Capítulo 51

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El lugar era cálido y hogareño con un ambiente agradable, al menos antes de que llegáramos. Una gran chimenea llameante aportaba casi toda la luz al lugar, las paredes era de madera clara y barnizada, me daba la sensación de estar en una cabaña muy pero muy grande.

Sin embargo la mesa donde esperaban nuestros acompañantes era relativamente pequeña. Las copas frágiles repletas de vino tinto bailaban con las pisadas de la gente, podrían voltearse en cualquier segundo. El mantel blanco estaba acompañado de una vela pequeña encendida y que se consumía lentamente.

Papa nos sonrió alegremente, juzgando silenciosamente a Alan y a mi con su mirada, de pronto esos ojos azules dieron a para hacia nuestras manos entrelazadas. El vestía de camisa celeste y pantalones vaqueros, unos lentes de media luna reposaban en el puente de su nariz y una mueca extraña que intentaba ser amistosa se adueñaba de sus facciones arrugadas. Al menos estaba haciendo un esfuerzo, por inútil que fuese.

Elizabeth por otro lado, le dificultaba mucho ocultar sus emociones. Una mezcla extraña de pánico y asco se veía reflejada en su cara para que todo quien la viera fuese capas de predecir que sucedía en ese minuto, si papa hubiese volteado a verla, probablemente (a pesar de su estupidez) hubiese notado que algo andaba mal.

Ella traía el cabello cafe clarísimo envuelto en un moño tirante, que la hacia ver mas adulta de lo que en realidad era, sin embargo, ni por casualidad se podría suponer que ella y el señor bastante mayor que estaba a su izquierda, eran marido y mujer

La diferencia de edad era alarmante, e incluyo yo, que salía con mi profesor también mayor que yo, podría tener la suficiente cara para admitir que la joven Elizabeth necesitaba de una buena explicación para haberse casado con mi padre.

Nada podría entregar ese hecho a la luz, excepto por sus argollas doradas y relucientes que destellaban cada vez que tenían una excusa para relucirlas contra la luz, precisamente ahora, Elizabeth jugaba nerviosa con el anillo. Alan miro atento la mano extendida de Liz, huesuda, larga y morena.

Tragó duro, pero se distrajo con el apretón de manos que mi padre le ofrecía.

- Por fin tengo el placer. - exclamó mi padre, yo casi vomito en mi propio bolso cuando escuche esas palabras, cogida del brazo de Alan, me arrastró mas cerca para saludar a mi padre.

- El placer es todo mío, señor. - respondió Alan, cortésmente.

- Por favor, dime Aston. - insistió papa, Alan asintió. - Alisson. - dijo mirándome con ojos tensos pero relucientes. - Tengo entendido que Beth y tu ya se conocen. Por otro lado, tu... - dijo mirando a Alan, preguntando por su nombre.

- Alan. - respondió el, sin ni siquiera parecer incomodo.

- Beth, Alan. Alan, Beth. - introdujo papa, y antes de que Alan tuviese la oportunidad de acercarse para besar la mejilla de la esposa de papa y por coincidencia, también su ex, Elizabeth extendió la mano, sacando a relucir otra vez su anillo de bodas.

Un tirón de mi estomago me sobresaltó cuando Alan miro nervioso la mano de Elizabeth, algo paralizado. Pero entrando otra vez en si mismo, se la extendió.

- Un placer. - dijo Elizabeth.

- Por supuesto que sí. - respondió Alan alzando un ceja. Otra vez ese tirón incómodo que abarco mi estomago y mi pecho.

Papa volvió a tomar asiento y se concentró atento en la carta de aperitivos que ofrecía el restaurant. Alan dejó de prestarle atención a Elizabeth siendo que ella no le sacaba los ojos de encima, para convertirse en un caballero conservador (que yo sabía, le gustaba jugar a ser) y me ayudó a sentarme, le sonreí, y luego miré a Elizabeth. Mi mirada la hizo concentrarse en la carta y no en mi novio por primera vez en la noche.

Solo por mi Profesor (#1) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora