Capítulo IV

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Cuando entraron al salón Estefania fue la primera en salir al encuentro con su hermana, ella sabía muy bien sobre la canción así que no se le hizo difícil imaginar la razón del porque la salida tan rápida.

—Creí que lo habías olvidado Abi —decía en voz baja mientras la abrazaba.

—Eso creí yo también.

—¿Qué paso cariño? ¿Por qué te fuiste del salón? —Preguntaba doña Eva mostrando su grado de preocupación al respecto, aunque en el fondo le daba gusto ver a su sobrina al lado de Damian.

—No fue nada doña Eva no se preocupe, ahora bien si me permiten y por supuesto si Abigail me lo permite me gustaría acompañarla esta noche.

—Claro, claro, por mí no hay ningún inconveniente y estoy segura que mi sobrina estará encantada, vamos Estefania que quiero presentarte al alguacil del pueblo.

—¿Qué dices tú? —preguntaba Damian, mientras tomaba la mano izquierda de Abigail.

—¡Si no me queda de otra, está bien! —Contestó ella, aunque no con emoción prácticamente era como si le diera lo mismo; a diferencia de Damian a quien se le dibujo una sonrisa en su semblante por la respuesta que había recibido, así que la tomó del brazo y se dirigieron nuevamente a fuera.

—¿Por qué salimos?

—Quiero que platiquemos y adentro hay mucho ruido.

—¿Sobre qué hablaremos Damián?

—De todo un poco, como por ejemplo para comenzar, mi nombre no es Damián es Damian sin tilde y se escucha como Demian ¿De acuerdo? Con “e” no con “a”

—ja, ja, ja y ¿cómo se escribe? Deletréalo.

—¿Para qué?

—Solo deletréalo.

—De acuerdo, -D-A-M-I-A-N- pero se pronuncia como Demian. 

—ja, ja, ja —rió Abigail.

—¿Por qué te ríes?

—Porque no puedo creerlo,  ¿a quién se le ocurre ponerte ese nombre tan feo? —Dijo en tono burlón.

—¡ahaha eres malvada! Mi nombre no es feo.

—No, no es por eso, es que si se escribe con “A” debería ser Damián, no Damian que se pronuncia Demian, es algo patético… ¡pero me agrada!

—Así, y tú ¿cómo te llamas?

—Abigail y se pronuncia como se escribe, con “a” no con “e”.

—ja, ja, ja —rió él, no te burles.

—No me burlo, es solo para que lo pronuncies bien. 

—¿Te gustan las estrellas?

—Llévame adentro por favor —replicó ella con tono serio.

—¿Por qué te enojas dije algo malo?

—¿Cómo pretendas que te diga si me gustan las estrellas cuando no puedo ver si hay estrellas?

—Abigail lo siento, pero no me refería a lo que crees, dijo él mientras veía como ella se alejaba un poco.

—¡Hey Abi, que bueno que te encuentro! —decía Estefania —mi tía ya está muy agotada y para no mentirte yo también lo estoy, así que es hora que nos vayamos, ¡adiós señor Damian! —Decía Estefania mientras comenzaba a caminar junto a Abigail hacia el parqueo en donde habían estacionado su vehículo.

—¡adiós Estefania, adiós Abigail! —Se escucharon las  palabras de Damian 

—¿Qué no piensas responder?

—¿No tengo porqué o sí?

—No claro que no, pero por lo menos de cortesía lo hubieses hecho.

—No he ganado nada por ser o tener cortesía, así que no voy a comenzar ahora —replicaba Abigail mientras subían al auto.

A Estefania no se le hacía raro ver el cambio en la actitud de su hermana, para ella ya era común como de  estar contenta pasará nuevamente al vidrio sucio en el que vivía ya desde hace mucho.

—¿Cómo te la pasaste Abigail? —preguntaba doña Eva mientras la veía por el espejo retrovisor.

—¿Cómo crees que me la pasé?

—Alegre, por lo que pude ver.

—Lamento contra decirte, pero no me hizo ninguna gracia que me hayan traído a la fuerza, ¡ha sido la peor noche de toda mi vida! 

—¡qué exagerada eres! Y perdona hija, pero eso no fue lo que yo vi, al contrario te vi muy sonriente cuando salieron del salón.

—¡oh claro me estabas espiando! Pero recuerda que cuando era pequeña quería ser actriz.

—No, no lo estaba haciendo pero lo pude ver ¿Por qué me quieres engañar? No tiene nada de malo que te la hayas pasado bien.

—Pasa que no voy a aceptar algo que es mentira —respondía Abigail, mientras sonreía.

Doña Eva alcanzo a ver la sonrisa de su sobrina y sintiendo felicidad prefirió no decir ninguna otra palabra al respecto

Durante esa noche el sueño de Abigaíl se tornó un poco más dulce que hace ya tanto tiempo,  sus sueños eran reflejo de lo que su corazón sintió, aquél hombre extraño tan impertinente con su comentario sobre las estrellas halagaba a Abigail, algo que ella nunca espero o siquiera imagino después de todo, siempre había pensado sobre la idea que sería muy difícil encontrar a alguien que la aceptara con su impedimento. Pero Damian con tan poco había logrado sembrar una semilla de esperanza en aquél corazón duro, golpeado por la decepción y el dolor.

En medio de la noche Abigail se despertó, se levantó ¡necesitaba ir por agua! Así que en medio de su propia obscuridad en la cual la noche no tenía nada que ver, comenzó a tocar para tratar de encontrar su bastón ¡se veía tan indefensa! Y poco a poco salió y fue a la cocina.

—¿¡Abigail qué haces aquí cariño!? —Preguntó doña Eva mientras le daba la mano.

—Puedo sola tía gracias.

—Yo lo sé, pero déjame ahora ayudarte —decía mientras le daba la mano y la conducía hacia su cuarto.

—Es la primera vez que te despiertas a medias de la noche Abigail.

—Sí, antes que pasara todo lo de Raymundo y del accidente solía hacerlo, me levantaba en medio de la nada pensando en ideas para poner en práctica en mi trabajo.

—¿Y hoy en qué piensas?

—No voy a contestar eso tía, feliz noche, descansa —replicó Abigail mientras se recostaba en la cama.

—Feliz noche —respondió doña Eva mientras sonreía de felicidad, ella sabía o al menos imaginaba que los pensamientos de Abigail estaban en aquél joven que ella conocía perfectamente.

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