Capítulo II

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Durante los siguientes tres días doña Eva había aprovechado para enseñarle a Abigail cada uno de los espacios de la casa y la granja para que le fuera más fácil movilizarse, contaron cada paso de distancia entre cada habitación; por suerte  la casa no era muy grande así que logro aprender rápido.

—Por hoy hemos terminado, ¡estoy completa mente exhausta! Mañana continuaremos por la parte en donde están las vacas, Abigail, ¡me puedes pasar un vaso de agua por favor!

—¡sí claro!

—Amo tu tono sarcástico cariño, pero confió en que si lo pasarás —decía mientras se escuchaba como se acomodaba en el sofá.

—¿Te ayudo Abigail?

—No, no, no Estefanía, déjala porque si no estarías echando a perder todo el avance que hemos tenido con tu hermana, ella sabe muy bien donde están los vasos para servir el agua, y confió en sus capacidades para estar completamente segura que puede sola, ven siéntate conmigo y mejor dime si quieres acompañarme para ir a la plaza a visitar a la señora Cortez, ya que tu hermana ya se ha negado a ir conmigo.

—Me encantaría tía, pero no quisiera dejar sola a mi hermana.

—No te preocupes por ella Estefanía, veinticuatro años son suficientes para saber que  puede cuidarse sola, además ya has visto que ha aprendido a andar sola por la casa.

—Acá tienes tu agua tía, respondía Abigail,  mientras trataba de encontrar un espacio para poder sentarse.

—Gracias, cariño, vez Estefanía, tu hermana no es ninguna inútil como ya la habían acostumbrado.

—Estoy pensando en ir con ustedes también —comentó mientras se reclinaba sobre el sofá.

—¿Estás segura?

—Sí, si lo estoy, igual no creo que sea una visita pero será suficiente escuchar la voz de la insoportable señora Cortez, para despejarme un poco.

—Cuidado y seas grosera con ella, porque si eso tienes en mente preferiría que te quedes en casa.

—¿Enserio crees que podría ser insoportable tía? Por quién me tomas ¿por una loca? ¡claro que no! Pero igual aunque lo fuera nadie se enfadaría con  una torpe y pobre ciega.

—¡vámonos Estefanía que no quiero seguir escuchando las insolencias de tu hermana! Que tal parece es la hora de que comience a decir disparates —decía doña Eva mientras se levantaba del sofá.

—Agradecería mucho tía si le puedes decir a la señora Cortez  que perdone y no la pueda ir a visitar, pero como ella sabe no estoy en las posibilidades de ser útil con la vista.

—¿Qué es lo que pasa contigo? —Decía Estefanía con susurros ¿Qué es lo que buscas, enfadar a la tía? Ya mucha paciencia te ha tenido estos días en lo que te ha enseñado a andar por la casa ¡no seas mal agradecida!

Después que se fueron Abigaíl se quedó un momento a solas pensando en qué era lo que iba a hacer, aunque si se arrepintió por no haber ido con su  tía y Estefanía a visitar a la señora Cortez, por lo menos oír las hablar hubiera sido más entretenido que quedarse sola otra vez, por lo que se propuso ir nuevamente al lago; necesitaba salir de la casa aunque no sentía gran diferencia pero pensó que la brisa quizá  la haría sentir bien, de camino se propuso caminar más lento a modo de no volver a caer nuevamente al lago así que cuando sintió que su bastón toco el agua paró y se sentó a la orilla permitiéndose sumergir sus pies después que se quitó sus zapatillas y las colocó a un lado junto al bastón.

—Me da gusto volver a verte Abigail —se escuchó la voz de un  hombre mientras se sentaba a su lado.

—¡Oh lo siento! ¿Quién eres? —Preguntó confundida

—¿Acaso no me reconoces?

—¿Debería de hacerlo?

—Sí, hace unos cuantos días atrás te salve de que te perdieras.

Abigail  escuchó pero no tenía intensión de responder.

—¿Te gusta venir al lago por lo que veo?

—Y a ti te gusta fastidiar a todas las personas ciegas que vienen por acá por lo que escucho.

—¡Pues sí! No vienen chicas como tú por acá tan seguido.

Abigail lo siguió escuchando pero prefiero quedarse en silencio.

—Ok, ok, comprendo no me piensas hablar, de acuerdo lo haré yo.

—¿Oye enserio no tienes nada más interesante que hacer que estar fastidiándome?

—Sí, si lo tengo, pero resulta que  tú eres más interesante que todo lo que tengo que hacer.

—Tú vida es muy aburrida por lo que escucho entonces.

—¿Por qué lo dices?

—No pienso tener ninguna conversación contigo así que mejor vete, según recuerdo el lago es lo suficientemente grande como para que te puedas sentar en otro lado. 

—Sí, pero solamente de este lado estas tú.

—Me tengo que ir —decía Abigail mientras se levantaba y recogía sus zapatillas.

—¿Por qué te desagrado? —Preguntó Damian mientras la tomaba del brazo.

—Perdón, pero la pregunta sería ¿Por qué te agrado yo?

—No lo sé, quizás por la misma razón que yo te desagrado a ti.

—Así y ¿Cuál es?

—Ser fastidioso, o me equivoco.

—Me vas a decir que soy fastidiosa y por eso te agrado entonces.

—No, no voy a decir que eres fastidiosa pero que eres agradable tampoco, simplemente eres diferente.

Sus palabras fueron halagadoras para el duro corazón de Abigail pero prefirió  no tomarlas enserio y mejor irse sin decir una sola palabra.

—¡Espero poder verte en el baile! —Gritó, mientras ella siguió caminando haciendo como que no lo escuchaba. 

Cuando llegó a su casa, Estefanía la estaba esperando con lo que parecía ser un vestido.

—¿Eso para qué es? —preguntó Abigail mientras lo tocaba.

—Oh lo siento hermana, pero por la emoción no lo había dicho —comentaba Estefanía desde el baño mientras arreglaba la tina para que su hermana tomará un baño, la visita a la señora Cortez resulto de mucho provecho, resulta que el día de hoy se hará una pequeña celebración para inaugurar la feria del pueblo e iremos.

—No me apetece ir Estefanía —replicó— ¿a qué quieres que vaya, a quedarme sentada? No gracias.

—No, quiero que vayas a divertirte Abi.

—Tú sabes que no puedo ver, así que si voy solamente sería a quedarme sentada escuchando gente ser feliz y no quiero.

—Lo siento mucho pero esta vez no pienso dejarte sola, que no puedas ver no quiere decir que no puedas escuchar o divertirte ¿Cuántas veces he hecho tantas cosas por ti Abigaíl? Así que esta vez quiero que vayas conmigo y no es pregunta, ¡ya está la tina en su punto; te dejo y vengo por ti cuando estés lista!  

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