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[Punto de Vista Liam]
Me dediqué, durante un buen rato, a observar cómo Ana seguía durmiendo, ajena al remolino de pensamientos que se aglutinaban en mi cabeza y amenazaban con no dejarme en paz en todo el día. Nada diferente a lo que estaba acostumbrado a experimentar últimamente.
Esa chica iba a acabar conmigo.
Respiró con fuerza y se dio la vuelta, dándome la espalda. Acaricié su brazo izquierdo con cuidado de no despertarla y suspiré.
Sabía que tenía intención de volver a España; al menos, sabía que estaba dando vueltas a esa idea. Me obligué a ser sincero conmigo mismo y a no esquivar el sentimiento de pérdida cada vez que la idea de tener lejos a Ana venía a mí. Me dolía imaginarme a muchos kilómetros de ella; pero hacía tiempo que había tomado una decisión.
Y no me atrevía a cambiarla. No me atrevía a arriesgar.
No me atrevía a imaginarme sin Sophia, porque la experiencia me decía que no sabría estar sin ella. No podía estar sin ella.
Me dolía que Ana se fuera; pero aún más me dolía la idea de que se quedara. Me dolía aún más tenerle cerca y saber que eso no podría ser. Porque no podía ser.
Pero, muy por encima de lo demás, me dolía pensar que pudiera hacerle daño. Y por eso, sobre todo por eso, debía marcharse, alejarse de mí y olvidarse de esto.
Porque yo no iba a saber hacer feliz a esa maravillosa chica.
No sabría porque otra persona ya me tenía completamente atrapado y no veía manera de salir de ello.
Su respiración cambió de velocidad y pude intuir que estaba desperezándose. Observé cómo se llevaba ambas manos a la cabeza y cambiaba la postura de su cuerpo, colocándose boca arriba, aún con los ojos cerrados. Sonreí. Me gustaba verla recién levantada.
Abrió un ojo y lo dirigió hacia mí, provocando una nueva sonrisa.
- Creí que lo había soñado.
- ¿El qué? -Pregunté, con dulzura, acercándome a ella sin apenas darme cuenta.
- Que estabas aquí, conmigo -había nostalgia en sus palabras-. ¿Ha pasado algo entre nosotros?
- No.
No, no habíamos hecho nada. Y no había sido fácil teniéndole al lado.
- Ah -se limitó a decir, restregándose los ojos.
- Ana, yo... Tengo que irme, ¿vale?
- Claro, podías haberlo hecho antes, en realidad.
- Quería estar cuando despertaras.
Nos miramos.
- ¿Tienes algo que decirme? -Preguntó.
- En realidad, no mucho. Esto es muy extraño, ni siquiera entiendo bien por qué siento siempre la increíble necesidad de tenerte a mi lado. De cuidar de ti -alzó la mano con rapidez y la posó en mi rostro, acariciándome con ternura-. Esto sólo nos hará daño a los dos -sentencié.
Ana entendió perfectamente a qué me refería y bajó la mirada.
- ¿De verdad la eliges a ella?
Un hilo de voz salió de su garganta y me encogí, incapaz de asimilar la pregunta que acababa de hacerme. ¿Cómo explicarle que no tenía opción? ¿Cómo explicarle que temía no poder liberarme nunca de lo que sea que Sophia tenía sobre mí?
Permanecí callado.
Una vez más, entendió todo.
- Vale... -Sollozó.
- Tú eres increíble -fue lo único que logré decir.
Busqué su mano entre las sábanas y la entrelacé con la mía.
- Pero la eliges a ella.
- Es difíc...
- Déjalo -interrumpió mis palabras y me miró con los ojos brillantes-. No tienes que darme explicaciones, en realidad. Gracias por quedarte esta noche conmigo, en serio -se inclinó sobre mí de manera inesperada y me besó en la mejilla-. Voy a darme una ducha.
Se levantó a trompicones de la cama y permanecí inmóvil hasta que salió de la habitación. Resoplé con fuerza y clavé mis ojos en el techo. ¿Era eso lo que quería?
¿Era a Sophia a quien quería?
Sí, la quería. Dejando a un lado la relación irrompible que había surgido entre nosotros, la evidencia de que no podría acabar con todo lo que nos unía... Sí, la quería. La quería.
Y Ana iba a irse, de eso estaba seguro.
Por eso tenía que poner un rumbo nuevo a todo eso, tenía que apostar de verdad por Sophia y por nosotros, tenía que apostar como nunca lo había hecho.
Porque si salía mal, puede que nunca me perdonara haberle dicho adiós a Ana.
Me incorporé en la cama con decisión, tratando de olvidar por unos instantes dónde estaba y con quién había pasado la noche.
Y supe que era el momento de hacer algo que llevaba mucho tiempo pensando hacer. Algo de lo que no había estado seguro porque, en realidad, nunca había estado demasiado seguro de por qué elegía a quien elegía. Pero ahora era el momento.
Pocas personas a mi alrededor aceptaban a Sophia; pocas personas a mi alrededor aceptaban lo que tenía con ella.
Y eso tenía que cambiar.
Caminé hasta el salón sabiendo quién estaría allí. Saludé con una mano cuando entré y Alba, Judith y Rosa me recibieron con una sonrisa.
- ¿Qué tal, chicas? -Me senté junto a ésta última y rocé su pierna.
- Ya era hora de que me dejarais mi habitación, ¿no? -Protestó Judith, con los brazos cruzados, y una expresión de “en realidad no estoy enfadada”.
- Perdona -exhibí una media sonrisa y asintió-. Chicas... Tengo que pediros algo.

[Punto de Vista Judith]
Nos miramos entre las tres.
- No sé cómo pediros esto...
En esta ocasión, fueron sus ojos los que se clavaron en los nuestros. Miró a Alba, después me miró a mí y seguidamente hizo lo propio con Rosa. Repitió el proceso un par de veces.
- Esto, todo en general, es una mierda -continuó hablando-. ¿Qué pensáis de Sophia?
Enarqué una ceja, sin entender ni una pizca a dónde quería llegar.
- Pues... -Rosa tomó la palabra pero en seguida desvió su mirada hacia Alba pidiéndole auxilio.
- No la conocemos -dijo ésta, con calma.
- ¡Exacto! -Exclamó Liam-. No la conocéis, aunque imagino que Louis o Niall no os habrán hablado especialmente bien de ella...
Volví a elevar una ceja. Ninguno hablaba bien de ella. Sobre todo Louis, pero sobre todo Niall. No soportaban la idea de que volviera a estar con Liam, era una verdad conocida por todos.
- Sophia tampoco se siente a gusto con ellos -siguió-, y a vosotras no os conoce. Quiero que eso cambie porque ella y yo lo hemos intentado muchísimas veces y nunca ha salido bien, pero esta vez quiero que salga bien. ¿Podéis...?
Comenzó a trazar una pregunta pero la dejó en el aire. Me incliné hacia alante y lo miré expectante.
- Dinos -le indicó Rosa.
- ¿Podríais quedar con ella a tomar algo, ir de compras, cenar...? ¿Algo? -Nos miró a las tres de nuevo-. Cualquier cosa de chicas que os guste hacer. Por favor, quiero que la conozcáis. Vosotras sois mis amigas, os valoro y os aprecio de verdad, y si quiero que esto funcione quiero que, entre vosotras, también os apreciéis. Llevo pensándolo mucho tiempo y... Lo necesito. Ella seguro que también. No sólo sois mis amigas, sois las novias de mis amigos. Sé que Sophia necesita acercarse a ellos de alguna manera, y no sabe cómo. Creo que esto puede ser un buen comienzo.
No fui verdaderamente consciente de lo que acababa de pedirnos hasta que no dejó de hablar. No modificó ni un ápice su postura y sus ojos se siguieron dirigiendo, de manera intermitente, a nosotras tres.
En realidad, era lógico lo que pedía. Que lo hiciera después de haber pasado otra noche con Ana... No mucho. Pero, al fin y al cabo, puede que se hubiera dado cuenta de lo que quería realmente.
Aun así, no había nada que me asustara más en el mundo que la reacción de Ana si accedíamos a ello.
El silencio seguía reinando entre nosotros pasados unos cuantos segundos.
- Sé que os parece una tontería, sobre todo teniendo en cuenta que Ana es vuestra amiga, pero... Por favor, hacedlo por mí. Yo lo haría por vosotras -hizo una pausa y me miró. Acababa de pronunciar las palabras mágicas-. Yo lo hice por ti.
Pensé en Max y en que él fue el único capaz de apoyarme cuando nadie más quería saber nada de él. Me apoyó simplemente porque yo se lo pedí. Y apenas nos conocíamos. Ahora, dos meses después, Liam era un verdadero amigo. Y si él me pedía algo... No podía negarme.
- Está bien.
Accedí, asintiendo. Me dedicó una de sus mejores sonrisas y miré a Rosa. Sabía que no iba a tardar demasiado en unirse aunque después Ana nos tirara todos los muebles de la casa a la cabeza.
- Gracias, Judi. Te daré su teléfono, ¿de acuerdo? -Se incorporó y Rosa le rozó el brazo.
- Yo también lo haré, Liam.
Se sentó de nuevo y la abrazó con fuerza. Alba y yo nos miramos.
- Liam -mi gallega favorita comenzó a hablar-. Sabes que por ti lo haría, ¿verdad? -Asintió-. Pero alguien tiene que impedir que Ana desencadene la tercera guerra mundial. Creo que a Sophia le gustará que sean Judi y Rosa las que vayan, yo me quedaré con Ana, ¿de acuerdo? ¿Te importa? ¿Os importa?
Nos miró a las dos directamente y negamos con la cabeza.
Liam se levantó, puso los brazos en jarra y nos miró sonriente. Vi orgullo en su mirada.
- Realmente sois las mejores amigas del mundo.

