III

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Judith

– ¿¡Que has hecho, qué!?

Existía una posibilidad bastante grande de que el grito de Rosa lo hubieran escuchado en España. Mis padres llamarían en unos minutos para asegurarse de que todo estaba en orden, estaba segura.

– Repítelo, Judith. ¿Louis Tomlinson te ha invitado a salir y lo has rechazado? ¿Qué es exactamente lo que pasa contigo?

Estaba a tres segundos de tirarse de los pelos. Reí ante esa imagen.

– Rosa, tengo novio –recordé.

– ¡Pero es Louis Tomlinson!

– Pero tengo novio. Escúchame, –corté sus intenciones de volver a hablar–. ni yo misma me creo que haya sido capaz de mirarle a la cara, con esos ojazos, y rechazar su propuesta, pero he hecho lo que tenía que hacer. No voy a engañar a Max.

– ¿Ni siquiera con Louis Tomlinson?

– Mucho menos con él, lo que me faltaba. Además, en realidad no lo he rechazado del todo... He abierto la puerta a la posibilidad de ser amigos.

– Has hecho lo que tenías que hacer –apoyó Alba, que parecía concentrada en su cena.

– Gracias –guiñé un ojo hacia mi compañera y volví a dirigirme a una ofuscada Rosa.

– Has hecho lo correcto, claro –terminó aceptando–. Si lo correcto es seguir con una persona que lleva semanas sin merecer estar contigo –suspiré y me recosté contra el sofá–. Y dime una cosa... ¿Cómo has conseguido mirar a esos ojos azules mientras decías "no"?

– No lo sé –admití–. Y probablemente no vuelva a ser capaz de hacerlo. Espero que no vuelva a aparecer, a pesar de todo.

– Volverá.

– Vaya que si volverá –rió Alba.

– ¿Eso creéis?

– No tengo ninguna duda al respecto.

Cerré los ojos. Me resultaba graciosa la idea de mantener una especie de amistad con él pero sus intenciones parecían ir mucho más allá y no sabía hasta qué punto podría negarme a dejarme llevar por la indudable atracción que despertaba en mí.

Max me llamó pasadas las diez de la noche. Suplicó perdón; fue una súplica. Accedí a quedar con él al día siguiente, una vez que saliera del trabajo. Entonces podríamos hablar tranquilamente y sólo entonces decidiría qué hacer al respecto. No sabía hasta qué punto la balanza seguía siendo positiva, no podía mentir a ese respecto, pero, como bien había apuntado, costaba decir adiós. ¡Era horrible decir adiós! Incluso aunque no estuviera segura de que mis sentimientos hacia él pudieran llevar la palabra "amor"; estaba a gusto a su lado, me reía a su lado y de no ser por sus estúpidas inseguridades esa relación marcharía de maravilla. ¿Había solución?

Louis

Fui sometido a un insistente interrogatorio por parte de los chicos, pero ningún detalle salió de mi boca; nada que pudiera revelar mi escapada nocturna. No quería que nadie pudiera meterse de por medio; mucho menos ellos.

Yo tampoco quería interferir en la vida de esa muchacha que me había cautivado y que respondía al nombre de Judith. Tenía razones para desanimarme teniendo en cuenta su estado sentimental, pero recordando la forma en la que se había dirigido a mí y sus lágrimas anteriores por un chico que, según parecía, no merecía su atención, no podía olvidar todo aquello. Esa chica me miraba de forma diferente, como hacía tiempo que nadie hacía.

Por suerte, la calle en la que Judith vivía no era un lugar transitado, menos a las horas en las que ella volvía del trabajo. Apareció poco después de que yo lo hiciera. Vestía con vaqueros, como las dos últimas veces que la había visto, y un abrigo marrón que presumía de ofrecer el calor que faltaba en las calles. Sonrió al verme y yo hice lo mismo.

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora