Capítulo 45: ¡Quiero mi canonización!

587 61 9
                                    

Nico P.O.V

-Tienes que comer algo que no sea una Cajita Feliz de MacDonall's.

-Si vuelves a decir eso, no volveré a comer contigo.

-Lo diré nuevamente porque me preocupo por ti, di Angelo.

Will golpeó mi cabeza con una revista de medicina. Estábamos sentados solos en una mesa tomando nuestro almuerzo. Yo no ponía mi confianza en la comida de la escuela, así que la depositaba en una compañía que genera obesos, como lo hace la gente normal.

-¿Pediste la ensalada de frutas? -me miró con una ceja levantada.

-Por supuesto que no. -contesté, como si fuera muy obvio que no quiero unas sospechosas manzanas. -No sabes dónde estuvieron esas manzanas.

-Tampoco sabes dónde estuvo la vaca con cuya carne hicieron esa hamburguesa del demonio. -me la quitó de las manos, y yo protesté en respuesta. -Te comerás mi almuerzo.

-Ew, no. -puse cara de asco.

-Mi almuerzo es delicioso.

-Sí, lo sé. El problema es que... estás comiendo cereal y... -comencé a mirarlo, para que entendiera.

-Okay, pediré otra cuchara. -se puso de pie.

-¡No! ¿Y si la pisaron las cucarachas en la noche?

Will me miró inexpresivo por varios segundos, luego suspiró profundamente como para no perder la calma. -No sabía que eras tan asquiento.

-Ahora lo sabes.

-Te vas a comer toda ese cereal de frutos secos.

Al igual que yo, Will traía su propia comida. Fue así como acepté comer su almuerzo, bajo su severa mirada.

-Ni siquiera sé por qué estamos comiendo, en media hora va a ser lo de Santa Secreto.

Yo había sacado a Regina Johnson, de cuya existencia me había enterado cuando abrí el maldito papelito.

Además de comer el aburrido desayuno de Will, comí en el compartir dulces, pizza y mucha coca cola. Sin embargo, el rubio me invitó a comer una malteada después de clases y fui con él.

El hecho de que no haya muerto por todo eso es un milagro. ¡Quiero mi canonización!

Annabeth P.O.V

Recibí mi regalo, no podía creer de quien se trataba. No estaba avergonzada de Rachel, ni de que fuésemos amigas (aunque no en ese momento); pero sí fue incómodo levantarme, decirle gracias y darle una sonrisa, para que todos tuvieran algo que decir después.

El regalo estaba envuelto, y pese a que todos me pedían abrirlo no quería hacerlo allí. Entregué el regalo a la persona que yo había sacado, y regresé a mi lugar. No sabía cómo manejar esa situación.

Cuando todos terminaron de dar sus regalos, el Sr.D dio una noticia que puso felices a todos: continuaríamos con el juego de fútbol. Se suponía que serían en noviembre, pero tras el accidente todo se retrasó. Entonces haríamos la presentación de las porristas... en minifalda... en invierno.

-Juro que si me resfrío lo mataré. -murmuró Clarisse, colocándose una gorra negra en su cabeza y dándole la vuelta.

-Tendrán que cubrirnos, ¿verdad? -preguntó Hazel.

Se suponía que la competencia iba a ser intercolegial. Pero la temporada de juego ya había pasado, por lo que se organizó todo para hacerlo a nivel escolar. Habían sacado otros equipos de porristas, de otros grados. Al igual que los equipos de fútbol.

Luego de la escuela me fui con Rachel en mi auto. No dijimos una sola palabra hasta estar en él, y comenzó por mí, con la frase más absurda:

-Estoy estancada en todo. -comenté mientras manejaba. -La escuela... casi toda mi atención está puesta en ella, intento mantenerme como estoy. Luego de lo que pasó, no tengo ganas de hacer nada además de hablar con mis amigos y escuchar música. Me siento gris.

-¿Te sientes enojada contigo?

-No. Tampoco estoy triste, sólo frenada; estancada. Siento que lo que hago no está bien, no sé qué tan bien esté hecho.

Ella guardó silencio por unos segundos. -Eso no es exactamente de lo que quería hablar.

-Lo sé, pero fue una buena manera de comenzar. -ella soltó un bufido y luego una carcajada. Volvió al silencio.

-Si él te gustaba... -finalmente llegó. -¿Por qué me ayudabas?

Ahora era yo quien no decía nada. -Pues... en realidad es complicado, Rachel. No estoy al tanto de qué sepas de cómo actuabamos antes Percy y yo entre nosotros. Es como si nuestra relación hubiese sido cortada por una tijera. Me siento confundida con respecto a él; y realmente quería que tú fueras algo de Percy, pero nunca estuvo en mis planes que termináramos tan enredados.

Ella asintió y apretó los labios, captando lo que le quería decir. -Eso no importa ahora, porque me he dado cuenta que una relación con Percy sería muy hueca. Sin embargo, aún trato de descubrir si se debiese a que estás tú o porque no somos compatibles. -sonrió. -Tú sí lo sabes en el fondo, pero no sé si lo logres ver.

La miré de reojo. La pregunta que haría me sentía temerosa de hacerla, pero finalmente salió. -¿Lo superaste?

Ella miró al frente por casi un minuto. -Sí. No completamente, pero siento que se irá definitivamente cuando volvamos a actuar como buenos amigos.

-Señorita Dare, es el mejor regalo de navidad que he recibido este año. Felicidades.

Percy P.O.V

-Percy, ¿qué tienes? ¿No te gustó tu regalo de Santa Secreto?

Mi madre me miraba con sus ojos azules llenos de miel, con una sonrisa que parecía de ternura y de ironía.

-Sí, es sólo que... creo que me gusta alguien.

Su sonrisa se volvió rápidamente en una de interés, expandiéndose por todo su rostro. -¿Y desde hace cuánto viene siendo eso?

--Desde hace muchos años.

-¿Vas a decirme quién es?

-Es una chica de la escuela. Pero no sé si realmente lo nuestro llegará a alguna parte. -esta vez me dio una de esas miradas de ¿es en serio?

-Perseus Jackson, tú y Annabeth Chase son los únicos que piensan eso.

Comencé a reírme y ella se sentó conmigo en el sofá. -Ni siquiera preguntaré por qué la nombras.

-Percy; deberías decírselo.

-No lo sé, mamá. Antes no lo quería hacer porque estaba Rachel y pensaba que Annabeth no estaría con alguien como yo. Luego, cuando me di cuenta de que tal vez sí es así, ocurrió el accidente y sería de muy mal gusto que ella o yo fueramos "románticos" cuando todos están tristes.

-Bueno, tienes un punto. Pero eso ya fue hace tiempo, y va a pasar más. Hazlo cuando sientas que sea el momento, pero hazlo.

Se levantó de mi lado y me dio un beso en la mejilla. Amo a esa mujer.

Ay, Annabeth. Se ve tan linda cuando me regaña; pero más cuando dice que soy inteligente.

Un cliché más [CONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora