Capítulo Diecinueve

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Correspondencia.

Narra Noodle

Mike se encontraba a mi lado en la azotea de la casa, el día después de mi cumpleaños Chaz me había hecho el favor de traerlo a casa y había estado viviendo en Wobble Street conmigo desde entonces. Nos hacíamos compañía mientras fumábamos un cigarrillo —obviamente cada uno con el suyo—, ya había desistido en los intentos de hacer que el pequeño mono dejara el tabaco.

En estas ultimas semanas no había sabido ni como sentirme... Con respecto a Daiki, la herida estaba sanando poco a poco, pero había más cosas que me mantenían al filo de la tristeza. Más que nada era el hecho de que 2D-san se portaba distante y precisamente todo empezó después de mi cumpleaños. Primero empezó con torpes intentos de ser indiferente conmigo, pero al cabo de un par de semanas él había empezado a evitarme por completo y yo desconocía la razón; aunque estaba segura que algo tenía que ver con Paula —y aunque no la culpaba, después de todo Toochi y yo nos estábamos haciendo muy cercanos— me molestaba mucho.

Terminé mi cigarro y arrojé la colilla al suelo, Mike se subió con agilidad hasta mis hombros y juntos regresamos dentro. Antes de entrar a mi habitación nos topamos con Murdoc y Lynn, después de lo sucedido la noche de mi cumpleaños habían estado saliendo, no podía decirse que fueran pareja pero Lynn se la vivía aquí.

—Te dije que quería esa mierda fuera de mi casa. —Espetó Murdoc, Mike salió corriendo hasta desaparecer en mi habitación.

—Y yo te había dicho que no lo dejaré en la calle. —Contesté molesta.

—¡Déjalo en tu apartamento! Ahí estaba muy bien. —Decidí simplemente ignorarlo.

—¡Noodle! —Exclamó Lynn.— ¿Estás bien? —Sonreí.

—Estoy bien, Lynn. —Finalicé y entré a mi recamara, cerrando los ojos y lanzando un suspiro al aire.

No me podía catalogar en estado depresivo, porque no era así... pero últimamente sentía que un aire de tristeza se había dedicado a acosarme, y me perseguía a todas partes. Me recosté sobre mi cama, puse algo de música y saqué mi gameboy.

—¿Princesa, vas a cenar? —Russel-san entró con un mandil con las palabras "cooking mama"  escritas en el.— Hice fideos. —Yo reí.

—Me encantan tus fideos caseros, Russel-san, sería una grosería decir que no a eso... —Dejé el gameboy de lado y seguí a Russ.

—También hice algo de té.

—¿Y a qué se debe esta cena tan al estilo japonés? —Pregunté sonriente, Russ se encogió de hombros en el momento que entramos a la cocina.

—Tenía antojo... además te he visto con una cara tan larga que debe pesarte mucho. —Mi sonrisa se desvaneció.— Noods, debes empezar a darte cuenta que no, no para todos eres una experta ocultando lo que sientes. 

—Bueno, tu me conoces desde los diez años, Russ... supongo que era de esperarse. —Un enorme plato de fideos aterrizó frente a mi, yo ya estaba sentada en la mesa preparada para mi deliciosa cena, Russ me tendió los platillos y empecé a comer.

—¡Claro que te conozco, pequeña! Eres prácticamente mi hija. —Dijo con los ojos brillosos, me quedé conmovida por sus palabras.

—Basta. Me harás llorar. —Dije soltando una risa.

—Quizá llorar te haga bien. —Respondió él.— ¿Toda esa actitud seria es por Dents, verdad? —No podía mentirle a Russ y asentí.

—Nos hicimos muy buenos amigos y... y yo estoy segura de que esa Paula tiene algo que ver.

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