All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One Direction

LXXVII

[Punto de Vista Louis]

Pasadas las once de la noche, después de ver Love Actually y de que mi llorona preferida acabara llorando, entramos en mi habitación.

- No me puedo creer que llores tanto.

- Ay, pues si no te gusta, déjame.

- Sí, hombre -puse los ojos en blanco.

Dejé el móvil en la mesa y observé como Judith se empezaba a quitar la camiseta.

- ¿¡Qué haces!? -Exclamé.

Se detuvo en seco, sobresaltada, y mirándome con los ojos muy abiertos.

- ¿Eres tonto? Qué hago de qué. ¡Qué susto!

Reí y se bajó la camiseta, sonriendo.

- Qué haces quitándote la camiseta.

- No voy a dormir con ella, para eso me has obligado a traerme aquí un pijama, ¿recuerdas? Fuiste especialm...

- No me refiero a eso -la corté-. Me refiero a... Qué haces quitándote la camiseta cuando es evidente que de eso me encargo yo.

Salvamos la distancia que había entre nosotros y nos devoramos en cuestión de segundos. Sabía que mi comentario la había provocado completamente porque, como bien la había demostrado antes, la conocía.

Obviamente, la quité la camiseta en cuanto tuve oportunidad. Y después el resto de ropa. Ella hizo lo mismo conmigo, despacio; sabía también que disfrutaba mientras lo hacía, sin dejar de besarme.

La tumbé en la cama y me coloqué sobre ella, obligándola a dejarme paso entre sus piernas. Besé cada milímetro de su cuerpo y cuando prácticamente me lo estaba suplicando me hundí en ella. Arañó mi espalda cuando comencé a moverme pero no me importó; también sabía que eso sólo significaba que me deseaba.

[Punto de Vista Judith]

Me apoyé en su pecho y supe que no iba a tardar demasiado en dormirme. Recé para que Louis no tuviera una noche demasiado habladora, porque aunque esa faceta suya era algo que me gustaba mucho de él, en esa ocasión necesitaba descansar.

- Oye -dijo al cabo de un par de minutos. Abrí los ojos y bostecé-. No te duermas, ¡eh!

- Tengo mucho sueño, Lou...

- Vaaale... Pero espera, primero te quiero preguntar una cosa.

- Dime -me restregué los ojos y me obligué a mí misma a despejarme.

Me incorporé, apoyando mi brazo en su pecho para poder mirarle con facilidad. Sabía que si le tenía delante podría hacer de todo menos dormir.

- Nunca me habías hablado de Alex -soltó de pronto.

- Eso no es una pregunta... -Fruncí el ceño.

Puso los ojos en blanco.

- ¿Quién es Alex?

Reí.

- Así mejor. De todas formas, estoy segura de que sí te he hablado de él. Es un amigo, le conocí hace... -Calculé mentalmente. Madre mía, hacía ya mucho tiempo-. Unos siete años. Iba conmigo al instituto.

- ¿Tiene tu edad, entonces?

- Tiene un año más que yo pero repitió curso, y se juntó con el grupo de chicos que eran mis amigos, así que empezó a ser mi amigo también.

- ¿Y por qué viene a Londres?

- Trabajo. Le han trasladado aquí. Qué curioso eres -le alboroté el pelo y sonrió.