Capítulo Cuarenta y Uno

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El Inicio de la Gira.

Narra 2D

Noodle no salió del baño de Jamie sino hasta después de una hora. Y no salió precisamente por voluntad propia, Russel tuvo que ir a tocar la puerta cuando todos en la mesa se preguntaban si todo estaba bien, Russ les dijo que era un tema bastante delicado para ella cuando Damon objetó que probablemente se sentía mal del estómago. 

Después de lo que parecieron ser minutos eternos, Russel volvió solo al comedor con una expresión serena y paternal. 

—Es hora de irnos. —Murdoc soltó un bufido y rodó los ojos, bajando los pies de la mesa.— 

—¿Y por qué? —Se quejó.— ¿Qué tiene?

—Ella simplemente no se siente bien, Murdoc. —Espetó Russel.— Está esperando afuera... 

Yo me puse de pie sin decir nada, comprendía un poco la situación a diferencia de Murdoc, Damon y Jamie, quienes mostraban confusión y preocupación —exceptuando a Murdoc— al mismo tiempo. 

—Pero... ¿ella está bien? —Dijo Damon.

—Lo estará. Nada que un buen chocolate caliente no resuelva. —Sonrió Russ con aura tranquilizadora.— Me pidió que la disculpara con ustedes por no despedirse, en especial a ti Jamie, dijo que no era la forma de dejar la casa de alguien sin haber dado las gracias. 

—Dile que no se preocupe. —Respondió Jamie posando su mano sobre el hombro de Russ con sus finos labios esbozando una sonrisa. Él junto con Damon nos escoltaron hasta la puerta.

—Nos veremos pasado mañana para empezar con ensayos. —Dijo Damon. 

Noodle estaba cabizbaja recargada sobre la puerta del auto, que en cuanto Murdoc le quitó los seguros, ella entró pegándose a la ventana. Russ se subió al frente con Murdoc y yo detrás. Al ver la expresión de Murdoc en el retrovisor casi pude adivinar las palabras salir de su boca para preguntar qué diablos había pasado, pero quizás decidió callar pues ninguna palabra salió de su boca. Incluso él sabía que ver a Noodle así era algo bastante raro. 

Durante todo el camino no hubo ningún ruido más que la música que Murdoc había puesto y el suave golpeteo de la lluvia cayendo sobre el auto. Noodle no dejó de mirar hacia la ventana en ningún momento, provocando que esa necesidad y urgencia de abrazarla creciera, pero no podía hacerlo frente a Russ y Murdoc. 

Me limité a acercar mi cuerpo un poco más a ella y buscar su mano con la mía, que supiera que estaba allí para ella a pesar de no comprender mucho lo qué pasaba. Ella no volteo, pero sí entrelazó sus dedos con los míos fuertemente. 

Murdoc estacionó el Stylo en el mismo lugar de siempre una vez que llegamos a casa, los cuatro bajamos casi al mismo tiempo y Russ se apresuró a abrir la puerta para evitar mojarnos. Al entrar a casa, Noodle subió deprisa hacia su habitación, Murdoc aventó sus zapatos y Russel corrió hacia la cocina. 

—¡Face-ache! —Gritó Murdoc ya desde el segundo piso.— ¡Tráeme una cerveza! —Rodé los ojos por su manera de pedir las cosas, pero no reproché, no tenía ánimos de pelear con él. 

Al entrar en la cocina Russel estaba colocando pequeños bombones en una taza llena de chocolate caliente, no podía mentir, solo de verlo colocar los pequeños malvaviscos con tanta delicadeza se me había hecho agua la boca. Tomé una cerveza del refrigerador y salí al mismo tiempo de la cocina que Russ.

—¿V-Vas a hablar con ella? 

—Sí, si no te molesta... Sé que quieres ir a consolarla, Dents, pero...

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