Capitulo XXXIII
—Hola Tati ¿y eso que te viniste para acá? —preguntaba Raúl sorprendido de ver a su
hermana en el teatro.—Vine a desearle suerte a Damian ¿Dónde está?
—En el escenario, está probando sonido.
—Gracias hermanito bello, enseguida vuelvo y hablamos sobre unas cosas que tengo pendientes ¿Te parece?
—Sí, me parece perfecto.
Tatiana había llegado al teatro para llevarle a Damian la noticia que su abuelo Rodolfo llegaría esa noche para ver su presentación, sería la primera vez que iría a verlo así que estaba muy segura de que a Damian le daría mucho gusto ver a su abuelo en las butacas del teatro.
Con forme fue acercándose más al escenario se dio cuenta que Damian practicaba, pero su rostro de entusiasmo cambio completamente al notar que la melodía que estaba ejecutando, era la misma que le había compuesto a Abigail, Tatiana la conocía perfectamente pues había estado en la cafetería la vez que Damian la toco.
Damian no noto que Tatiana lo veía, estaba tan perdido en las notas de su piano, pensaba únicamente en Abigail y en la sensación que sintió la vez que tuvo la oportunidad de mostrársela, pensaba en tantas veces que ella estuvo a su lado y su rostro se empapaba de lágrimas al recordar que todo aquello solamente eran recuerdos, él conocía perfectamente el verdadero significado de aquella armonía la cual había compuesto con tanto amor.
—Me puedes explicar ¿Qué haces tocando eso? —preguntó Tatiana con serenidad.
—Estoy pensando seriamente en presentarla hoy, nunca la he tocado y creo que hoy es uno de los momentos indicados para hacerlo.
—¿Estás bromeando? —preguntó Tatiana comenzándose a exaltar.
—No, ¿Por qué tendría que estarlo?
—Damian tú sabes perfectamente el significado de esa… ¡no quiero escucharla por favor!
—Lo único que sé Tatiana es que tú sabes perfectamente todo y no entiendo por qué aún sigues aquí.
—Por qué te amo, y quiero estar contigo. —dijo Tatiana acercándose a Damian mientras lo abrazaba.
—Eso es lo que no comprendo Tati, tú siempre has sabido por qué no estoy con Abigail, y sabes perfectamente cuanto la amo y la amaré siempre y aun así sigues aquí, pero gracias, gracias porque en todo este tiempo tú amor me ha sostenido.
—Calla, calla no hablemos de eso si, no hoy —continuó Tatiana abrazándolo fuerte y limpiándose con una mano una pequeña lagrima.
Su relación era una mentira, quizás solamente la habían iniciado por costumbre o por un escape, después que Abigail se fue.
Damian no era el tipo de hombre que se aprovecharía de una mujer o mentiría, Tatiana conocía los sentimientos de él y aún así continuaba a su lado, con la esperanza de que en algún momento se enamorarían nuevamente como en algún momento lo estuvieron, pero más que esperanzas más parecía capricho.
—¡Buenos días jovencita! —dijo un hombre entrando a la academia de Abigail.
—¿Don Rodolfo? —preguntó ella— ¿Qué hace aquí?
—Me encanta que sigas teniendo ese sentido del oído tan excelente como siempre.
—¡enserio que sorpresa que este por acá! —decía Abigail con total normalidad que cualquiera que no la conociera la hubiese visto pensaría que no era ciega, pero con tanto tiempo en la academia había aprendido a conocerla muy bien.
—La sorpresa es mía, al saber que tienes este hermoso lugar jovencita.
—Ha sido el mejor regalo que la vida me ha dado —respondió ella con una dulzura en su timbre de voz.
—Vine a invitarte y seas mi pareja en el teatro esta noche ¿Te parece bien? —preguntó don Rodolfo.
—¿Cómo que al teatro? ¿De qué habla?
—Qué tengo una función hoy en el teatro, había pensado en invitar a otra persona, pero luego recordé lo cerca que estar así que vine a invitarte a ti, porque sé que lo disfrutaras de la misma manera que yo.
