Dva

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Un nuevo día había llegado pero Naruto no había podido pegar el ojo en toda la noche, toda la sangre que vio en el otro lado no había sido fácil de ignorar y mucho menos los gritos afligidos que dieron esos 5 hombres mientras corrían por los pasillos por donde se habían llevado al herido, dejando al gran tigre albino encerrado.

No sabía exactamente qué era lo que pasó pero eso lo había mantenido muy despierto y al pendiente, si ese era su compañero, ¿quién le aseguraba que no lo lastimaría a él?

Tenía miedo de salir ese día y más aun de que dejaran salir al otro tigre, pero tenía que ser valiente. Ese día nadie fue hablarle y tampoco abrieron su rendija y se preocupó. ¿Qué pasaba? Nunca habían dejado de abrir el zoológico.

Se removió incómodo de un lado al otro y su pequeño estómago rugía por algo de comida pero ningún Beta llegó a dejarle nada.

Se echó en su cama quebrándose la cabeza y pensando en esos ojos celestes.

¿Cómo sería su forma humana? Tenía curiosidad, y mucha, ¿sería como él? ¿Tendría cabello largo? ¿Sería alto? ¿Olería bien?

Tenía tanta curiosidad pero no podía salir e ir a ver por su cuenta, trató de llamar a alguien pero nadie respondió.

En verdad todo estaba tan raro.

—¡¡Tsunade!! ¡¡Tsunade!! —se paró y gritó como último recurso, sabía que su amiga siempre llegaba a su llamado pero esta vez no fue así, hizo un enorme puchero, se sentó recostando su espalda en la fría pared y agarró sus rodillas apoyando su cara en ellas, no debía llorar... él era fuerte.

"Su pequeña cabeza felina veía como su madre —una hermosa tigresa de bengala—, estaba tirada en el suelo y no se movía, respiraba con mucha dificultad y tenía los ojos desorientados y él siendo un cachorro solo daba gimoteos, su madre apenas rugía un poco, lo acercó con sus enormes patas y lo lamió un poco poniéndolo contra su pecho y dejándolo escuchar sus suaves ronroneos.

El cachorro dejó de lloriquear y comenzó a ronronear él también pero una fuertes manos lo jalaron del pellejo y..."

Las lágrimas en su cara delataban lo triste que estaba.

Odiaba recordar eso, por eso no le gustaba estar solo, por lo menos cuando estaba con los niños olvidaba todo pero cuando no había nada que hacer su mente le recordaba cosas que no quería.

Limpió sus lágrimas y lamentó todo lo que le había pasado.

Pegó un chillido de dolor y se deslizó hasta quedar acostado en el suelo cerrando sus ojos.

—Vete dolor, vete... Por favor —susurró.

 Por favor —susurró

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Jeho divoké oči  -Omegaverse-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora