Capítulo 43

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Marinette ya no podía pensar con claridad lo que estaba haciendo, pero su corazón se sentía mejor. Por lo menos un poco mejor... 

El molesto sonido de un celular hizo que sus bocas dejarán de moverse y que ambos cayeran en los que estaba pasando.

Marinette se alejó de él y le dio la espalda para secar sus lágrimas. Adrien tomó su celular que sonaba molesto y con fuerza. Lo miró. Chloe. Soltó un pesado suspiro y cortó, no tenía ganas de hablar con ella. Miró a Marinette que le daba la espalda. Tenía que decirle algo, tenía que decirle que él estaba realmente arrepentido de todo la que había pasado entre ellos. Que la extrañaba... la extrañaba tanto.

-Marinette.- la llamó Marin, mientras se acercaba rápidamente a donde estaban ellos. La abrazó con fuerza y miró a Adrien-. Nunca más vuelvas a irte, ¿entendiste?- la regañó sin dejar de abrazarla-. ¿Qué haces aquí?- le preguntó al rubio.

-No voy a dejarla sola en este momento.- le contestó él. Marin asintió sin soltar a su hermana, a pesar de que no le caía muy bien rubio, sabía que su hermana le hacía bien.

-Marinette.- todos escucharon la quebrada voz de Alya mientras se acercaba con Nino detrás. La azabache soltó a su hermano y corrió al encuentro de su amiga. Volvió a llorar en brazos de la morena. Alya dejó que las lágrimas también salieran de ella.

-Ella está en un lugar mejor, cariño.- le dijo sin soltarla.

-Lo sé.- susurró Marinette. Nino se acercó y las abrazó a ambas. Alya levantó la vista y miró a Adrien. Le sonrió dulcemente. Sabía que iba a venir a estar con Marinette, sabía perfectamente que debajo de ese nuevo e idiota Adrien, estaba el Adrien dulce y cariñoso de hace unos meses.

-Marinette, ¿por qué no vas a casa?- preguntó Marin-. Yo me encargaré de los trámites que hay que hacer...

-No, no.- dijo ella alejándose de su amiga y secando su rostro-. No quiero irme a casa.- Adrien se acercó a ella y tomó su mano.

-Va a ser lo mejor, luego iremos todos juntos al entierro.- le dijo él. Ella lo miró fijo a los ojos, y no supo que decir. Estaba confundida, pero sobre todo asombrada por lo que había pasado.

-Él tiene razón.- habló Nino. Adrien lo miró-. Alya y yo ayudaremos a Marin, tú puedes ir a casa con Adrien.

Después de volver a llorar y renegar un poco la azabache aceptó irse a casa, para intentar dormir o tranquilizarse un poco. Todo era muy reciente. Y había pasado de la noche a la mañana. Su madre estaba bien el día anterior, por eso ella había aceptado ir a la fiesta de Halloween. ¡Vaya fiesta, el peor día de su vida!

Adrien la cubrió con su campera, pues ella estaba desabrigada. Cuando salieron sintieron unas gotas sobre sus rostros. Marinette miró su auto y volvió la vista a Adrien.

-¿Podemos ir caminando?- le preguntó.

-Está lloviendo, vas a enfermarte...

-Por favor, necesito caminar.- le pidió ella. Él miró sus ojos color cielo, y esas ganas de besarla otra vez lo invadieron. Asintió y comenzaron a caminar.

Caminaban abrazados. Adrien la sostenía con fuerza cerca de él, le hizo ponerse la capucha de la campera cuando la lluvia se hizo más intensa. Marinette se apoyó un poco sobre él, mientras sentía otra vez ese vacío en su corazón que iba a consumirla. Caminaron despacio y sin hablar. Marinette lloraba en silencio, por la pérdida de su madre, pero sus lágrimas no se notaban, pues la lluvia las camuflaba. Adrien estaba empapado. Pero no sentía molestia alguna. Nada parecía estar a su alrededor más que Marinette.

-¿Quieres venir a casa?- le preguntó él. Ella levantó su rostro para mirarlo-. Tal vez no te haga bien que nos quedemos aquí.- ella miró la puerta de su casa y levantó su vista al cielo. Llovía a cántaros, el cielo de noche estaba más oscuro y denso por las nubes. No había estrellas, ni Luna. Sólo oscuridad, oscuridad en la que su madre se encontraba ahora. 

