dvacet čtyřia

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aqui un nuevo cap y como siempre espero que les guste como a mi.

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—¡Mi Omega! ¡¡Mi Omega!! —gritaba fuertemente golpeando los barrotes de su jaula.

—¡Cállate maldito gato! —masculló uno de los guardias.

—Quiero a mi Omega —gruñó fuerte.

—Si no te callas, Alfa, te juro que te arrancaré la garganta como lo hiciste con el grandote y me pondré tu piel de abrigo.

—Inténtalo y te juro que no quedará nada de tu insignificante cuerpo.

Respiraba rápidamente, denotando lo furioso que se encontraba, sentía a su tigre rasguñando su pecho, luchando por salir y armar un gran lío, quería salir de ahí, salvar a Naruto y escapar lejos de todo. Necesitaba algo para llamar a sus colegas.

La droga hace tiempo había abandonado su sistema por lo que estaba mucho más lúcido, además, las heridas de la pelea dolían como la mierda y no se veían para nada bien, no habían sido tratadas y por la fiebre que tenía podía asegurar que estaban infectadas o comenzaban a hacerlo.

No sabía cuántos golpes había dado contra la jaula para hacerse valer, no eran más que unos malditos cobardes que se escondían tras los barrotes para estar fuera de su alcance.

Después de haber vencido al nórdico todos se habían callado, incluso pudo sentir el miedo... Malditos cobardes.

—Te crees invencible ¿no?

—Métete aquí y averigüémoslo —enseñó sus dientes y el guardia bufó fuerte, dejó sus armas afuera y abrió la jaula, Sasuke tensó su cuerpo listo para atacar, pero por la puerta apareció uno de los Alfas que los habían secuestrado, atrapó al guardia de la ropa y lo sacó antes de que pudiera meterse para luego empujar a un Omega dentro de la jaula, cerrándola y dejándolos atrapados.

—Por favor Kakuzu, no...

—Cállate —le ordenó haciendo que el pequeño Omega temblara—. Haz tu puto trabajo.

Sasuke miró directamente a Kakuzu, el Alfa le devolvió la mirada, pero no hubo sentimientos, simplemente dio la vuelta y se llevó al guardia de ahí. Estaba furioso, desde que todo eso de la pelea había pasado le costaba mucho tranquilizarse, sentía el salvajismo arder por sus venas. No sabía si era su Alfa queriendo defenderse de todo ya que estaba herido.

Cuando el pequeño Omega se movió le prestó atención, reconociéndolo, era el mismo Omega que lo había drogado para entregarlo a Hidan hace tiempo.

—¿Qué demonios haces aquí? —masculló viéndolo mal provocando que Sasori se encogiera en su lugar.

—Alfa, tranquilízate.

—¡¡¡No me llames Alfa!!! —sus músculos en tensión eran una clara advertencia de lo enojado que estaba—. No soy tu puto Alfa.

—P-por favor...

Jeho divoké oči  -Omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora