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—Maldito Park Jimin y su influencia— Susurra mientras se vestía con ropa de civil, con el ceño totalmente fruncido, no estaba de ánimos.

Recoge su celular y sale de su cuarto, caminando hacia la salida de la escuela, encontrándose con el mayor, quien le miraba con una gran sonrisa, casi como si estuviera burlándose de la situación en la que se encontraba, sino fuese por lo mucho que le gustaba, ya lo habría mandado a la mierda.

—¿Listo?— Asintió en respuesta, sintiendo como la pequeña mano sostiene la suya, saliendo del internado. —No frunzas el ceño, se te harán arrugas.

—No puedo creer que hayas amenazado al director para que me diera permiso para salir contigo, tenía clases— Relaja sus facciones ante el pedido del contrario, pero aún se sentía el enojo en su voz.

—Tenía que hacerlo para asegurarme que vayamos combinados al baile.

—Jimin, no tengo el dinero para pagar un traje— Suspira, soltando su mano, así entrando al auto del mayor, sin consultar hacia dónde se dirigían. —Aparte, tus padres van a asistir, como muchas otras tantas personas importantes, sabrán de nosotros.

—Pues, creo que ya lo hablamos JungKook, estoy cansado, sabrán de nosotros tarde u temprano, ahí es la mejor situación, no podrán reclamarme nada para mantener las apariencias y aceptarte para no quedar mal— Suelta un suspiro sin despegar la vista del camino, se veía que para Jimin era difícil. —Yo lo pagaré, no te preocupes.

—Los trajes son caros, no puedo permitir que pagues uno para mi— Sabía que el mayor tenía dinero, pero su orgullo era más grande.

—Desde que estamos en algo, no he comprado nada para ti, considéralo un regalo por las cinco semanas que estamos juntos y sin quejas, por favor— Termina la frase estacionándose en frente de una tienda que nunca había visto en su vida, por el simple hecho, que estaban en la parte alta de la ciudad.

Sonríe de lado al recordar que ya llevaban más de un mes, ya se había hecho costumbre tener a Jimin a su lado, pretendía seguir mucho tiempo así, ambos se comprendían a la perfección, se querían y no se juzgaban, se respetaban como nadie y no creía poder estar tan cómodo con nadie más. Al pensar todo ello, se le hizo imposible no abrazar al más bajo por detrás, antes de entrar a la tienda, lo apegó a su pecho, escuchando su melodiosa risa.

—¿Qué pasa?— Inclina su cabeza, mirando hacia arriba, para encontrarse con los ojos del más alto.

—Nada, solo que no me has besado desde que nos vimos— Susurra dándole leves caricias en el abdomen ajeno, causando cosquillas en el más bajo.

—Pues tú también puedes darme besos, no siempre tengo que ser yo— Arquea una ceja, provocando al contrario.

Así fue. JungKook se inclinó para dejar un suave beso en los labios ajenos, moviéndolos lentamente, haciendo abrir sus cerezos rosados, mientras sus lenguas se encontraban después de mucho tiempo. Con lentitud, Jimin fue girando sobre sus talones, para estar de frente con JungKook, mientras sus pequeñitas manos se afirmaban del cuello de este.

Estaban insertos en un beso romántico, con necesidad del contrario, sus belfos se movían sincronizados, sin movimientos torpes. Se separan cuando ya ambos no daban para más, con ambos labios rojos por el acto y formando una sonrisa, cualquiera que les viera, sabría que ambos eran felices juntos.

—Tenemos que entrar— Murmura Jimin, separándose mientras entrelaza sus manos. No se quejó, luego tendría tiempo para disfrutar más a fondo de los labios ajenos.

Bullets Losses →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora