Capítulo 9: Stolls y Gardners

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Travis P.O.V

Qué aburrido estaba ese día con Connor en mi casa. Por más que intentábamos hacer algo, no nos salía y se podía algo muy serio.

—Y... ¿si vamos compramos palomitas y vemos una película? —sugirió Connor.

—No, lo hicimos ayer; no quiero hacerlo de nuevo.

Quedamos en silencio de nuevo, sentados en el sillón de la casa mirando el techo. Desvié mi mirada a un lado, mirando a la barra de la cocina. Había un jarrón con flores margaritas y tulipanes. Me hicieron recordar a las hermanas Gardner, y eso me molestó por uno instantes, pero luego se me ocurrió algo.

—Connor...

—¿Sí?

—Es hora de encender el auto. —le dije.

Él ya suponía que le haríamos una broma alguien o robaríamos algo; sólo que no sabía a quién.

Nuestros padres no estaban ese día. Papá trabaja en una empresa de correos y mamá es maestra de kinder; por lo que pasamos mucho tiempo sin ellos, y de más con nuestros amigos.

Cuando estábamos en el auto, hablando y diciendo tonterías, mi teléfono comenzó a sonar. Connor dejó de reír y murmuró:

—Otra vez.

Pide los ojos en blanco cuando dijo eso. Luego contesté. Era mi novia, Ángela; no le agradaba en nada a Connor según él porque su personalidad es como la de Drew pero cuando estaba conmigo o con ambos intentaba ser como nosotros. Muchas veces mi hermano y mis amigos, hasta mis padres, me pidieron que la terminara, pero aún no sentía que era el momento adecuado.

—¿Hola? —pregunté.

—Hola, corazón. Esta noche voy a ir a tu casa y hacemos algunas bromas, si tú quieres.

—¿Quééééé? —susurró Connor, haciendo señas de negación.

—N-no creo que tengas que venir hoy. Estoy con Connor dando un paseo. Mañana voy por ti y vemos una película, ¿sí?

Se formó un silencio al otro lado de la línea.

Díle a Connor que ahora lo odio más. —luego colgó.

Connor estalló en risas mientras yo me dedicaba a pensar en cómo demonios mi iba a disculpar con mi novia hecha una furia.

—Termina con ella, Trav.

—Cierra la boca, Connie.

—¡Oye! ¡Que no me llamaras así! ¡Es nombre de niña! —protestó.

Fue mi turno de reír. Pese a que estábamos en el auto, camino al desaburrimiento, no teníamos ni idea de qué íbamos a hacer después de todo.

—¿Y si vamos a la dulcería a hacer lo que más nos gusta? —pregunté.

Connor me dio una mirada telepática con la cual ya tenía todo resuelto.

—Vamos a la dulcería, mi hermano.

Aceleré un poco la velocidad, ya que no había tráfico. Extraño si vives en Nueva York.

De reojo vi que Connor abría la guantera y sacaba su pasamontañas.

—¡¿Qué haces?! —le exigí. Él pensaba robar la tienda con pasamontañas. —El pasamontañas es para cuando queremos robar algo en Goode a Dionisio, no para la dulcería.

—Tienes razón, ¿en qué estaba pensando?

En poco tiempo estaba estacionando frente a la dulcería preferida de los hermanos Stoll, los más lindos de la ciudad.

Un cliché más [CONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora