Capítulo Ocho

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El concurso de fotografía.

Narra Noodle

Cerré la puerta del departamento con cuidado. Mike como siempre sintió mi presencia y se alzó a mis brazos, lo abracé cariñosamente y volví a dejarlo en el suelo. El frío de la lluvia traspasaba las paredes, así que fui directo a mi habitación y me arropé con una pijama calentita y una manta para cubrir mi delgado cuerpo, después me acerqué a la chimenea y eché leña para avivar un pequeño pero eficiente fuego; fui hacia la cocina y a pesar de haber bebido té hace menos de una hora puse a calentar agua en la tetera...

La casa estaba bastante silenciosa y me di cuenta de que faltaba alguien... Daiki. Él nunca solía llegar tan tarde, aunque probablemente estaba en su departamento pero lo dudaba mucho, tomé el teléfono y marqué a su número de casa, no contestaba, en seguida marqué a su celular y me decía ocupado. ¿Qué demonios estaba pasando?

El chirrido de la tetera indicaba que el agua estaba lista, apagué la estufa y me preparé mi té, agarré un par de galletitas y me senté en el sillón para dedicarme a ver una película. Estaban dando Kill Bill por lo que no cambié el canal como de costumbre hacía. La película me recordaba mucho mis antiguos entrenamientos, las artes marciales, las armas y las katanas siendo agitadas en el aire a la espera de cortar algo... Todo eso formaba parte de mi pasado, aunque también formaba parte de mí y de lo que soy ahora, me formaba a mí como persona.

La puerta principal se abrió, ocasionando que Mike, quien estaba recostado sobre mi regazo despertara y corriera hacia la puerta; no había necesidad de que yo volteara para darme cuenta de quien estaba al otro lado de la habitación, le di un sorbo a mi humeante taza de té y al instante recibí un beso en la mejilla.

—Hola, bijin. —Su tono de voz demostraba alegría, como si estuviera sonriendo aunque su rostro estaba sereno. La luz tenue de la habitación lograba que Daiki se viera más misterioso y apuesto.

—Hola, ai. —Le correspondí con una sonrisa.— Ya te daba por perdido. —Bromeé un poco, extendiendo la manta para que él pudiera cobijarse, sus manos estaban heladas; me acurruqué en su cuello.

—Estaba arreglando unos asuntos... —Respondió él.

—Haz estado muy misterioso, ¿Lo sabías? —Mencioné intentando parecer desinteresada, pero por dentro la curiosidad estaba carcomiéndome.

—Bijin... —Dijo en un tono que pareciese estar conteniendo un grito eufórico.— Mis fotografías calificaron para el concurso internacional de fotografía.

—¿Qué? —Dejé la taza lo más rápido que pude en el suelo giré para verlo. Sus ojos brillaban inmensamente a través del reflejo del fuego y sus hoyuelos sobresaltaban sobre sus acojinadas mejillas.— ¿Lo dices en serio? —Daiki asintió.— Ai, ¡Eso es estupendo! —Abracé su cuello con fuerza, al principio él se asustó pero después me envolvió entre sus sólidos brazos y me recostó sobre el sillón para finalizar con un beso en mis labios.— Estoy orgullosa de ti.

—Y yo muy agradecido contigo... —Susurró acariciando mi mejilla.— Eres mi musa, Noodle...

—Deja de decir eso... —Sonreí incomoda.

—Pero es que es cierto... mira... —Daiki volvió a sentarse y yo lo imité, él sacaba un gran sobre doblado del bolsillo de su pantalón y me lo dio.— Uno de los jueces que se encargó de las eliminatorias me lo dijo en esta carta, la foto que los convenció de dejarme seguir fue una foto tuya. —Y era cierto, las palabras de la carta decían que la foto adjunta era la que había sido la clave y en aquella foto aparecía yo.

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