Capítulo 17: ¿Dónde está Malcolm?

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Annabeth P.O.V

Viernes en la tarde. Usualmente el mejor día de la semana; pero es aún mejor cuando ya no lo tengo que pasar con Rachel.

Por culpa de la chica me llevaron a dirección y me dieron un retraso en química. Normalmente ella no me importa, pero estaba en esos momentos sintiendo un gran odio por Dere.

Mi hermano y yo decidimos dar un paseo por el parque. Ahí me podía liberar y soltar todas las malas palabras que tenía acumuladas por esa maldita semana.

—¿Por qué no tenemos un perro como las personas normales? —me preguntó Malcolm.

—Tienes razón. Hay que hablar con mamá y papá. Aunque... ¿Recuerdas a la Señorita O'Leary?

Malcolm me miró con las tima. —Lo siento, hermanita.

—No me digas hermamita. —demasiado tarde. Malcolm ya me abrazaba penosamente en el parque.

—Voy por algo para comer. No te pierdas... hermanita. —salió corriendo antes de que le propinara una patada en el trasero.

Me senté en una de las bancas para esperar a Malcolm. Cuando Percy y yo éramos amigos, estábamos paseando mismo parque. Encontramos una caja que hubiéramos pasado por alto, pero escuchamos el llanto de un cachorro.

Cuando la abrimos, había una pequeña bola de pelo negra chillando. Miramos con más detalle la caja, vimos una nota que decía que sólo podían mantener a la madre y fue lo único que pudieron hacer por los cachorros. Junto a la nota había una foto con los demás perritos. La más pequeña era ella, además de que los otros tres eran de un color rojizo.

Llegamos a la conclusión de que ella no había conseguido a alguien que la quisiera porque era muy pequeña y delgada a diferencia de sus hermanos regordetes.

Nosotros la llevamos a casa de Percy porque en la mía estaba uno de mis primos con alergia a los perros. Ahí le dimos comida y el cuidado necesario. Sally decidió dejar que Percy se la quedara, lo que nos puso muy felices.

No veía a la Señorita O'Leary desde hacía 6 años. Nos peleamos el mismo año en que la encontramos, pero esa perra me conocía como otra de sus dueñas.

Me había sumergido en mis recuerdos, y no noté que alguien estaba gritando que se detuviera. Ese alguien era Jackson.

—¡Detente!... ¡Para, ya! ¡¿A quién buscas?!

Cuando me giré, la Señorita O'Leary se detuvo, entonces Percy suspiró y dejó de hacer fuerza. La perra negra me miró por unos segundos y luego corrió aún más rápido que antes hacia mí, y Percy fue arrastrado.

—¡Hola, Señorita O'Leary! —literalmente saltó hacia mí una perra del tamaño de un oso pequeño.

Percy había decidido soltarla cuando se dio cuenta que tenía decidido venir hacia mí. Yo comencé a hacerle mimos y ella no paraba de chillar como loca.

Percy se acercó notoriamente incómodo mientras se frotaba las manos. La perra retrocedió unos pasos y quedó a una corta distancia entre nosotros dos. Pasó la mirada de Jackson a mí repetidas veces. Para que parara, Percy decidió sentarse junto a mí.

Yo estaba realmente nerviosa e incómoda; pero intentaba que él no lo notara mientras abrazaba a la Señorita O'Leary. Sentía sus ojos puestos en mí, y me vi tentada a levantar a vista, pero sería embarazoso. Entonces me pregunté: ¿Dónde diablos está Malcolm?

—Hola, Annabeth. —habló finalmente.

Le sorprendió más a él que a mí, porque cuando decidí mirarlo a la cara, están levemente sonrojado.

Un cliché más [CONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora