Vivir en un zoológico no era algo que se escuchara tan bien... pero al parecer él era la excepción, era feliz viviendo ahí, tan inocente y bonito.
Tenía los ojos más bellos y dulces que alguien pudiera ver, de un azul claro y hermoso, él era un Omega.
Él era muy valioso para el zoológico, un Omega varón cuyo animal era un tigre, sublime, refinado y pequeño a comparación de un fuerte Alfa.
Claro que él estaba solo ahí, era un animal exhibido para los niños y familias, lo apreciaban en su forma de tigre casi todos los días, y claro, el zoológico era destinado solo para Betas.
Los Betas estaban un poco alejados de los Alfas y Omegas, pero eso nuestro dulce Omega no lo sabía, era tan inocente que no sabía que había detrás de esos muros y barrotes que lo mantenían preso.
Él era feliz con tan solo ver a los niños corretear y asombrarse al verlo en su forma animal.
Él se sentía especial ahí.
Y ese era su hogar desde cachorro, no conocía nada más que ese zoológico.
El hermoso tigre iba caminando despacio hacia un cuarto separado de la zona boscosa donde era exhibido, claro había una rendija donde solo podía pasar en su forma animal, después de pasar llegó a su habitación, era una habitación normal, con una cama, un espejo y algo parecido a un baño, era pequeño pero lo sentía todo suyo.
Su hermoso pelaje anaranjado pasó a ser una radiante piel color canela y sus cabellos cayeron desordenados, tan rubios y sedosos, de verdad era un hermoso Omega.
Un Beta estaba ahí viéndolo.
—Buen trabajo Naruto. Un día productivo.
El susodicho se sonrojó fuertemente al estar desnudo frente a ese Beta varón.
Agarró su manta favorita en la que muchas veces se acurrucaba y se tapó con ella, el Beta solo sonrió de lado y se acercó para meter su mano entre las rendijas y acariciar los cabellos de Naruto, a lo que este se removió incómodo.
—Tan bello —susurró el hombre.
—Vete de aquí Pain —dijo una mujer.
El hombre solo se dio la vuelta y se fue mientras la mujer Beta se acercaba, al llegar le miró.
—Bien llegó tu revisión semanal.
La Beta entró y comenzó el chequeo, era raro que a sus 17 todavía no tuviera un celo regular pero cuando los tenía eran dolorosos y tenía que tomar supresores que los Betas siempre le daban.
—Estás sano Naruto, como siempre.
—Gracias doctora.
Ella salió de la pequeña jaula —que para ella lo era—, y se sintió mal.
No se suponía que tendrían a un dulce Omega en cautiverio solo para divertir a familias Betas, le privaban de su naturaleza, el chico sabía menos de lo que se suponía que debía de saber.
Ni siquiera sabía que el mundo se dividía entre Alfas, Betas y Omegas.
Solo sabía lo básico, que él podía tener cachorros en su vientre y ya.
Se fue dejando al pequeño rubio solo, este se sentó en su cama y se hizo bolita, no es que se quejara de su vida pero se sentía solo y a veces muy asustado, no hablaba con muchas personas, su trabajo era ser un tigre y por ello se la pasaba encerrado.
Él era muy tranquilo y sumiso, no le gustaba mucho la violencia.
Podía recordar una vez en la que dos Betas comenzaron a pelearse frente a su jaula, se había asustado tanto que había dejado salir un chillido en busca de la protección de alguien... pero nadie llegó a su llamado.
Puso la cabeza entre sus patas, asustado, aun así ellos no pararon y lo único que pudo hacer con las patas temblándole fue rasgar la puerta que llevaba a su habitación pidiéndole a los cuidadores que lo dejaran entrar, cosa que ellos hicieron.
Tuvieron que animarlo durante 3 días para que saliera nuevamente y dejara de estar encerrado en su nido de Omega, el lugar donde de verdad se sentía protegido.
Era bajo de estatura y en su forma humana era bellísimo, tenía una silueta esbelta y unas caderas anchas, adecuadas para recibir a un buen Alfa. Su cuerpo estaba en el punto exacto entre el de una mujer y el de un hombre.
Pero como ya dije antes, él no sabía nada de eso.
Pudo ver su comida —era solo simple fruta—, estaba ahí en el suelo por lo que se acercó para comerla.
Quizás sus cuidadores no querían ser cruel con él pero a veces pensaba que lo trataban como un animal y no se equivocaban —porque en parte lo era—, pero él era un ser humano y no podía comer carne cruda, a veces eso hacía que le doliera su pancita, era frustrante, por eso le gustaba mucho la fruta y entre más extravagantes era mejor.
Pudo notar como comenzaban a apagar las luces y supo que todos se estaban yendo a sus casas y él se quedaba ahí, solo...
Cuando apagaron la luz de su habitación, tuvo que terminarse la fruta rápido e irse a dormir, porque a sus cuidadores no les gustaba que se quedara despierto y él era muy obediente, al menos desde... desde que paso eso...
No quería volver a experimentarlo.
Dejó el plato de frutas y se acostó en la cama.
Las noches a veces eran frías, especialmente esa noche, esa noche sintió mucho frío.
Se convirtió en el hermoso animal que era y se acurrucó en la cama. De verdad, de verdad quería alguien que jugara con él. Ya no quería estar tan solo.
Al día siguiente se despertó por todo el alboroto que hacían los Betas fuera de su cuarto. Una chica de pelo rubio y los ojos miel más bonitos que conocía, se acercó.
—Oye bonito, al fin tendrás un compañero.
En su mente pensó... ¿Qué?
No pudo evitar levantar las orejas, acción que causó que la chica sonriera y se fuera contenta.
Pero él estaba confundido.
Lo que no sabía era que la llegada de ese supuesto "compañero" iba a cambiar tantas, pero tantas cosas en su vida, que lo único que desearía después sería haberse quedado en su burbuja en el zoológico, donde por un momento fue feliz.
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Jeho divoké oči -Omegaverse-
FanfictionUn inocente Omega que no sabe nada del mundo exterior, su mundo no abarca más que su hábitat y ha pasado casi toda su vida encerrado en ese zoológico, siendo la atracción principal, claro no era raro cuando su forma animal era un bello tigre de beng...