[Punto de Vista Rosa]
Judi y yo nos movíamos inquietas mientras esperábamos en Harrods. Jamás nos cansaríamos de ir a ese centro comercial y probablemente por eso mismo habíamos decidido quedar allí, porque era uno de nuestros lugares favoritos y nos sentíamos a gusto en él.
Judi paseaba a izquierda y derecha, poniéndome aún más nerviosa.
¿Que a quién esperábamos? A Sophia.
- ¿Quieres estarte quieta? -Reñí a Judi que me miró casi de mal humor-. Cada vez te pareces más a tu querido novio, en serio. Eres capaz de poner nervioso a cualquiera.
- Es que yo estoy nerviosa -puso los ojos en blanco-. ¿Y si no viene?
- Suspiraré aliviada en ese caso. ¿De qué se supone que vamos a hablar con ella?
- A mí me preocupa más el hecho de que nuestro piso pueda estar quemado cuando volvamos.
- Confiemos en Alba...
Ana no se lo había tomado bien, como era de esperar. La entendía, la comprendí perfectamente, al igual que lo hacía Judith. Estaba dolida y lo que menos necesitaba es que dos de sus mejores amigas hicieran migas con una de las culpables de su dolor.
Pero ella también tenía que entendernos a nosotras. Liam lo había pedido, casi suplicado. ¿Cómo íbamos a negarnos?
- Espero que podamos hablar con ella cuando volvamos... -Siguió Judith.
Me erguí completamente cuando vi una figura avanzando hacia nosotras.
- ¿No es esa chica? -Murmuré.
- Sí -contestó Judith de igual manera.
Caminó hasta donde nos encontrábamos con una sonrisa y se detuvo sin saber bien qué hacer.
- Hola, chicas -saludó, amablemente.
Acto seguido, guiada también por los nervios, nos dio dos besos a cada una. No tenía mucha pinta de que estuviera dispuesta a llevar el timón, así que me auto-nombré capitana de la nave y conduje todo el peso de la conversación durante, al menos, los treinta primeros minutos. Después, entre pantalones de la próxima colección y blusas que nos volvían locas a las tres, todo se relajó. Y, para mi sorpresa, la de Judi, probablemente la de la propia Sophia, e incluso la de Niall, que le mantenía informado del rumbo de la tarde vía WhatsApp... Todo marchó de maravilla. Nuestros paseos interminables por las cinco o seis tiendas de ropa que vimos estuvieron llenos de risas y confesiones de todo tipo. Jamás me hubiera imaginado a Sophia así.
Niall me había hablado mucho de ella. Según él, era una persona calculadora y fría que lo tenía todo pensado al milímetro para que las cosas salieran como ella quería. Una persona incomprensible en muchísimos aspectos pero que todo lo hacía con algún objetivo; que sabía cómo atrapar a Liam y lo hacía, una y otra vez. Vamos, que daría el perfil para la mala de cualquier película, según él.
Esa tarde, cuando salíamos de Sprinfield agotadas, la teoría de Niall perdía peso. Sophia parecía absolutamente lo contrario.
Decidimos tomarnos un café en el Starbucks, para relajar la tensión que suponía ver tanta ropa y no poder comprar nada. Pedimos con rapidez y en unos cinco minutos estuvimos las tres sentadas en una pequeña mesa en un rincón.
- Bueno, ¿y cómo lo lleváis? -Preguntó, mirándonos, dando un trago a su café.
- ¿El qué?
- Estar con los chicos más deseados del planeta -se encogió de hombros haciéndonos reír a las dos.
- Es raro -comentó mi amiga, mirándome después-, pero no muy mal. Supongo que es cierto eso de que te acabas acostumbrando.
Sophia asintió y me miró.
- ¿Y que se vayan de gira? ¿Qué tal entra eso en vuestros esquemas?
- Bueno... -Traté de empezar, pero en realidad no sabía bien que decir. No había pensado demasiado en ello y, en cualquier caso, Niall me había repetido un sin fin de veces que me fuera con él.
- Sobre todo tú, claro -miré a Sophia sin comprender-. ¡Ah! ¿No lo sabes? -Preguntó y continué mirándole de igual manera-. Niall siempre ha sido muy de... Ir de flor en flor -dejó escapar una risita-. Liam me ha contado que ha conocido chicas en todos los lugares. Vamos, que en cada país deja su semillita.
Carcajeó pero yo me mantuve seria. No le veía la gracia.
¿A qué venía eso?
- Eso podía ser antes de estar con Rosa -Judith respondió con seriedad y le di las gracias mentalmente.
Sophia ladeó la cabeza.
- Las personas no cambian de la noche a la mañana. ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
- ¿¡Qué más da el tiempo que lleven!? -Profirió mi amiga, comprendiendo que yo me había quedado paralizada-. Se quieren.
- Bueno, si tú te fías de él...
Dejó la frase en el aire, me miró con la boca semi-abierta y se encogió de hombros, una vez más. Sentía la mirada de Judith clavada en mí, probablemente pidiendo una reacción por mi parte. No fui capaz de hacer nada.
¿Qué había significado todo eso? ¿Por qué, de repente, me hablaba de esa manera? ¿Y por qué de cosas así? ¿Y por qué estaba inventando? ¡Niall jamás me había contado nada de eso!
De pronto tenía la tripa revuelta y sólo pensaba en salir de allí.
- ¿Y tú qué tal lo llevas?
Sabía que, en esa ocasión, no era a mí a quien se dirigía.
- Yo no llevo nada mal -contestó, con seguridad.
- ¿Y Louis? -Judith permaneció callada y sentí su mano sobre mi pierna, arañándome por la rabia. Ambas sabíamos que no venía nada bueno a continuación-. ¿Cómo lleva Louis ser el peor del grupo?
- ¿¡Perdón!? -Judith levantó la voz y prácticamente se levantó de su asiento.
- A ver, es sabido que tiene peor voz que los demás, ¿no? Lo sabe todo el mundo, no sé... Pero si él lo lleva bien...
- ¡¡Louis tiene una voz preciosa!!
- No he dicho que no -sonrió, con autosuficiencia. Comencé a oír respirar a mi amiga con dificultad-. ¿Y lo de Harry cómo lo lleva? Liam me habla tanto de ellos...
Judith bufó y definitivamente, se levantó de la silla que estaba ocupando. La seguí, consumida también por la rabia.
- ¿De qué coño vas? -Gritó mi amiga.
- Olvídalo, ni siquiera merece la pena decir nada -miré a Sophia con desprecio y cogí el brazo de Judith queriendo que todo eso se acabara-. No sé qué intención tenías con esto, pero yo estaría avergonzada de mí misma. Das auténtica pena.
Agarré con fuerza a Judith y la obligué a caminar a mi lado. Seguía respirando con fuerza y sabía que no tardaría demasiado en escupir las lágrimas que se agolpaban en su interior.
- ¿A qué ha venido eso? ¿Por qué ha dicho todo eso? ¿Por qué quiere hacerles daño?
Me detuve en seco y se paró a mi lado. Nos miramos abrumadas. Decepcionadas. Angustiadas. Desanimadas. Tantas cosas en una sola mirada.
Y ninguna respuesta a las preguntas que una intranquila Judith seguía formulando a mi alrededor.
Suspiré. Resoplé. Bufé. Maldije muchas cosas.
La teoría de Niall empezaba a cobrar sentido. Era la mala de la película.
¿Qué narices ganaba Sophia con todo eso?

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¿Qué os parece...? ¿Tenso, no?

Dos capítulos para el final...

Gracias por leer :)

@LookAfterYou28

All their little things | Fan-fic de Louis Tomlinson y One DirectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora