60. El primer amor siempre duele

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Es que no podía ser cierto. Su cabeza no dejaba de pensar en él. Nunca iba a poder olvidar aquellos ojos verdes. Sus dulces besos, sus suaves caricias. Llegó a su casa y bajó sin ánimos del auto. Su cara totalmente empapadas de lágrimas, sus ojos rojos, sus labios temblorosos.

Sin querer miró a la casa del frente. El gigantesco cartel de "En venta" le hizo saber verdaderamente que él ya no estaba. Sin quitar la mirada de aquella casa, entró a la suya. Rápidamente subió las escaleras hacia su habitación. Entró y se tiró pesadamente en su cama. Tomó aquel pequeño osito que él le había regalado hacia varios meses atrás. Lo abrazó con fuerza contra su pecho, y volvió a llorar.

Sintió como la puerta de su habitación se abría y unos segundos después alguien se acostaba a su lado en la cama. Lentamente se giró a verlo y Marin levantó la mano para secar su rostro. Marinette giró completamente en la cama y se abrazó a su hermano para esconder su rostro en su protector pecho. Ahora sabía para que servían los hermanos mayores, para proteger, para consolar, para cuidar de una.

-Creo que le había dejado bien claro que si te hacía sufrir sería un ñoño muerto.- habló él. Marinette no pudo evitar reír al escucharlo. Su voz sonó profunda desde su pecho-. Vamos, Marinette, no puedes llorar por ese ñoño.- acarició su espalda en forma de consuelo. Lo destrozaba verla de esa manera, sufrir de esa forma. Ella era una chica tan especial, que no se merecía por nada del mundo derramar lágrimas.

-Es que no lo entiendes, Marin... lo amo*dijo ella con un hilo de voz-. Lo amo y lo perdí, sin haberlo tenido... ya no está.

-Esto es así, enana, y te comprendo...

-No, no creo que lo comprendas.- dijo ella.

-Sí, sí te comprendo. Porque el primer amor siempre duele.- dijo él y la abrazó un poco más.

.....::.....

Dos semanas pasaron lentas e interminables para ella. Simplemente cada cosa que hacía le recordaba a él. Era como un interminable martirio que no quería dejarla. En esas dos semanas había recibido llamadas y llamadas de Adrien, pero se había negado rotundamente a contestarlas. Ya que si lo hacía, su dolor nunca iba a terminar. ¿Cómo podía hacer ella para contestarle y hablarle, sabiendo que él estaba a kilómetros, separados por un enorme y profundo mar? Simplemente ella no era tan fuerte como para tolerar aquello.

Las clases habían terminado y con ello una etapa importante de su vida. Ya había terminado su preparatoria, y por un lado estaba tan feliz. Sabía que su madre estaba muy orgullosa en donde quisiera que estuviera. Ahora tenía que poner toda su atención en sus estudios Universitarios. Pero por ahora no iba a pensar en aquello, ya que tenía tres merecidos meses de vacaciones.

Salió de su casa y se acercó a su viejo auto. Deteniendo su paso miró a la casa del frente. Sintió un nudo en su pecho al ver que el cartel de "En venta" ya había sido sacado. La casa ya había sido vendida. Tendría nuevos vecinos. Eso la llenó de más armargura aún. Estaba sola hoy, ya que Marin trabajaba, Alya y Nino estaban demasiado ocupados haciendo cosas para la bebé. Se acercó al auto y abrió el capot.

-Lindo, hoy es día de arreglo.- le dijo mientras ataba su cabello y se acomodaba un poco el short y la remera que tenía puesta. Tocó el bolsillo trasero de su short y encontró que allí había puesto la caja de sus cigarrillos. Sí, como lo ven ella había vuelto al vicio. Al vicio que él le había hecho dejar... Sacudió la cabeza y la apoyó a un costado del auto, mientras se agachaba para revisar el líquido para frenos.

-¿Sabes, mamá? Últimamente he notado un poco extraño a Marin, no creo que sea por Andrea, por lo que sé están bastante bien.- le habló al aire. Últimamente lo hacía todo el tiempo. Ella sentía que su madre la escuchaba y estaba cerca, mirándola y cuidándola. Levantó la cabeza y buscó los cigarrillos. Quería fumar. Frunció el ceño al no ver la caja en donde ella lo había dejado-. Pero, ¿qué demonios? ¿dónde está la caja?.- preguntó en voz alta mientras miraba el suelo, se agachó para mirar debajo del auto. Se puso de pie y metió de nuevo la cabeza dentro del capot, quizás se le había caído allí.

El primer amor siempre duele -MLB AU-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora