CAPÍTULO XLIII

2.5K 183 4
                                    

CAPITULO XLIII

El corazón de Abigail estaba roto al ver a Damian, era la primera vez que lo veía y nunca había imaginado verlo de esa forma, lo abrazó lo más fuerte que se le fue posible tratando de no afectar ninguno de los aparatos que lo rodeaban, doña Leti lloraba al verla, era testigo que era el primer encuentro que Abigail tenía con su hijo después de tanto tiempo.

—¿Por qué tiene que ser así Damian? ¿Por qué? —lloraba Abigail— si tan solo me pudieras hablar amor.

—Ten confianza en que todo estará bien —dijo don Rodolfo colocándole la mano en el hombro.

Abigail solamente lo volteo a ver, pero ninguna palabra viniera de quien viniera podía aliviar la desesperación que estaba viviendo, el hombre que se había empeñado en hacerla vivir nuevamente después que había perdido la luz, estaba tirado en una cama sin poder despertar, sin escuchar y mucho menos hablar.

Las lágrimas eran tan difíciles de contener para Abigail, solamente alcanzaba a tomar la mano de Damian y sujetarla lo más fuerte que pudiera hacerlo.

—¡Despierta amor, despierta! —susurraba, y en su desesperación cerraba los ojos para tratar de imaginar que todo aquello era mentira.

—Damian por favor Despierta —lloraba— ¡te necesito aquí… conmigo!

Abigail estaba únicamente prestando atención en Damian no le importaba nada ni nadie más, en ese momento, ni siquiera se dio cuenta cuando doña Leticia y don Rodolfo salieron de la habitación.

—No puedo creer que todo este tiempo has sido tú —siguió llorando.

Pero por más que ella suplicará y llorará, él no reaccionaba, su semblante simplemente dejaba ver que estaba dormido, tenía unos cuantos rasguños en los brazos y seguramente en la cabeza por un vendaje que impedía ver la gravedad de las heridas.

—Te amo Damian, ¡Te amo tanto! —dijo cerrando los ojos, una lagrima calló en el rostro de Damian la cual ella limpio rápidamente.

—¿Lo imaginaste así? —preguntó Estefania quien había entrado a la habitación.

—No —respondió Abigail con la voz quebrada.

—¿Cómo lo imaginabas?

—Lo imaginaba más feo —sonrío limpiándose las lágrimas— Es tan perfecto Estefanía, tan solo míralo.

—Sí es muy guapo

—No es su físico, es él, él es perfecto, su forma de andar, de hablar, de ser, de no ser ¿Por qué la vida tiene que ser así? —volvió a llorar.

—No lo sé hermana —dijo suavemente Estefania— pero tú tranquila todo estará bien verás y cuando despierte al fin podrán estar juntos.

—Perdón, pero la visita por hoy termino —dijo una enfermera entrando a la habitación.

—Deme unos minutos más por favor —suplico Abigail.

—Lo siento señorita, pero reglar son reglas —respondió la enfermera muy apenada por ver a Abigail tan afectada— ¡Lo siento!

—No se preocupe en seguida salimos —dijo Estefania— solamente deje que mi hermana se despida.

La enfermera solamente acentuó la cabeza, así que Abigail aprovecho para despedirse de Damian con un suave beso en la mejilla, limpió con su mano el pequeño color que había quedado por su labial y tratando de ser valiente salió.

—¿Puedo saber qué haces tú aquí? —preguntó Tatiana quien acababa de llegar al hospital.

—Le voy a pedir de favor que baje la voz señorita —respondió Estefania manteniendo la serenidad— si no recuerda estamos en un hospital.

DE LO MÁS PROFUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora