Capítulo I

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Capítulo I

Dicen que siempre después de una caída nos levantamos, ¡pero vaya caídas!

Suena todo tan fácil mientras lo dicen, que es tan fácil creerlo, ¡pero vivirlo! vivirlo es la peor pesadilla que puede pasar, y lo peor es que siempre la culpa es del gran y poderoso... "Amor"

Hace exactamente un año y medio, estuve a punto de casarme y no solamente en mi mente, todo era real al punto de tener el vestido listo, la iglesia, el banquete, absolutamente todo, y a mi gran prometido... mi hermoso Raymundo, ¡era tan feliz! pero por desgracia de la vida dos días antes de la boda lo encontré con Lucero, una de las damas de honor.

¡Qué honor pudo haber sido! Así que todo se echó a la basura, fui su novia por tres años antes que me pidiera que me casará con él, y duró un simple instante para que todo terminará, y lo peor fue que a pesar de lo que me hizo nunca pidió disculpas, mucho menos perdón simplemente fui a la que traicionó, mientras él comenzó muy feliz una relación con esa zorra de Lucero.

Durante todo lo que viví llegue al punto en el que en mi tormento, rocié cierto líquido que afecto mis ojos y quede a obscuras. ¡Ciega! Quería morirme, pero lo único que logre matar, fue a mi vista.

Después de todo este tiempo aún no he encontrado ningún motivo que me haga sentir aliviada, ni siquiera puedo ver, todo es a obscuras, escucho tantas voces, que dicen ¡pobre Abigail! Si tan solo supieran que los escucho, porque es cierto que perdí la vista, pero no la audición, desde ese entonces solamente se preocupan en tenerme lastima.

—¡Buenos días Abi!

—Perdón pero no le encuentro los buenos, mucho menos el día, simplemente esta obscuro y ya.

—¿Cómo qué no? Si tan solo lo recordaras hoy es día de ir al médico para saber cómo están tus ojos, ¡además el día esta hermoso!

—¡Es enserio Estefanía! Si más no recuerdo la última vez te dije que no pensaba ir nunca más allí, ¿A qué quieres que vaya? A que me digan que todo está en mi mente, que no veo porque no quiero.

—No Abigail, ¡eso no es cierto! Quiero que vayamos porque te hace bien ir a revisión, ya ni siquiera quieres ir al psicólogo, y sabes muy bien que mamá está muy preocupada por ti.

—Está bien, enseguida me arreglo, solamente arregla la ropa sobre mi cama como tú ya sabes, por favor.

—¿Quieres que te ayude?

—¡No! estoy ciega no manca.

Ir al doctor es una de las cosas más insoportables que tengo que hacer, siempre que voy es lo mismo de siempre, para él a este punto ya debería de ver, así que siempre dice lo mismo.

—¡Muy bien Abigail, todo está perfecto, solamente un poco de aire fresco y volverás a ver, recuerda también ir a tus citas con el psicólogo te hará muy bien!

Llevo así un año tres meses y aún no veo nada, más que los recuerdos de lo que alguna vez fui.

Siempre pensé seriamente en irme de la ciudad, pero para mí desgracia mi madre se volvía loca cada vez que hablaba del tema, para ella soy como un bebé que no puede estar lejos de su familia. Pero poco a poco ha entendido que necesito salir de aquí, porque aunque no quisiera el solo hecho de escuchar la voz de Raymundo o su nombre siquiera, es como que me partieran el corazón porque el muy descarado sigue siendo mi vecino.

Mi tía Eva se ha encargado de eso, se ha propuesto llevarme con ella a una granja que tiene en un pueblo nada cercano a la ciudad, antes de la adolescencia solíamos ir con ella todas las vacaciones así que esos aires es lo que necesito. Mi mamá acepto únicamente con la condición que alguien de la familia me acompañe, así que la pobre Estefanía lo hará, ella es cinco años mayor que yo, está casada con un militar que nunca sabremos si volverá, así que irse conmigo no afecta mucho su vida.

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