Capitulo XXXV
Los paramédicos entraron al aula inmediatamente, mientras que Abigail seguía pausada, no podía creer lo que estaba pasando, estaba en shock, sorprendida por lo que sucedía sin dar crédito a lo que veía.
Uno de los paramédicos que atendieron la emergencia al ver que Abigail no reaccionaba le arrebataron de sus manos a la bebé y tirada en el piso siguió en shock.
—Abigail ¿Estás bien? —preguntó Mariana al ver que no reaccionaba con su timbre de voz aun nervioso por aquella situación.
—¡Puedo ver, puedo ver! —grito sorprendida Abigail—¡Mariana te puedo ver!
—¿Qué? —preguntó Mariana más sorprendida que Abigail por aquel milagro.
Todos los que estaban presentes estaban sorprendidos, un bebé había nacido en un aula de la academia y Abigail había vuelto a la luz, todo era sumamente estresante y emocionante a la vez.
Los paramédicos se percataron que todo estuviera bien con Estefania y su hija, y luego que se las llevaron para la ambulancia uno de los paramédicos le pidió a Abigail que los acompañara para poder revisarla y saber lo que sucedía.
Abigail estaba sorprendida y encantada por todo aquello, aunque los colores no eran tan fuertes como los recordaba y todo era borroso, ya no era obscuro, ¡ahora podía distinguir!
De camino al hospital no dijo ninguna palabra, solamente observaba detenidamente, un bebé había sido lo primero que vio después de tanto tiempo, y en ese momento el interior de una ambulancia era su mejor paisaje, en su corazón solamente había felicidad y sorpresa, tenía tantas ganas de llorar por lo que sucedía, ya hacía mucho tiempo que no veía ni un poquito de luz y ahora lo conseguía.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba sorprendida por todo, y sentía una gratitud que jamás había sentido.
—¡Gracias, gracias Dios! —dijo en voz baja mientras con una mano se limpiaba suavemente la mejilla por las lágrimas que derramaba.
El médico que la atendió fue claro.
—Al parecer todo el bloqueo que te impedía ver, desapareció por la desesperación que sentiste de querer y no poder ayudar a tú hermana con el nacimiento de su bebé, que veas borroso es normal, pero conforme pasen las semanas tú vista seguirá siendo la de siempre antes del accidente.
—Abigail, Abigail —gritaba doña Elia en dirección a su hija— ¿Dónde está Estefania Abi? —preguntó.
—No lo sé, pero todo está bien mamá —respondió Abigail con alegría.
—¿Qué pasa Abigail? —preguntó doña Elia sorprendida— ¡Hay luz en tus ojos!
—¡Puedo verte mamá!
—¿Cómo? ¿Cómo que me puedes ver?
—Sí, sí puedo verte, puedo ver otra vez mamá, y no sé cómo sucedió, pero puedo ver —lloró emocionada Abigail.
Quizás sus reacciones eran tan simples ante tal situación, pero sus corazones, sus corazones vaya que estaban a punto de salir por la alegría tan grande que sentían, un milagro había llegado a sus vidas con la hermosa hija de Estefania y con el regalo más preciado que podía recibir Abigail, ¡poder ver!
—¿Me vas a decir que es cierto? —preguntó Estefania feliz mientras con dificultad se acomodaba en su camilla y Cecilia corría a auxiliarla— ¿Puedes ver? —volvió a preguntar con lágrimas en los ojos.
—Sí, sí Estefania ¡puedo ver! —dijo Abigail abrazando a su hermana.
—Hermana, hermana, enserio que no lo creo ¡Abigail puedes ver! —lloró nuevamente Estefania muy contagiada por la emoción, ella había sido testigo más que cualquiera de todo aquello que tuvo que enfrentar su hermana y que ahora pudiera ser la misma de antes era verdaderamente un hermoso milagro.
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DE LO MÁS PROFUNDO
Romansa*Sin editar Hay una línea muy delgada en lo que pudo ser y lo que será. Abigail es una mujer joven que ha pasado la peor desilusión de su vida luego que su prometido la engañara a pocos días antes de su boda, y pareciendo que la vida se ensañó con e...