Capítulo 26.

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La vi salir, tal vez para siempre

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La vi salir, tal vez para siempre. Me sentía sucio, engañado. ¿Cómo podía hacerme eso? Por Dios, yo creí en ella. Estaba confundido, su reacción al decirle lo de su compromiso, como si no supiera nada, me descolocó.

¿Quién decidió una vez más por mí?

Esas palabras me confundían aún más, y peor la forma que su rostro se contorsiono cuando dije ''compromiso''. ¿Qué? ¿Acaso no lo sabía? Claro que lo sabía, todo este tiempo, bueno, en ese poco tiempo que jugó conmigo. Nunca creí que me pasaría algo así. Pero maldita sea, ella es tan natural, tan firme, tan libre, que me fue difícil ver la realidad. Y si...

No, su padre vino hasta mi casa a decirme que ella se casaría con su ''novio''. Es decir, hoy se comprometían, por lo tanto eso es lo que venían a ser ahora. Y no solo fue su padre, también vino el imbécil poco después. Ridículo, totalmente ridículo. Pero que esperaba, ¿algo feliz?

Y lo que más me revienta es que no puedo sacarla de mi mente, ¿por qué? Esto es demasiado. No entiendo como pude caer. Tanta inocencia en esa mirada, desde que la conocí vi esa mirada. Pero hoy fue distinto, su miraba reflejaba miedo, decepción, hasta odio cuando le dije que era insensible.

Dios, ¿Cómo pude decir semejante idiotez? Nada puede justificar como la traté, aunque se lo merecía.

Tanta frustración me lleva a dar un golpe a puño limpio sobre las rejas de mi ventana, así es como descargaba la ansiedad, el dolor que sufría ahora. Soy tan idiota, tan estúpido. Seguí golpeando con los puños, pero ahora era la pared quien recibía los golpes. Terminé mi sesión de golpes y entré al baño a limpiarme las heridas. Necesitaba refrescarme, así que opté por darme un baño. Cuando terminé, ya había pasado casi una hora del incidente en mi habitación con ella. No pude evitar que los recuerdos volvieran a mí. Me ponían de mal humor, quise golpear algo nuevamente, pero no, ya ardía demasiado. Ni siquiera hacía caso a mi celular que no paraba de sonar. Seguro era Gabriela. Para comprobarlo miré la pantalla de mi celular y sí, era ella.

Ruedo los ojos y cuando quiero presionar el botón de apagar, de pronto me llega una notificación de mensaje, voy a la bandeja de entrada y es un mensaje de Gabriela. Que pesada es esta chica, con un gesto amargo y burlón abro su mensaje. Lo que leo me deja helado.

¿Cómo está tu Adita? ¿En el cielo o en el infierno?

¿Qué?

Siento la desesperación apoderarse de mí. No puede ser, ella no estará hablando en serio. No, no, no. Ella... no puede, no...

Empiezo a temblar de rabia mientras marco a Ada. Un tono, dos tonos, tres tonos... Seis tonos y nada. Directo al buzón de voz.

Mierda.

No puede ser.

Empiezo a temblar, un estremecimiento me recorre.

Vuelvo a marcar, sigo esperando que conteste. Pero sucede algo, un número desconocido se entromete en mi llamada. Deslizo mi dedo hacía la izquierda.

FUE POR TI.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora