Capítulo Treinta y Nueve

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Maratón 2/3

Un Paso Más Cerca.

Narra Noodle

No llevaba mucho despierta cuando escuché un grito de Murdoc, algo sobre que tenía una visita, supongo que debían ser Chaz o Lynn que querían verme. Con algo de pereza me puse de pie y salí del calor de mi cama, si ayer había sido un buen día, hoy Londres ya había vuelto a sus lluviosas andadas. Mike estaba dormido a mi lado pero en cuanto sintió el frío abrió sus ojos y no tardó mucho en recuperar su habitual energía. 

—Dime quién diablos visita a esta hora, Mike... ¿Por qué alguien querría torturar de esta manera? —El pequeño mono saltó a mi hombro y se agarró con fuerza, enrollando sus patas en mi cuello.

Bajé con él sobre mí, lo cual molestaría mucho a Murdoc, odiaba al pobre animal y aunque eso no me importaba en lo absoluto, yo era solo una inquilina en su casa y debía respetar su hogar... Pero hoy podía hacer una pequeña excepción, siempre y cuando el pequeño Mike no hiciera ningún desastre. 

—¿¡Cuántas putas veces te he dicho que quiero esa cosa fuera de mi vista!? —Rugió Murdoc, casi rabioso. 

—¡Hooola, Mike! —Saludó Lynn quitándomelo de encima y cargándolo ella misma.

—También me alegro de verte, amiga. —Respondí sarcástica, Lynn siempre había adorado a Mike. 

—A ti te vi ayer a Mike no lo veía hace tiempo... —Dijo haciéndole cariñitos.— Además los saludos contigo no cuentan.

—Mierda, Lynn... ¡Suelta esa cosa! ¡Bah! ¡A la mierda! Estaré en mi habitación y quiero que te laves las manos cuando subas.

—¿Lavarse las manos? ¿Eso te preocupa? —Me burlé.— Tu ni siquiera te duchas. 

—¿Qué pendejadas dices, perra wassabi? Yo amo los baños. —Lynn y yo reímos.— ¡Solo ve y atiende a ese mocoso chino antes de que decida sacarlo a patadas! —Gruñó antes de subir, mi sonrisa se apagó inmediatamente... ¿chino?

—¿N-No eras tu la visita? —Pregunté a Lynn sintiendo los nervios crecer en mi estómago, ella se mordió el labio y negó con la cabeza. 

—Él iba llegando al mismo tiempo que nosotros y Murdoc solo lo dejó pasar, é-él no está al tanto de todo... Eso creo... L-Le dije que se fuera pero...

—Lynn, no importa, no es tu culpa que esté aquí. —Suspiré.— Y no te corresponde a ti sacarlo, pero gracias. —Lynn soltó a Mike quien en ese inusual estado de libertad empezó a explorar la planta baja.

—Si necesitas algo, estaré arriba... 

—No pienso ir a tocar la puerta si es que estarás con Murdoc. —Dije asqueada, no era una broma, prefería arreglármelas yo sola con cualquier situación a interrumpir cualquier cosa que ese par esté haciendo. Lynn rió.

—De acuerdo, aun así te lo digo. 

Caminé hasta la cocina y no me había puesto a pensar que él había estado allí escuchando todo, la planta baja no era un lugar amplío y con gruesas paredes... Estaba sentado de espaldas a la entrada de la cocina en la mesa, por su postura inclinada, podía notar que tenía la cabeza recargada en su mano. Su cabello lacio y negro caían con cierta naturalidad, como siempre.

Me sorprendí a mi misma cuando al verlo ya no me provocaba tanta rabia como hace unos días. Al sentir mi presencia el se giró y sonrió con nerviosismo, me contuve a mi misma para no enternecerme con esa sonrisa que hace un tiempo me ponía las rodillas débiles.

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