Don Rodolfo siempre había tenido contacto con Abigail desde que termino con Damian, él nunca había estado de acuerdo con las decisiones de la “jovencita” como él le llamaba, pero también pensaba que nadie podía criticarla al hacer lo que hacía, porque solamente ella era testigo y sabía perfectamente lo que sentía al no poder ver, y peor aún estar ciega por sus propias inseguridades.
—¿Entonces qué dices? —volvió a preguntar.
—No creo que pueda, me perdonara, pero tengo un poco de cosas que hacer y no quiero que se me acumulen.
—En serio ¿Vas a despreciar a un viejo como yo? —pregunto con insistencia don Rodolfo
—Está bien, yo voy con usted —respondió Abigail con una dulce sonrisa.
La noche se llegó y don Rodolfo muy puntual paso a casa de Abi a recogerla, cuando llegaron al Teatro la función aún no había comenzado así que lograron acomodarse en su lugar sin ningún problema, primera fila había elegido así que el rencuentro entre Abigail y Damian estaba realmente asegurado.
Las suaves notas del piano le daban la bienvenida a todo el público que estaba allí observando, Damian estaba de lado muy concentrado en cada nota de su instrumento, conforme pasaban las interpretaciones el corazón de Abigail comenzaba a palpitar con más intensidad, don Rodolfo permanecía callado observando mientras que deseaba se dieran cuenta que ambos estaban en el mismo lugar como ya hace mucho tiempo no lo estaban.
La ultima interpretación de la presentación está por comenzar cuando Damian en gratitud a la multitud que había ido a escuchar su música se paró para hacer un pequeño saludo, pero no fue suficiente para notar que Abigail estaba allí, hasta que, al sentarse para comenzar a tocar, vio a su abuelo, inmediatamente quedo perplejo al observar que la mujer de sus sueños y el amor de su vida estaba allí en primera fila escuchando.
—¡Damian! —susurró Raúl, haciéndole señas para que comenzará.
Poco a poco aun sorprendido por ver a Abigail comenzó a tocar, la melodía especialmente para Abigail cerraría la presentación y estaba vez la tocaría después de tanto tiempo con la dueña de cada sentimiento escrito en ella, allí presente.
Conforme las notas fueron avanzando, Abigail se puso más atenta, quizás solo en una ocasión la había escuchado pero había sido suficiente para saber que quien tocaba era Damian, su corazón estaba palpitando muy fuerte de modo que parecía que ambos corazones se reencontraban nuevamente, los rostros de ambos se empaparon de lágrimas, ninguno de los dos daban crédito a sentirse otra vez aunque sea de lejos.
—Don Rodolfo no puedo creer que me haya traído justo a este concierto —dijo Abigail muy molesta.
—Perdóname jovencita, pero creí que era lo correcto.
—Pues déjeme decirle que esta vez se equivocó, no tengo nada que hacer aquí, así que por favor lléveme a mi casa. —respondió Abigail, mientras intentaba caminar para irse lo más pronto de allí.
—Solo espérame un momento ahorita le digo a mi chofer que te lleve a tu casa —dijo don Rodolfo muy pasivo.
No pasaron dos minutos cuando el chofer llego a donde estaban y muy atento le dio la mano a Abigail para acompañarla al auto y llevarla a su casa, a punto de subir al auto estaban cuando una mano la tomó por sorpresa del vaso.
—¡No puedo creer que estés aquí! —dijo Damian.
Abigail se quedó muda por completo, ni siquiera intento soltar su brazo de las manos de Damian estaba frisada por sentirlo allí, tan cerca. Pero quizás la vida ya no estaba a su favor porque la multitud impido que pudieran cruzar palabra alguna, todos estaban emocionados al ver a su pianista favorito lejos del escenario y todos querían una foto con él, así que, entre la aglomeración, con tristeza Damian solamente observo nuevamente como Abigail se iba y volteando su cabeza veía a Tatiana acercándose a él para abrazarlo.
—¡Felicidades mi amor!
-Paola
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DE LO MÁS PROFUNDO
Romance*Sin editar Hay una línea muy delgada en lo que pudo ser y lo que será. Abigail es una mujer joven que ha pasado la peor desilusión de su vida luego que su prometido la engañara a pocos días antes de su boda, y pareciendo que la vida se ensañó con e...