Capítulo 12: Empujarlos al compañerismo

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Hazel P.O.V

Me sentía algo nerviosa. Los nervios eran como ácido que quemaba mis órganos muy lenta y dolorosamente. No sentía mis dedos, mis piernas dejaban de sostenerme.

—Papi, voy a salir con un amigo. —le dije de forma natural.

Mi padrastro bajó el periódico que sostenía. Su piel era pálida, tenía una barba de tres días; negra como su cabello. Sólo una cuantas canas, que le daban todavía más seriedad. Siempre había sido muy dulce conmigo, por eso temía su reacción.

—¿Un amigo?

—Sí. No lo conoces porque nunca... había hablado con él antes. Pero estos últimos días sí y nos llevamos bien. —intentaba sonar relajada.

Seguía inexpresivo. —¿Adónde piensan ir?

—Queremos ir al centro comercial y tomar un café o un helado, dar un paseo. No tardaríamos más  de dos horas. —lo último que faltaba por licuarse en mi anatomía eran mis cuerdas vocales.

—Y... ¿Tu hermano lo conoce? —le dio un sorbo a su taza.

—Sí. Pero no interactúan. 

Se quedó analizándolo un rato. Su mano estaba en su mentón, el periódico en su regazo y su taza con café en la otra mano.

—Puedes ir. Pero si el chico no me parece te quedas. —me advirtió.

—¡Gracias, papi! ¡Gracias, gracias, gracias! —le di un fuerte abrazo y por poco riego el café.

—De nada, querida.

Subí las escaleras rápidamente mientras todos mis órganos volvían a hacerse sólidos y funcionaban bien otra vez.

***
Cuando estaba lista y bajé las escaleras, Frank estaba sentado mientras tenía una conversación muy profunda con mi padre. Todo parecía estar extrañamente bien.

—Hola, Hazel. —me saludó Frank.

—Haz, no pensé que fuera tan agradable. Espero que la pasen bien.

—Claro, papi.  

Me acerqué a la puerta con Frank, y recordé algo muy importante. —No le digas a nadie con quién estoy.

—¿Por qué? —me preguntó extrañado.

—El mundo no está preparado para esto. —le dije para distraerlo.

Funcionó. —Supongo... Adiós.

—Adiós. —le dijimos los dos.

Cuando estábamos camino al auto, suspiré aliviada. Logré salir con Frank antes de que Nico llegara y mi papá sospechara algo.

—Por ese suspiro supongo que todavía no sabe que esta va a ser nuestra séptima cita como novios no-oficiales. —me dijo Frank.

—No.

—Y... ¿cuándo se lo vas a decir?

—Todavía no está listo. Piensa que sigo siendo muy joven. Tu tienes dos años más que yo. Además, no le hemos dicho a ninguno de nuestros amigos. ¿Te imaginas lo que pasaría con Nico si se entera que muy probablemente seamos novios en un futuro quizás no muy lejano? —comenzaba a sonar histérica.

Frank soltó una leve carcajada. Abrió la puerta del copiloto en donde me senté. Él rodeó el auto y se sentó junto a mí.

Desde que comenzamos a salir, nos conocimos mejor. Ésa era nuestra séptima cita, pero todavía no eramos oficialmente novios, ni nos habíamos besado nunca. Literalmente nadie sabía que estábamos saliendo; aún no era el momento adecuado.

Un cliché más [CONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora