CAPITULO XXXVIII
—No tenía idea de todo eso tía —dijo Abigail, abrazando a doña Eva.
—No te lo hubiera contado, si no lo hubiese sentido necesario, ahora prepárate que tenemos que ir a la capital —respondió doña Eva volviendo a su tono de autoridad.
—¿Vas a ir conmigo?
—Por supuesto, necesito conocer al bebé de tú hermana —se limpió las lágrimas— además te hará bien regresar a la ciudad, te va a servir para pensar.
—¿Por eso te enojaste conmigo tía?
—¿Por qué cosa?
—¡por qué lo deje! —suspiro Abigail.
—Sí, no podía creer que lo hicieras y peor aún verte cometer los mismos errores que yo —dijo doña Eva mientras se colocaba su sombrero y tomaba su abrigo—aunque al mismo tiempo te entendía, pero anda hija, apúrate.
—Pero Damian se va a casar tía, ya no puedo hacer nada
—¡claro que sí! aun puedes hacer mucho y tienes que comenzar por hablar con él, nunca sabrás si te ama o no si no se lo preguntas, muchas veces te mostro sus sentimientos así que ahora que están distantes te toca descubrirlos por ti misma.
Abigaíl solamente suspiro y prefirió guardar silencio, a pesar de la historia de su tía Eva, no podía evitar sentirse con el corazón roto por saber que Damian se casaría, tenía miedo a que, si hablaba con él, la rechazará así que simplemente decidió ya no pensar o pensar menos en el asunto.
Los días se fueron pasando poco a poco, doña Eva había decidido que se quedaría por bue tiempo en la capital para ayudar a Estefania con el bebé, no era que doña Elia no la ayudará, pero para ella era gratificante estar atendiendo a un pequeño bebé.
En la academia todo estaba mejor que antes, el poder ver, hacia que todo mejorará y que Abigail tuviera un mejor control, ante todo. Fue un día tranquilo, aunque algo diferente se respiraba, normalmente el clima de la capital era un poco más caluroso comparado al del pueblo, pero esa tarde en especial estaba nublado y había un poco de frio, el aire soplaba muy fuerte como si amenazara que iba a llover.
Todos en la academia ya se habían ido, solamente Abigaíl se había quedado para organizar unos pendientes que tenía, aunque el clima de aquella tarde hacia que pensara más que de costumbre en el pequeño pueblo, cuando salió lo primero que hizo fue cerrar los ojos para respirar y sentir aquel clima frio y al mismo tiempo tan acogedor que había, que tanto le recordaba al pueblo y con ello a Damian.
Cuando en eso sin darse cuenta y volviendo en sí, tropezó con un joven.
—Perdón, perdón —dijo Abigaíl, quien se quedó impactada por el atractivo físico de aquel muchacho. ¡Estaba sorprendida por verlo! —Perdón, no te vi, estaba distraída —dijo Abigail muy apenada mientras se agachaba para recoger un cuaderno que se le había caído.
El joven solamente la vio detenidamente, tenía unos ojos verdes tan impactantes que le ocasionaron un escalofrió a Abigail, pero no pronunció ninguna palabra.
—Bien, enserio lo siento mucho —se despidió Abigaíl y se fue— Qué hombre tan desagradable no pudo decir si quiera un “está bien” —pensó.
Si tan solo hubiese sabido que aquel joven tan a puesto era Damian todo hubiese sido diferente.
Damian estaba sorprendido, no tenía ni idea sobre que Abigaíl podía ver, estaba perplejo de tal modo que por eso no dijo ni una sola palabra. Su corazón se llenó de felicidad por saber que Abigail había recuperado la vista, pero al mismo tiempo se sintió mal que no lo hubiera podido reconocer.
Así que solamente se quedó observándola mientras se alejaba de su lado, Abigail siguió caminando por la acera sin explicarse aquella sensación tan extraña y agradable que sentía a la vez.
