Capitulo XLV

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CAPITULO XLV

El rostro de Abigail estaba inexplicable, no podía creer que estaba pasando, volteo a ver a don Martin y don Rodolfo y ambos también tenían una mirada de desconcierto.

—¿Qué sucede? —preguntó Abigail perpleja.

—¡Mucho gusto mi nombre es Damian! —extendió la mano— ¿Cuál es su nombre?

—Díganme que esto no es cierto— lloró volteando a ver a su alrededor.

—A usted si la recuerdo perfectamente señorita de ojos hermosos y sonrisa angelical —sonrió Damian— pero no recuerdo su nombre.

—No, no comprendo.

—Al parecer Damian tiene una laguna mental pero dentro de toda esa laguna a usted si la recuerda perfectamente Abigail —dijo don Martin un poco preocupado— despertó preguntando por la señorita del lago.

—Vamos a estar afuera jovencita, avísanos si necesitas algo —dijo don Rodolfo amablemente.

—y entonces ¿Te llamas Abigail?

-Sí, así es.

—Gracias por venir —sonrió él.

—Gracias a ti por recordarme.

—¿Crees que te podría olvidar? Eso nunca Abigail.

Una mirada se cruzó en ambos como si algo los uniera y solamente necesitaran estar juntos, las palabras sobraban y de un momento a otro, sus labios se juntaron muy suave y despacio>>

—¡Buenos días hija! —decía doña Eva entrando a su habitación y abriendo las cortinas.

—¿Tía? —preguntó Abigail muy exaltada.

—¿Quién más puedo ser? Supongo que no vas a ir a ver a Damian.

—¿De qué hablas? —preguntó Abigail muy confundida.

—¿Qué pasa contigo Abigail? Son las 11:00 p.m. creo que dormir demasiado te creo una laguna mental.

Abigail estaba confundida, no podía creer que todo aquello había sido un sueño, un espantoso sueño.

—¿Damian no ha despertado entonces?

—¿De qué hablas?

—¿De qué hablas tú tía no entiendo?

—Abigail Damian lleva tres meses en coma, recuérdalo.

—¿Tres meses?

—Sí tres meses justo ayer los cumplió, Abigail no entiendo de lo que hablas.

—Estoy confundida, soñé que Damian había despertado y había perdido la memoria pero que a pesar de todo me recordaba —dijo Abigail muy embrollada

—Abigail enserio lo siento, creo que esto es muy difícil para ti, pero todo eso fue un sueño cariño, Damian no ha despertado y para este tiempo nadie sabe si lo hará.

—Damian no puede seguir en coma tía por favor —lloró.

—Lo siento mucho cariño, pero es la realidad.

—¿Quieres ir a verlo?

—No lo sé, tía estoy confundida, fue un sueño tan real.

—Quédate aquí en seguida te preparo un té de tilo para que te relajes.

Abigail se agarró la cabeza y al voltear a ver a su alrededor se percató que ya no se encontraba en la ciudad, estaba en el pueblo.

—¡tía, tía! —gritó.

—¿Qué pasa cariño? —contesto inmediatamente doña Eva.

—¿Qué hago aquí? —preguntó Abigail exaltada.

—¡Hija! Pero amaneciste más confundida que… recuerda ayer trajeron a Damian para el pueblo y tú viniste para acá para acompañarlo.

La mente de Abigail por un momento volvió en sí, con dificultad, pero volvió. Damian tenía exactamente tres meses en coma y ese último mes sus padres habían logrado llevarlo a su casa para esperar a que reaccionara antes de dejarlo ir si no lo hacía. Era una decisión con la cual estuvieron todos de acuerdo, pero el subconsciente de Abigail no se lo permitía.

No podía pensar en la tonta idea de dejar ir a Damian, los tres meses se había dedicado día tras día en ir a verlo, y concentrarse únicamente en él. Su vida personal únicamente giraba en torno a la camilla de Damian y las pocas veces que iba a la academia.

En ese tiempo había conocido a Esteban el medico encargado de Damian, era un joven muy apuesto de buena familia y posición social, quien se había interesado mucho en ella, y aunque Abigail siempre se había vuelto firme ante tantas galanterías, incluso hasta la familia de Damian le hacían ver que estaba joven y su vida tenía que continuar al ver que la salud de Damian no evolucionaba.

Esteban era apuesto, quizás era la versión más acertada de cómo se imaginaba Abigail a Damian cuando no conocía su rostro, pero a diferencia de Damian, Esteban era más liberal para su época, era más directo, menos sensible, y aunque a Abigail le disgustaba su forma tan rustica, muy en el fondo no le era indiferente.

—Estoy muy agradecido por el amor tan fiel que le has demostrado a mi nieto, pero creo jovencita que estas joven y no puedes estar esclavizada a una camilla de hospital —recordaba las palabras de don Rodolfo— y ese muchacho Esteban suena que es agradable.

Abigail no terminaba de volver en sí, aunque recordaba aún le era costoso darse cuenta que Damian no había despertado, y tampoco había perdido la memoria ¡simplemente todo ese tiempo había sido un vegetal! Su sueño había sido tan real que pensar que era un sueño era muy confuso para ella, y difícil de lograr que su mente y corazón aceptará la verdadera realidad. Y reflejaban unicamente una cosa ¡no quería que Damian muriera!

-Paola

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