Capítulo Cuarenta y Cinco

1.3K 101 328
                                    

Red Light District.

Narra 2D

—Amsterdam... La ciudad del pecado. —Decía Lynn con un entusiasmo apagado, hundiendo su nariz en el cuello de Murdoc. Se veía el dolor de dejarlo ir de nuevo. Los demás intentábamos no mirarlos, pero la verdad era imposible.

Jamás había visto a Murdoc tan encariñado. Abrazaba a Lynn por la cintura con uno de sus brazos, con el otro acariciaba los rubios rulos de ella y sonreía con tranquilidad. Noodle se despedía de Chaz y Daiki, quien había insistido en venir a despedirse.

—Deberías venir con nosotros, nena. —Decía Murdoc, había estado intentando convencer a Lynn hace días.

—No puedo, cariño. Te dije que debo guardar ese permiso para cuando vayan a Japón, se lo prometimos a Noodle.

—¡A la mierda! —Gritó Murdoc.— ¡Faltan meses aun para ese viaje! ¿Además? ¿¡Qué putas puede haber en Japón que en Amsterdam no!? —Noodle escuchó y volteó hacia Murdoc con ojos encendidos en furia.— Bien, bien... Tranquila, wassabi.

—Chicos, hora de irnos. —Dijo Damon mirando su reloj y arrastrando un par de maletas por el suelo.— No queremos perder el vuelo.

Lynn se puso en puntillas y besó con fuerza los labios de Murdoc, parecía que lo estaba dejando para irse a la guerra, era un poco exagerado a decir verdad. Se separaron y Murdoc caminó hacia la azafata para entregar su boleto, Lynn se acercó a Noodle para decirle algo al oido, la abrazó y se unió a nosotros.

Los tres amigos de Noodle y Claire, la ya novia de Russ, se despidieron con un saludo de mano hasta que entramos en el pequeño túnel que nos llevaba al avión. Delante de nosotros iban los demás músicos y algunos de los colaboradores.

Otra azafata se encontraba en la entrada del hotel, nos saludó con una sonrisa amable y nos pidió los boletos, fijándose con cuidado en el numero que indicaba el mismo.

—Por aquí, por favor. —Indicó, sin borrar esa sonrisa del rostro.— Me temo que sus lugares están separados unos de otros. —Decía abriendo paso entre los pasajeros que aun no se sentaban.

—Oh, sí... Mi culpa. —Dijo Jamie.

—No hay cuidado... Bien, 25B y 26B. —Dijo deteniéndose de pronto, indicando un par de lugares justo al lado de una ventana.

—Nosotros nos quedaremos aquí. —Dijo Damon. La señorita sonrió y se fijó en los demás boletos. Al final Russ y Murdoc quedaron solos, y Noodle y yo teníamos un lugar parecido al de Damon y Jamie, justo al lado de la ventana pero tan atrás que los baños nos quedaban justo a un lado.

—Cualquier cosa que necesiten, pueden llamarme. —Dijo la azafata antes de desaparecer por los pasillos.

—Debe ser agotador sonreír todo el día. —Admitió Noodle, compadecida por las pobres azafatas.

—Y luego tratar como pasajeros como Murdoc. —Reí.

—¡Dios! ¡Ni siquiera lo digas! —Rió ella también.— Lynn está preocupada, no porque no confíe en Murdoc... Bueno, sí s un poco por eso... Ella sabe de la reputación que solía tener y también está consciente de que Amsterdam es Amsterdam... Me pidió que le echaremos un ojo a Murdoc.

—Honestamente, no la culpo.

Noodle borró su sonrisa y mordió su labio, sus mejillas se tiñeron de rojo, delatándose a sí misma por algún pensamiento que solo me provocaba curiosidad. Tomó mi mano entre la suya, transmitiéndome su calidez y se acercó a mi oído.

DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora