Después de limpiar la arena de mi auto me senté en el asiento de conductor. Estaba agotada por todo la actividad física que hice al estar corriendo por aquí y por allá con Logan. Escucho la puerta de copiloto cerrarse y siento su tacto contra mí.
— ¿Quieres que conduzca, cielo? —dice Logan.
Cielo, su cielo.
— ¿Me harías el favor? —digo bostezando.
—Por supuesto, preciosa.
Le doy un beso en forma de agradecimiento y me paso a la parte de copiloto mientras el rodea el auto y se sienta en el asiendo de conductor.
Me concentro en sus facciones, en cada detalle de su hermoso rostro. Después de todo la tarde que pasamos juntos puedo decir que lo quiero de verdad. Salimos a las cuatro de la tarde de clases para pasarnos hasta las ocho riendo y hablando de todo. Ahora definitivamente mamá me matará, ya que estaba ansiosa con que vuelta temprano a casa.
—Teníamos que ir a tu casa primero —digo vacilante.
Nos olvidamos que Logan se había dejado el auto en su casa y me trajo hasta mi casa, ahora teníamos que ir a su casa para dejarle y yo así poder regresar a la mía.
—Y uno tratando de ser caballero al traerte, luego recuerdo que es tu auto. —Dice riendo—. No te preocupes, tomaré un taxi.
— ¡No! ¿Por qué no permites que te lleve? —pregunto.
—Va en contra de mis costumbres, cielo.
—Una mujer también puede llevar a un hombre a casa, eso es machismo. —Digo haciendo un puchero.
—No es machismo, es caballerosidad.
—Pero Log... —me interrumpe por milésima vez al día.
—Que no, tomaré un taxi mientras tu entrarás por esa puerta, cenarás, te irás a tu habitación a dormir, mañana pasaré por ti para llevarte a la universidad y se acabó. ¿Entendido? —dice serio.
— ¡No! —digo cruzándome de brazos.
— ¿No quieres que pase por ti mañana?
—Sí, sí quiero, pero también deseo llevarte a cas... —Me interrumpe, pero esta vez no es él, sino alguien que me deja sorprendida. Volteo nuevamente a la ventanilla para ver si vi bien, cuando noto a mi hermano cruzado de brazos en la puerta con una sonrisa divertida.
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FUE POR TI.©
Teen FictionPaulho Thompson era la persona que estaba destinada a casarse conmigo. A mis 21 años creía que mi historia ya estaba escrita en su totalidad y que no había más opciones para salvarme. Mis padres y los de él habían sellado su trato con nosotros de po...