Aquel encuentro con el muchacho dejo a Abigaíl muy pensativa el resto de la tarde y toda la noche, no se lo pudo sacar de la cabeza ni siquiera para cenar.
—Enserio que, que mal educado, guapo, pero mal educado —pensaba mientras jugaba con la comida —no poder decir si quiera “está bien” qué le pasa.
—Pasa algo hija —preguntó doña Elia.
—No, nada, solamente estaba pensando en otras ideas que quiero implementar en la academia y la verdad no tengo hambre —evadía el tema Abigaíl levantándose de la mesa.
—Está bien hija, feliz noche.
—Feliz noche mamá
Abigaíl pensaba una y otra vez en aquel joven desconocido, en sus ojos, su tez, su pelo. Aquel extraño había deslumbrado por completo a Abi, y se sentía extraña porque sentía que estaba traicionando a Damian de pensamiento con un desconocido, sin saber que se trataba de la misma persona.
—No puede ser, no puede ser Abigail ¡suficiente! —se decía mientras seguía dando vueltas en su cama
Al día siguiente se fue lo más rápido que pudo para la academia, ni siquiera desayuno, estaba muy decidida a poner en marcha muchas ideas y así ver si se le olvidaba aquel encuentro tan desagradable y el culpable de que una noche antes no haya podido dormir bien.
—¡Buenos días Mariana! —saludó Abigaíl a su entrada.
—¡Buenos días Abi! —respondió Mariana— te trajeron algo, lo deje sobre tú escritorio.
—Gracias —dijo Abigaíl.
Cuando entró a su oficina sus ojos se hicieron más grandes de lo normal, un arreglo de rosas rojas estaba sobre su escritorio, nunca se había imaginado que algo así era lo que le había llegado, estaba deslumbrada por tan bello regalo, pero más deslumbrada quedo aun cuando leyó el remitente.
<< ¡Hola señorita Abigail!
Perdone si soy impertinente, pero él encuentro de ayer me dejo fascinado con su persona, por lo mismo pregunté a algunas personas que estaban cerca y me señalaron su nombre y que trabajaba en esta academia, lamento mucho si le molesta este pequeño detalle, pero creo que cometí una falta de respeto al no saludar si quiera y no responder a sus disculpas.
Pero déjame decirle que me dejo perplejo con toda su belleza.
Atentamente.
Un admirador (aunque usted sabe
perfectamente quien soy)>>—¡Abigail! —dijo Mariana.
—¿Qué paso Marina? —respondió Abigaíl sin salir de su asombro.
—¡Abigail! —volvió a decir Mariana.
—¿Qué sucede Mariana? —preguntó Abigail aún sorprendida.
—Él Joven que está afuera, creo que te está saludando a ti.
—¿Qué? —pregunto nuevamente Abigail.
—Mira —señalo Andrea.
Damian estaba cruzando la calle, estaba saludando muy amigablemente, aunque para Abigail era simplemente un hombre extraño que por alguna razón le había enviado rosas, y que ahora estaba cruzando la calle saludando.
Andrea y Mariana ya sabían perfectamente de quien se trataba, pero Damian estaba decidido a reconquistar a Abigaíl que les había pedido de favor que no dijeran ni una sola palabra al respecto y que al contrario fueran sus cómplices
—¿No lo vas a saludar? —preguntó Andrea.
—No tengo porque ni siquiera lo conozco —replico Abigail con su tono sarcástico—
ahora si me permiten, tengo mucho que hacer.Abigail pretendió fingir que no le importaba ninguno de los dos detalles, pero en su interior tenía una lucha de sentimientos que no terminaba de comprender. —¿Por qué siento esto por un extraño? —se preguntaba.
-Paola
ESTÁS LEYENDO
DE LO MÁS PROFUNDO
Romance*Sin editar Hay una línea muy delgada en lo que pudo ser y lo que será. Abigail es una mujer joven que ha pasado la peor desilusión de su vida luego que su prometido la engañara a pocos días antes de su boda, y pareciendo que la vida se ensañó con e...