CAPÍTULO XLVII

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CAPITULO XLVII

La relación de Esteban y Abigail fue una de las relaciones más rápidas que se podían dar en aquella época, eran tan parecidos, que seguramente para Abigail era interesante salir con él por sus mismas coincidencias, no era precisamente que tuvieran una relación directamente romántica, pero tampoco se podía decir que eran únicamente amigos, porque se estaban conociendo para dar un paso más en su relación.

En los últimos días habían estado saliendo todos los días, iban a lugares extraños pero agradables, Esteban era tan independiente que atraía a Abigail de gran manera.

-Sabes que me gusta mucho ese joven para ti -decía doña Eva desde la cocina.

-No entiendo a que te refieres tía.

-A Esteban, es muy agradable, deberías de darle una oportunidad.

-No comencemos con lo mismo por favor, por si lo olvidas Damian aún está vivo.

-Abi, te comprendo cuando dices que Damian está vivo, pero tienes que comenzar a hacerte de la idea que...

-¡qué nada! Enserio no puedo creer que tú me digas eso.

-Todos lo dicen

-Exacto, eso es lo que no comprendo ¡pareciera que eso es lo único que quisieran ver!

-Pero supongo que el joven te gusta.

-Sí, me gusta mucho y siento que lo quiero...

-Ves, estas en buen camino.

-Pero no lo amo tía.

-Es muy pronto para que lo hagas ¿No crees?

-No.

-Abigail no se puede amar a alguien de la noche a la mañana.

-Si se puede tía, yo ya lo hice, comencé a amar a Damian desde el primer instante en que lo comencé a escuchar en el lago, su voz era suficiente para mí, y sentir sus manos era como volar. Así que si se puede amar a alguien de la noche a la mañana.

-Solamente no quiero que sufras cuando se vaya Abi.

Los ojos de Abigail se llenaron de lágrimas estaba viviendo entre la resignación y el no querer perderlo.

Un mes, un mes faltaba para que desconectaran a Damian, y para ese entonces faltaba una semana, Abigail ya había llorado todo lo que había podido y aunque con dificultad en su corazón ya se había hecho a la idea de que Damian se iría, no obstante, luchaba contra ese sentimiento todos los días, y con dolor y el corazón hecho pedazos veía que lamentablemente tendría que vivir lo que vivió su tía Eva.

-¿Estas bien? -preguntaba Esteban sentándose junto a ella- te traje el helado de vainilla que pediste.

-Gracias -sonrió Abigail.

Habían salido a disfrutar de la tarde, era la primera vez que el clima era caluroso o al menos no tan frio como para poder degustar de un helado sin tener que estar dentro de la heladería con la calefacción.

-¿en qué piensas?

-En nada en especial.

-¿Qué te parece si vamos a...?

-Llévame a casa de los Door por favor -interrumpió Abigail- quiero ver a Damian.

-¡Claro! Yo te llevo.

Cuando llegaron Abigail no espero a que fuera Esteban quien le abriera la puerta del auto, simplemente se bajó y sin decir ni una sola palabra se dirigió al cuarto en donde estaba Damian.

Por un momento cuando entró se paró a observarlo y luego de unos cuantos segundos antes del minuto se reclino sobre él.

-¡Te voy a extrañar! -susurró- y no quiero extrañarte... sabes, he conocido a alguien ¡tú doctor! Para ser exacta, es especial conmigo y es bonito salir con él.

Abigail se sentó al lado de Damian y suavemente comenzó a acariciar su pelo.

-Pero tengo un problema Damian, yo no te quiero dejar ir -sonrió con lágrimas en los ojos- no estoy lista y nunca lo estaré ¿Y es que cómo estarlo? Si tú, si tú eres Damian, mi Damian. -lloró.

-Esto no va a funcionar ¿cierto? -preguntó Esteban entrando a la habitación.

-Una vez Damian me dijo que hay amores que duran para siempre y otros que vienen y van, el problema Esteban es que yo ya encontré a mi amor para siempre y es el único amor que quiero y deseo -dijo Abigail en voz baja sin dejar de contener las lágrimas.

-No sé qué decir.

-No digas nada Esteban, no es tu culpa, es mía por haber intentado darte esperanzas, pero... ¡lo amo a él! Y en mi corazón no habrá lugar para nadie más que él.

-Abigail ¿Y si no despierta?

-Yo sé que lo hará y quiero que cuando lo haga me vea aquí a su lado, porque lo estaré esperando siempre, siempre aun tarde mil años en hacerlo.

-Deberías tocarle el piano.

-¿Crees que es buena idea?

-Sí.

Esteban era maduro y desde el principio supo que el enamorarse de Abigail no le sería fácil, pero al mismo tiempo era respetuoso y solamente quería verla feliz y tranquila, para él era difícil escucharla decir que amaba a otro. Pero desde el principio él lo supo así que el dolor fue bien disimulado.

Abigail esperó a que Esteban saliera de la habitación para sentarse al piano, ya hacia buen tiempo y no tocaba ninguna melodía, al sentarse observó las partituras que había y ojeándolas encontró la partitura de su armonía, la melodía escrita por Damian especialmente para ella.

Ese día en especial se sentía tan distinta, había despertado recordando a Damian con un sueño muy maravilloso, sentía la esperanza que al fin podrían estar juntos, así que lentamente comenzó a tocar nota por nota.

<< Llegaste a mí, cuando menos lo pensé;
llegaste a mí, cuando nunca imaginé;
y estuviste junto a mi enseñándome a vivir;
fuiste como una luz en mi obscuridad.

De lo más profundo hoy déjame amar,
amar tú vida hoy, quiero entregarte todo lo que soy;
De lo más profundo me amaste en verdad,
y te amo amor, eres toda mi verdad.

Llegaste a mí, cuando menos lo pensé;
me sostuviste y me enseñarte a querer;
llegaste como una luz dentro de mi obscuridad
y me enseñaste a vivir y a dejar de llorar;
estuviste junto a mí, enseñándome a amar y me enseñaste a vivir y ser feliz>>

Su voz acompañaba aquella melodía, quizás no tenía la voz más hermosa del mundo, pero cada palabra salía de lo más profundo de su corazón, y sin poder contener más su llanto se recostó sobre el piano a desahogar su tristeza, faltaba exactamente una semana para dejar ir cualquier esperanza, pero dentro de todo aquello que había, Un milagro sucedió ¡Damian despertó!

-Paola

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