todo era felicidad, amor, emoción y todo lo que sea sinónimo de milagro, pero poniendo todo en una balanza, sé que esto es el inicio de todo. Obviamente tengo que seguir tratamientos, revisiones, medicamentos, charlas psicológicas, no, debo ir al psiquiatra, lo que es aún más fuerte. ¿Por qué me siento como si yo fuera la que está mal de la cabeza?
Porque es así, eso no puedo cambiar y esto lo digo de forma literal, ya que mi cabeza sufrió mucho daño en el accidente. Sin embargo, mis emociones están totalmente desbordadas y eso es aún más problemático.

A lo que quería llegar es que, como ya lo dije, debo tener autocontrol de mis emociones, lo cual no me ayuda ahora porque me siento tan feliz y orgullosa de mí, no es por ser presumida, pero me siento tan orgullosa de haber despertado y esa felicidad también veo en mis familiares, amigos y todo. En realidad, tengo días para aclararme y volver a ser yo misma en todo sentido.
Es más, me encuentro echada tan casual esperando la hora de visita para poder ver a todos y ahora que los podré ver, no puedo esperar que sea hora. Sé que el riesgo de no poder controlar mis emociones es grande, pero ha pasado tanto tiempo el que llevé escuchando sus voces y aún así no podía verlos.

¿Autocontrol? Saquemos esa palabra de mi cuerpo y mente un momento, porque ahora mismo escucho voces que provienen detrás de la puerta. Deben ser ellos. Debe ser él.
Siento mi respiración agitarse e intento mantener la calma. Observo a mi madre atravesar la puerta junto a César, mi padre. La felicidad que siento es inexplicable ya que creí que jamás los vería de nuevo.

—Hija mía... —La voz de mamá sale rota. Se acerca y yo estiro mis brazos y la recibo con el mismo entusiasmo que muestran sus facciones.

—Hija tuya. —Digo para aligerar un poco el momento. Suelta una risa y me tranquilizo. Me abraza tan fuerte que mi corazón se aprieta. Las lágrimas se hacen presentes en ambas.  Le doy una de mis mejores sonrisas y volteo a ver a mi padre. Su presencia me tranquiliza, a pesar de todo es mi padre y lo amo. Nadie puede cambiar eso, lo más desconcertante en estos momentos es que las lágrimas caen por sus ojos y trata de limpiarlas pero es inevitable. Le regalo una sonrisa y digo— Papá, ¿me extrañaste? —Él asiente viniendo a abrazarme. Un abrazo de esos que te dejan sin aliento. Me siento en casa, me siento tan especial que siento que estoy flotando. Quiero que todo sea como antes, sin importar las diferencias. Mejor dicho, quiero salir y vivir.

FUE POR TI.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora