Capítulo Cuarenta y Tres

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¡Sorpresa, Noodle!

Narra 2D

—¿Todo bien, D? —Preguntó Russ unos minutos después de haberse sentado en la mesa, mientras con el tenedor partía un enorme pedazo de sus wafles y lo metía en su boca.

Yo mantenía la cabeza recargada sobre mi antebrazo mirando hacia la mesa de enfrente donde estaba Noodle, al llegar con ella al restaurante del hotel Kilo y Kali la arrastraron a su mesa, ella no rechistó, se habían hecho buenas amigas. Mi taza de café llevaba ya rato enfriándose y no había tocado ni un poco mi pan tostado con mermelada.

—¿P-Por qué la pregunta? —Dije reincorporándome en mi silla con pesadez.

—Bueno desde que llegué no has tocado tu comida y tampoco has dejado de ver a Noodle con tristeza. —Russel suspiró.

—No es nada, anoche no dormí muy bien y tuve que tomar un par de analgésicos para la migraña. —Respondí tomando en mis manos el pan tostado, realmente sin muchas ganas de probarlo.

Russel dejó los cubiertos y si wafle a medio comer, algo inusual en él, nunca dejaba una comida a menos que fuera para decir algo importante. Dio un sorbo a su vaso de leche y finalmente me vio con gesto serio.

—¿Cuándo piensas decírselo?

—¿D-De qué estás hablando? —Noodle ahora nos observaba con una curiosidad oculta tras una sonrisa seria. Yo me sentía paniqueado.

—¡Vamos, Dents! ¡Es bastante obvio! Siempre lo ha sido, la verdad.

—¿Qué ha sido obvio? —Preguntó Murdoc sentándose al otro lado mío, casi aventando el plato a la mesa con una simple dona en él.— Odio la comida de aquí, hay pura basura. ¿Face-ache por qué tus ojos están blancos? ¿Qué mierda le andas diciendo, gordo? —Se quejó.

—Lo de D y Noodle, eso es lo obvio. —Dijo Russ volviendo a su wafle.

—Ah sí... —Dijo Murdoc sin importancia.— Meh, noticia vieja, dame algo más fresco, gordito.

Russel miró con advertencia a Murdoc, como diciendo que le bajara un par de rayas a su actitud. Yo en cambio tenía las manos sudorosas y sentía mi expresión tiesa cual yeso.

—¿O-Obvio? P-Pe-P-Pero...

—Face-ache, lo hemos sabido ya por meses, vivimos en la misma casa por si no se te olvida. Y agradecería mucho que fueran más considerados por las noches. Esa mocosa grita como si...

—Murdoc. —Reprendió Russ severo, arrojando el tenedor con brusquedad contra el plato.— Viejo, ya hablamos de esto.

—¡Por Satán! ¡Solo le estoy diciendo que deberían tener algo de consideración hacia los demás! Nadie quiere escuchar como tienen sexo en medio de la noche.

—¡Oh cielos! —Exclamé avergonzado hundiendo la cabeza en mis manos.

—¡Ja! ¡Mira Russ, se le pusieron las orejas rojas al idiota este! —Se burló Murdoc.— Tranquilo, cara de simio... Se ve que ella siente lo mismo, solo tienen que aceptar lo que sienten y se dejaran de tanta mierda. Pásame la mantequilla, Russ, gracias... Ahora... En mi opinión deberías darte prisa porque su ex novio el chino insípido aquel, no creo que planeé una bella amistad con brazaletes y todas las porquerías. No, ese mocoso la quiere de vuelta.

—¿C-Cómo lo sabes? —Dije haciendo un hueco con mis dedos para poder ver a Murdoc, sin descubrir mi rostro. Murdoc bufó.

—Conozco bien a los hombres. —Se limitó a decir.

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