Sintió como un nuevo nudo se formaba en su garganta. Una presión en medio de su pecho le impedía pronunciar palabra alguna. La sensación de impotencia llenaba sus ojos de lágrimas. Adrien se acercó a ella y tomó su rostro con ambas manos para que ella lo mirara.

-Abrázame, por favor.- musitó ella mientras rompía en llanto una vez más. Él la estrechó contra su pecho. Manteniéndola entre sus fuertes brazos. La lluvia caía pesada sobre ellos. Un rayo pareció partir el cielo.

-Vamos, Marinette, vamos a casa.- le dijo sin soltarla-. No quiero que te enfermes.

Ella asintió y cruzaron la calle, para entrar a la casa del rubio. Todas las luces estaban apagadas. Adrien encendió una para mirar a su alrededor. Parecía que no había nadie. Se acercó a la mesa y encontró una nota.

"Hijo. Sabemos lo que pasó con la mamá de Marinette, estamos junto a Marin, pues tu padre se ofreció a ayudarlo en todo. Tu hermano está con un amigo. Cuida a Marinette. Mamá."

Guardó la nota y se giró a ver a Marinette. Vio como ella temblaba levemente. Se acercó y tomó su mano para comenzar a caminar hacia la cocina. Prendió el horno para que se calentará aquella parte de la casa. La sentó en una silla y fue en busca de una toalla para envolverla en la misma.

-No puedes estar con toda esa ropa mojada.- le dijo él, ella levantó su roja mirada del piso. Adrien sintió como su corazón se partía. Quería que ella estuviera bien, pero sabía que eso era muy difícil de pedir-. ¿Por qué no te das una ducha? Te doy un poco de mi ropa, aunque va a quedarte enorme.- logró sacarle una leve sonrisa. Eso lo hizo sentirse mucho mejor. De verdad la había extrañado-. ¿Quieres?

-Ajá.- dijo ella por lo bajo.

-Ven.- le dijo y tendió su mano para que ella lo tomara. Marinette tomó su mano y subieron las escaleras hacia la habitación de Adrien. El rubio sacó de su armario el pantalón de dormir más pequeño que encontró y una remera Nike que él utilizaba cuando tenía 14 años.

Esa ropa ni siquiera le estaba a él, pero a pesar de eso estaba seguro de que a ella le iba a seguir quedando enorme. Le dio una toalla seca y la dejó sola en su baño. Él tomó un poco de ropa seca y fue a ducharse al baño de sus padres. Salió y entró a su habitación. Se acercó a la puerta del baño, y estaba por tocar, pero escuchó un pequeño sollozo. Ella estaba llorando. Sintió otro golpe en su pecho. Él no quería escucharla llorar más, lo desesperaba no saber que hacer para calmar su angustia. Tocó la puerta con tres suave golpes.

-Ya salgo.- escuchó su voz temblorosa. Entonces abrió con cuidado la puerta y entró. Ella estaba sentada en el suelo contra la pared, levantó su vista y lo miró, ya se había bañado y estaba vestida con la ropa que él le había dado.

El rubio entró del todo y se acercó despacio a ella, para sentarse al frente. Marinette no lo miraba fijo a los ojos, sino que miraba fijo el punto en donde estaban apoyadas sus manos, justo sobre sus rodillas. Adrien estiró su mano y levantó su mentón para que lo mirara. Una lágrima rodó suave por su mejilla. Con su pulgar Adrien la secó.

-Ya no llores.- murmuró.

-Aún no caigo, ¿sabes?- habló ella con la voz quebrada-. Ella se fue...

-No, Marinette, ella no se fue. Ella está en tu corazón.- le dijo suave. Ella lo miró fijo a los ojos por unos cuantos cuantos segundos. Tenía una pregunta rondando en su cabeza, desde que él había llegado al hospital.

-¿Por qué fuiste al hospital?-. le preguntó ella.

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Hola... El tiempo de melancolía aún no termina, tal vez un par de capítulos más.

Estrellita y comenten. Les mando un beso ( ˘ ³˘)♥

-Mariana

El primer amor siempre duele -MLB AU-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora