Capítulo VIII

3.5K 212 13
                                    


Durante una semana completa Abigail no tuvo ninguna noticia de Damian, fue todos los días fue al lago y en ninguna ocasión se lo encontró.

Así que pretendió volver a ser ella, la típica ciega amargada;  pero su tía Eva no estaba en planes de tolerarle más insolencias, así que simplemente la comenzó a tomar más en cuenta para que le ayudara con los quehaceres del hogar. 

Pero aunque Abigail lo disimulara ella ya no era la misma, y en silencio se preguntaba cómo era posible que se sintiera tan sola por el hecho de no ver a una persona quien hace tres semanas atrás no conocía, y a quién solamente había visto cinco veces.

Estefania sabía que algo pasaba con su hermana pero trataba de no meterse en el asunto, Abigail nunca les había contado sobre su salida con Damian y sobre  lo que pasó, así que trataba de mantenerse al margen del asunto.

—Estefania, Estefania —decía doña Eva mientras su sobrina la ayudaba con las bolsas del mercado —¿A qué no te imaginas a quién me tope en el pueblo hoy?

—No tía, ¿A quién?

—Al joven Damian, iba acompañado de la señorita Laura ya sabes, la hija del alguacil del pueblo, la que te presente aquella noche en el salón.

—Sí, si lo recuerdo ¿Y qué con eso?

—Que según la señora Cortez, esos dos andan juntos.

—Por favor tía no le vas a creer a la señora Cortez ¿Verdad? Ya tú sabes cómo es de comunicativa para esos asuntos, de igual manera no le veo el chisme.

—Como serás de inocente Estefania, sucede que eso únicamente demuestra que seguramente tú hermana cansó al señor Damian y este ya se ha buscado otra.

—No creo eso, quizás y peque por inocente pero nunca imaginaria que un joven como Damian sea de ese tipo ¿Tú viste la forma en la que vio a mi hermana ese día que vino a recogerla?

—Sí Estefanía, pero el sentimiento solamente se notó por parte de él y no de ella, perdona si estoy siendo demasiado mal pensada pero no creo que haya hombre por muy noble que sea que esté dispuesto a aceptar el carácter de Abigail, y muchos menos viniendo de un hombre tan atractivo como lo es el joven Damian.

—¿Puedo saber sobre qué están hablando? —preguntaba Abigail mientras se asomaba por la puerta de la cocina.

—Chismes, chismes del pueblo.

—Bien, me gustaría saber sobre ellos.

—Es sobre el señor Damian, según dice la señora Cortez ha iniciado una relación con la señorita Laura.

Abigail simplemente guardo silencio.

—Sigo pensando en qué esos realmente son chismes y no hay nada de verdad al respecto —replicó Estefania mientras seguía guardando las compras.

—Si la gente lo dice seguramente debe ser cierto, creo yo —dijo Abigail sintiendo unas fuertes pulsadas en su pecho ¡estaba celosa!

—Abigail, iré a la librería del pueblo ¿te gustaría acompañarme? —Preguntó Estefanía.

—Sí, sí me parece bien, estos días no he salido y me encantaría hacerlo.

—Les agradecería si aprovechando me pueden traer un poco de pan, he ido al mercado y olvide comprarlo por completo —decía doña Eva desde la puerta de su casa.

Pasaron unos cuarenta y cinco minutos hasta que la paciencia de Abigail se agotó dentro de la librería, siempre disfrutaba enormemente las salidas a comprar libros pero últimamente se le hacía fastidioso después de cierto tiempo.

—Estefania quisiera tomarme un café caliente en la cafetería aprovechando que hace un poco de frio, según recuerdo está acá a la vuelta, así compras tranquila y te espero más cómoda a qué termines.

—¿Por qué? ¿Qué paso?

—Solamente resulta que no hay mucha variedad de audiolibros así que mi paciencia ya se agotó y no pretendo interrumpirte.

—Sí, está bien déjame te acompaño y luego vuelvo.

—No te preocupes está a la vuelta así que creo puedo sola.

—¡buenas tardes señorita! ¿En qué le puedo ayudar?

—Tráigame un café caliente por favor y si lo puede acompañar con leche estaría encantada.

—¡claro señorita! Enseguida se lo traigo.

No pasaron ni cinco segundos de que el camarero se fuera cuando se escuchó como alguien comenzaba a interpretar cierta melodía en el piano, así que aquél café con leche tuvo un mejor sabor acompañado de hermosas notas.

—¿Puedo saber quién está tocando? —Pregunto Abigail

—Es Damian el hijo de don Martin, respondió el mesero.

—Me gustaría saludarlo, ¿no sé si puedo? –

—¡Sí claro! Venga le ayudo.

— ¡Hola Damian! —Decía Abigail mientras el camarero se retiraba.

—¡Abigail! —respondía Damian sorprendido —¿Qué haces aquí?

—Vine a acompañar a Estefania a la librería, pero me aburrí y vine  a tomar un café caliente y me sorprendí mucho cuando me dijeron que eras tu quien tocaba, espero no te moleste.

—No claro que no, no molestas.

—¿Quieres acompañarme a tomar una taza de chocolate aprovechando que ya estoy terminando?

—Sí, si está bien, gracias.

—Enserio me da mucho gusto de verte Abigail.

—A mí también —sonrió— ¿Así que tocas el piano aquí?

—Sí, sí, aquí trabajo y aprovecho para poder poner ambiente un momento.

—Es una muy buena idea, es hermoso que la melodía del piano acompañe con este frio.

—¡Qué gusto que te haya gustado!

—Puedo preguntar algo —decía Abigail muy nerviosa, no quiero que me lo tomes a mal pero he escuchado algo sobre que estas saliendo con la señorita Laura, y me gustaría saber si es cierto.

Damian sonrió un momento al escuchar la pregunta.

—Tú ¿Qué crees?

—No lo sé, es por eso que te lo pregunto.

—No Abigail, aunque sí pero solamente para ponernos de acuerdo en una feria ganadera que tenemos pensado hacer, por lo demás no, ¿Enserio crees que voy a olvidar tú mirada tan pronto?

—Me gustaría saber cómo te llamas Damian —dijo Abigail un poco sonrojada

—Ya lo sabes ¿o no?

—Sí, pero y ¿Tú apellido?

—Door, Damian Door. –Ja, ja, ja, así que tienes apellido de puerta, sonrió Abigail. –sí, lamento decepcionarte, replico él con una carcajada, enserio eres malvada conmigo.

—Quería disculparme contigo por lo de aquella noche.

—No tienes por qué, yo entiendo así que mejor olvídalo.

—Enserio no quería portarme así es solo que, me cuesta creer… -¿Qué? ¿Qué me interese en ti?

—Sí.

—No tendrías porque, Abigail tienes que aprender a qué lo que paso es parte del pasado y no sé qué es lo que hayas vivido en todo este tiempo, pero no puedes pretender quedarte allí por siempre —Decía Damian mientras la tomaba de la mano, si no te he buscado en estos días es porque he decidido darte tiempo, para que pienses todo al respecto pero yo estaré esperándote, no te preocupes por ninguna Laura por favor —sonrió— no importa Abigail el tiempo que necesites sólo ten en mente algo, ¡eres maravillosa! Y no importa a qué día,  hora, minuto o segundo te des cuenta, yo estaré allí para ti.

DE LO MÁS PROFUNDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora