All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One Direction

VIII

[Punto de Vista Louis]

Camino al coche, me paré con dos chicas que rondaban los quince o dieciséis años, asintiendo cuando me pidieron una foto. Jamás me había desagradado esa parte de mi trabajo, al contrario, les sonreí tanto como pude y les di las gracias por apoyarnos. Sin ellas no éramos nada.

Pero lo cierto es que en esa ocasión no pude evitar mirar a Judith algo incómodo, incluso preocupado. Lo último que quería era que huyera de mí antes de darme la oportunidad de conocerla.

Quería ser más que su amigo, cuanto más tiempo pasaba con ella más claro lo tenía. Pero lo que teníamos de momento no estaba nada mal. La hacía reír, ella me hacía reír a mí. Y sabía que había tardado poco en empezar a valorarme, al menos en cierto modo.

Además, sabía que yo también le gustaba.

- Estás muy callado -dijo de pronto.

La miré después de colocarme en el asiento del conductor y negué con la cabeza.

- Supongo que tenemos que hablar -comenté-. Ha sido extraño que me pararan esas dos chicas, no sabía como te lo ibas a tomar...

Arranqué el coche y me obligué a mí mismo a no mirarla, algo que me resultaba muy difícil.

- No me importa que te paren, o que se hagan mil fotos, mientras no me saquen a mí -trató de explicarme-. No quiero ser conocida como la nueva novia de Louis Tomlinson, primero porque eso no es verdad así que no tengo por qué cargar con ello. Y segundo porque no sólo se trata de mí, se trata de Max, de mi familia y de mis amigos de España que aún no saben que un torbellino ha aparecido en mi vida.

- ¿El torbellino soy yo?

- Aham -respondió, sonriente-. Imagínate que se enteran por Twitter de algo que no es verdad, como que estoy saliendo contigo. ¿Qué pensarán?

- Mmm... ¿Qué eres una chica afortunada?

Reí y ella lo hizo conmigo.

- No quiero que me persigan cientos de cámaras al día.

- Que creída eres, tampoco eres tan guapa.

- Sabes a lo que me refiero -observé de reojo cómo ponía los ojos en blanco-. Una de las condiciones para ser tu amiga es enfrentarme a todo eso y no sé si estoy preparada.

- ¿Pero estás dispuesta? -Pregunté, con nerviosismo.

- Mmm... supongo. Me caes muy bien.

Levanté un brazo en señal de victoria, cerrando el puño.

- Tercera vez que me dices eso hoy.

- Estás como las cabras, también quiero que lo sepas.

- No sé a qué viene ese comentario -me hice el tonto y pude ver cómo sonreía a mi lado.

Se quedó unos segundos callada y entonces se giró para mirarme con más facilidad.

Ella sí me ponía muy nervioso.

- ¿Sabes lo mejor de ti? Que estás como las cabras y aun así se puede hablar contigo. A veces pareces hasta sensato.

- A veces dice. ¡Lo soy siempre!

- Louis, por favor, querías imitar a una vaca comiendo hierba en medio del campo del Arsenal.

Reí a carcajadas.

- Y no sé por qué no me has dejado. Eres un poco aburrida.

- No lo has hecho porque hasta tú mismo te has avergonzado de tu comportamiento. Desde cuándo necesitas el permiso de alguien para hacer algo, a ver.