Capítulo XXV

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Capitulo XXV

—¡Hola Abigail! —dijo Raymundo con tartamudos.

—¡Hola! —respondió ella, manteniendo su cabeza cabizbaja.

—Me da gusto verte —continuo él con una pequeña sonrisa.

—¡Qué bueno! —replicó ella con un tono sarcástico.

Raymundo no era nada feo, es más hasta parecía agradable y estaba justo igual como lo recordaba Abigail.

—¡Mucho gusto! —dijo Damian ante la situación tan incómoda —Soy el novio de Abigail.

—¡Mucho gusto! —respondió Raymundo extendiendo la mano para responder al saludo —soy un viejo amigo de Abi.

—Amor ¿nos vamos? ya es tarde —interrumpió Abigail.

—sí vámonos —término Damian haciendo un respetuoso saludo de adiós a Raymundo.

—Me dio gusto verte Abi —dijo Raymundo un poco serio.

Abigail solamente escuchó y dándole la mano a Damian se dirigieron a su auto. Damian guardo silencio todo el tiempo que fue posible, así que solamente manejo sin decir una sola palabra, para él era un poco complicado e incómodo el que Raymundo estuviera allí, sabia sobre la llamada y sabia sobre las curiosidades de su novia, su mente lo traicionaba poniéndole pensamientos complicados. ¿Y si no me quiere como yo pensé? ¿Sí aún lo ama? Pensaba.

—No lo dudes yo te amo a ti —dijo Abigail con una sonrisa como si pudiera leer sus pensamientos.

Las palabras de Abigail le dieron tranquilidad, estaba dándole vueltas a cualquier asunto sobre Raymundo, pero escucharla, escucharla le daba seguridad sobre su relación y aún más sobre sus sentimientos.

—No lo dudo —Contestó él con una hermosa sonrisa que dejaba al descubierto su felicidad por las palabras que había escuchado.

—Yo también me pregunté muchas cosas, cuando Tatiana regresó a tú vida, así que imagino tienes las mismas dudas que yo, pero quiero que sepas Damian que sembraste en mi un amor tan grande con raíces muy fuertes y penetrantes que no creo haya algún otro ser en esta tierra capaz de arrancarlas.

El silencio se hizo nuevamente presente, no había palabras que pudieran expresar el escalofrió de romanticismo que recorría el cuerpo de Damian, así que solamente tomó la mano de Abigail y suavemente le susurró un: “te amo”

La cita en el doctor estuvo perfectamente, exceptuando porque cada vez se hacían más cortas por las razones que solamente conocía Raúl.
Esa noche quedaron en que asistirían a una nueva cafetería en la ciudad, Damian había sido invitado a tocar el piano, para la inauguración y les pareció una excelente idea para comenzar a darse a conocer, según ideas de su amigo Raúl.

Damian era muy talentoso al piano, siempre había tenido el sueño de ser pianista y recorrer países o por lo menos diferentes condados para llevar un poco de música a las personas.

—¿No crees que es un buen comienzo? preguntó Raúl a Damian con un tono de burla.

—Me parece bien, pero… es la primera vez que me toca hacerlo fuera de casa —dijo Damian un poco nervioso.

—Ya lo sé, pero poco a poco entrarás en confianza, además prepárate porque creo que tendrán que quedarse más tiempo acá en la ciudad, porque posiblemente te consiga muchas más cafeterías.

—¿A qué te refieres? —preguntó Damian.

—He estado enviando una de las grabaciones que tengo donde estas tocando el piano a varias cafeterías exclusivas de acá así que, si tenemos éxito, espero no tarden mucho en llamar. —dijo Raúl con una sonrisa pícara.

Y así fue, cada una de las cafeterías a las que había pedido espacio Raúl para que Damian tocara respondieron favorablemente, por lo tanto, tuvieron que quedarse dos semanas más en la ciudad, Abigail apoyaba a Damian en cada presentación que tuviera quizás no eran muchos los ingresos que tenía por las presentaciones, pero la pagaba mejoraba mucho por cada experiencia que llenaba el corazón de Damian.

—Abigail date prisa Damian no tarda mucho en venir —decía doña Irene apurando a su hija quien iría con él esa mañana a desayunar, irían a celebrar que cada presentación fue un éxito y lo bien que le había ido.

Porque, aunque estaban en la ciudad Damian muy respetuoso había optado por quedarse en el apartamento de Raúl a pesar de la insistencia de doña Irene de que las acompañara quedándose en su casa.

—Tú novio es muy guapo Abi —decía Cecilia entrando a la habitación de su hermana.

—Sí lo sé, y más que guapo Cecilia.

—¡Abi, Abi! —decía Estefania quien también estaba allí después de que su esposo se había vuelto a ir —mira lo que llegó para ti.

—¿Qué es Estefania? —pregunto Abigail toda emocionada.

—Es un arreglo de orquídeas —respondió Estefania contagiada de emoción.

—¡qué extraño! Damian nunca me había enviado orquídeas —dijo Abigail con incertidumbre.

—Siempre hay una primera vez hija —Agrego doña Elia, mientras leía de entrometida la tarjeta que venía en el arreglo.

Un silencio se apodero de la habitación.

—¿Qué dice mamá? —preguntó Abigail
emocionada.

—¡Es de Raymundo! —dijo Estefanía muy sorprendida.

-Paola

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