Capítulo Cinco

2K 124 165
                                    

Primer ensayo.

Narra Noodle

El timbre de salida había sonado anunciando el fin de las clases, recogí mis libros presurosa y con una gran sonrisa en mi rostro, la verdad me sentía de maravilla. Tomé mis cosas, me despedí de algunos de mis compañeros y salí del aula; Daiki estaba apoyado contra la pared sobre su espalda, uno de sus pies también recargado en la pared y un cigarillo entre sus labios, su mirada era seria pero en cuanto me vio salir sus ojos se iluminaron.

—Te ves hermosa hoy, bijin... —Musitó coqueto y besó la comisura de mis labios, sonreí encantada ante su gesto, sin duda alguna hoy estaba muy de buenas, a diferencia de las últimas semanas que había estado decaída parecía ser que los tiempos se veían mejores.

—Gracias, Daiki. —Respondí y esta vez dejé un corto beso en sus labios.

—¡Hey! ¡Nada de demostraciones de afecto dentro de las instalaciones escolares! ¡Son las reglas! —El viejo y gruñón profesor Donovan apareció en el pasillo como si de un fantasma se tratara, ese hombre todo lo veía y todo lo sabía, solo lo hacía por joder, su vida giraba en torno a eso. Rodé mis ojos con fastidio.

—Entendido, señor Donovan. No volverá a pasar. —Daiki le respondió, aunque ambos sabíamos que eran solo palabras y no una promesa como tal.

—Tómenlo como una advertencia... Ah y joven Daiki, recuerde que no puede fumar dentro del instituto —Daiki asintió y retiró el cigarro de su boca, el profesor lo vio con desagrado y se metió en la sala de maestros.

—A ese hombre le hace falta una vida. —Murmuré irritada, Daiki soltó una risita y me rodeó con su brazo, no sin antes tomar mi mochila en sus manos y ponerla en su espalda. Daiki siempre había sido muy caballeroso.

—Le hace falta muchísimo más que una vida... Con esa frase dimos por terminado el tema del profesor Donovan y caminamos hacia la salida de la escuela.

Daiki tenía un pequeño auto, no era la gran cosa... a decir verdad era un cacharro muy viejo, aunque en ocasiones de mucha utilidad. Subimos a su viejo auto y Daiki sacó su cajetilla de cigarros, yo como de costumbre encendí la radio y cambié la estación hasta encontrar algo bueno que escuchar, saqué el encendedor de mi bolsillo y se lo di a Daiki. El camino a casa fue silencioso, a pesar de que estuviera tan emocionada por el primer ensayo que tendría con los chicos no tenía muchas ganas de compartirlo con Daiki, su reacción no sería lo que yo esperaría sino más que una sola sonrisa o alguna frase "para motivarme". Como ya había mencionado antes, Daiki no es muy apasionado hacia la música, le gusta claro... pero no como a mí; lo de él es la fotografía, ese es su fuerte y como la música lo es para la mi, la fotografía es su vía de escape y fuente de felicidad.

Llegamos a casa en menos de diez minutos y nos quedamos dentro del auto escuchando la canción de la radio, calada tras calada Daiki se acabó su segundo cigarrillo, el auto estaba impregnado del humo de este y aunque yo fumara de vez en cuando el humo me estaba molestando en sobremanera, haciéndome sentir asfixiada, sin decir nada abrí la puerta del coche para salir por algo de aire fresco, aspiré el fresco aroma de la tierra mojada y del agua que caería del cielo londinense pronto...

—¿Pasa algo, bijin? —Preguntó Daiki detrás de mí, sus manos estaban posadas sobre mis hombros, dándoles un apretón cariñoso.

—No, estoy bien. —Respondí con una sonrisa sincera— el humo del cigarro me mareo un poco.

—Lo siento, Bijin. —Contestó y tiro el cigarro en la acera para después pisarlo— ¿Por qué no lo dijiste antes?

DESIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora