Capítulo XXI

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Hay tantas definiciones del amor, que algunas son tan deprimentes porque son de personas que ven el amor solamente como un sentimiento de dolor; Abigail era de esas, pero después de tanto tiempo y encerrarse en lo que creía por lo que había vivido, ahora estaba entre los brazos de un hombre que daba todo por ella, con un hombre que la amaba y aceptaba tal cual y aún más grandioso estaba con un hombre que ella también amaba.

El viento, la noche y la luz de la luna reflejada en el lago, eran testigos del amor puro y sincero, en el cual no hacía falta nada más que el estar uno con el otro, su amor bastaba con palabras y acciones, y su amor no se basaba en querer cambiar al otro o pelear por cosas sin sentido ¡aunque claro habían sucedido! Pero su amor era más grande que cualquier situación llamada Tatiana.

-Sabes Damian que no entiendo -decía Abigail mientras se acomodaba en los brazos de Damian.

-¿Qué amor?

-Que somos tan diferentes y no tenemos nada en común y aun así estamos juntos.

-Tenemos en común lo del piano, a los dos nos gusta.

-sí, pero... si lo piensas somos completamente diferentes en lo demás.

-Lo sé, pero eso es lo que me hace darme cuenta que lo nuestro es real.

-¿A qué te refieres?

-Que amar a una persona igual a ti, que comparte tus mismos sueños, planes e ideas, es quizás lo más fácil que hay, mientras que amar a una persona completamente distinta a ti, requiere esfuerzo, motivación y mucho amor, porque tienen menos cosas en común y eso hace que se tengan más contras en la relación. Pero el amor es así no se trata con quien eres igual o diferente es solamente con quien te complementas y yo me complemento contigo.

-Sabes que me derrito cada vez que dices cosas como esas ¿cierto? -dijo Abigail con una pequeña sonrisa.

-Yo me derrito más por ti, con solo verte y ver esa sonrisa que me enamora cada día más.

Los días, las semanas y los meses fueron pasando poco a poco, cinco meses de noviazgo celebraban en la cafetería de Damian, Abigail le había preparado una sorpresa con la ayuda de Matt y Laura quien como vueltas del destino se había convertido en su mejor amiga de todo el pueblo y el desagrado que sentía por la voz chillona de su amiga ya había desaparecido por completo.

Estefania había regresado unas cuantas semanas atrás a la capital por que su esposo había vuelto, así que solamente era doña Eva y Abigail.

-Dail ven aquí -dijo Abigail llamando al perrito que Damian le había regalado.

-¿Puedo saber por qué le pusiste ese nombre? -preguntaba Raúl, saludando a Abigail con un beso en la mejilla y acariciando la cabeza del canino.

-Creí que ya lo sabías.

-Pues no, nunca había tenido oportunidad de preguntarte.

-Es la unión de las dos silabas iniciales del nombre de Damian y el mío ¿Muy original cierto?

-Un poco, pero pobre perro -rio Raúl, mientras terminaba de colocar globos en el techo- oye Abigail enserio lamento mucho los problemas que les ha dado mi hermana estos últimos meses.

-No te preocupes, todo está bien, y quien debería disculparse es ella no tú, pero calma todo está perfectamente bien.

-¡Apúrense, apúrense, ya viene para acá!
-gritó Matt dándose prisa para apagar las luces.

Abigail había pedido que le ayudaran a adornar la cafetería con globos en el techo y con ayuda de Laura hizo un cartel que decía: "Feliz Aniversario, gracias por estos 5 meses te amo" La cara de Damian fue inexplicable, estaba sorprendido por aquel detalle y mucho más por el cartel Abigail nunca le había dicho un "te amo" y ahora, ahora lo decía un cartel que era opacado por la belleza de Abigail sosteniéndolo.

Todos los amigos de la pareja se fueron inmediatamente después de felicitarlos para darles privacidad, todos estaban enterados de ambas sorpresas mientras que tanto Damian como Abigail ignoraban por completo la sorpresa que tenía el otro.

-Te amo, te amo Damian -decía Abigail mientras lo abrazaba y lo llenaba de besos.

-Te amo más mi vida, te lo juro, gracias, gracias por esto, pero ahora me toca sorprenderte a ti, ven conmigo.

-¿A dónde vamos Damian? -preguntó Abigail con un tono nervioso.

-A ningún lado.

-¿Cómo que a ningún lado?

-Sí, he preparado una cena especial para ti acá en la cafetería, así que hoy por primera vez probarás algo cocinado por mí.

-¿Así? Con que no me vayas a envenenar todo está bien.

-Eso lo sabrás después que pruebes la comida.

-¿Y si ya no vivo para contarlo?

-No lo contarás, pero estarás entre mis brazos y creo que eso es suficiente -dijo Damian con su sonrisa de picardía, pero encantadora.

Cada velada, o momento compartido por ambos solía ser un momento único, en donde el amor rebalsaba los corazones de los dos, quizás eran demasiado mayores para estar enamorados de la forma en la que lo estaban, pero su amor era de esos amores que ya no existen y que ni el tiempo parece puede separar y esa noche no fue la excepción, la sorpresa de Abigail encajaba perfectamente con la sorpresa de Damian así que la noche, el lugar y la compañía era perfecta.

Las 10:00 p.m. marcaba el reloj cuando Abigail llego a su casa, luego que Damian la llevara.

-¿Nos vemos mañana? -preguntaba Damian mientras ayudaba a Abigail a bajar del carro.

-sí creo que sí, solo esta que puedas pasar conmigo porque mi tia esta expuesta para manejar.

-¡Claro yo paso por ti! Descanza si, y ojalá sueñes conmigo. -decía Damian abrazando a Abigail por la cintura.

-Sueño contigo siempre, y son los sueños más dulces que puedo tener ¡Feliz noche amor! Te espero mañana. -dijo Abigail, dándole un beso a Damian.

-Sí paso por ti como a las diez, te amo Abigail, nunca lo olvides ¡nos vemos mañana!

-Tía, tía ya llegué -Abigail entrando a su casa.

-Qué bueno que llegas hija ¿Cómo te fue?

-pregunto doña Eva desde la sala.

-Pues muy bien, Damian es encantador
-decía Abigail suspirando- ¿y a ti?

-Bien también, aunque ya un poco cansada y más del vendito teléfono que ha estado sonando desde como las seis de la tarde y cuando contesto cortan.

-así ¡qué extraño! ¿tienes idea de quién podrá ser?

-¡pues no! pero mejor no le pongas importancia -dijo doña Eva mientras se levantaba del sofá para ir al baño.

No hacía mucho que doña Eva había ido al baño cuando en eso el ring, ring del teléfono se escuchó, Abigail estaba un poco cerca así que con más facilidad que antes logro llegar y contestar.

-¡Haló, Buenas noches!

-Abigail ¿Eres tú?

-Perdón ¿Con quién hablo?

-No me reconoces ¡Soy Raymundo!

-Paola.

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