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Unas suaves caricias en su pecho le hicieron despertar y lentamente abrió sus ojos. Para suerte suya no estaba entrando tanta luz en el cuarto, por lo que no fue difícil acostumbrarse, pestañeó repetidas veces y por fin pudo mirar los pequeños dedos de su novio. Agacho la vista, encontrándose los ojos de Jimin y su sonrisa que adornaba su rostro.

—Buenos días— Escuchó la animada voz de este, quien se estiraba para darle un beso.

—Buenos días— Responde con voz ronca correspondiendo el beso, mientras sus manos escurridizas van a la cintura del mayor.

Jimin ya acostumbrado, pasó sus brazos al cuello del más alto, pero esta vez se acomodo sobre él.

Durante los últimos cuatro días viviendo con Jimin, JungKook había aprendido que el mayor se colocaba algo meloso en las mañanas, no lo dejaba salir de la cama sin darle sus mimos matutinos. Se abrazaban, besaban, dormitaban, se daban cariños y ¿Por qué no?, se corrían mano.

—¿Hoy tienes que dar clases?— Sus manos se movían de arriba hacia abajo sobre la playera que usaba Jimin para dormir.

—Sí, pero en la tarde, si quieres aprovechas ese tiempo para entrenar.

El día anterior le había hablado de sus ganas por entrenar, a pesar de estar de vacaciones se sentía bastante inútil sin hacer ejercicio, estaba acostumbrado a salir a trotar, hacer todo tipo de cardio y levantar pesas. No se sentía parte de él ser tan sedentario.

—Supongo que haré eso.

Y así fue, luego de pasar una mañana en cama juntos, JungKook acompañó a Jimin hasta su clase, prometiéndole que luego se verían en casa. Como siempre Jimin le pidió que no fuera exigente consigo mismo.

Aunque detestara a Jaebum, no podía negar que tenía un excelente gimnasio. Las antiguas veces que había ido, pagó una cuota para poder usar el lugar durante una cantidad de meses. Luego de dar sus datos para poder ingresar, fue hacia los camarines a dejar su bolso con un cambio de ropa y así entrenar con tranquilidad.

Estaba en una caminadora con sus audífonos puestos, odiaba estar escuchando todo el ruido que pudiera haber en el lugar, prefería mil veces tener la música al máximo. Tan concentrado estaba que cuando tocaron su hombro reaccionó rápidamente y algo brusco.

—¿Jae-Hun?

Ahí, frente suyo y con una sonrisa de medio lado, estaba el menor de los Park. Se quitó los audífonos y detuvo la máquina para poder hablar con el contrario mucho más calmado.

—No sabía que frecuentabas este gimnasio— Pasa por su rostro una toalla, secando todo el sudor. —¿Tampoco te gusta estar sin hacer ejercicio?

—Sí, estoy acostumbrado a estar en constante entrenamiento, así que en las vacaciones se me es raro hacer nada. Generalmente entreno en casa con mi instructor personal, pero esta vez decidí venir al gimnasio— Dice el contrario con una media sonrisa incómoda. —Tampoco sabía que venías a este lugar.

—No venía, Jimin Hyung me trajo aquí la primera vez para entrenar juntos, generalmente vengo con él.

Pudo ver el cambio en sus expresiones cuando nombró al mayor. Cada vez Jimin era mucho más comunicativo con él y así logró entender a la perfección los problemas que habían con Jae-Hun. El hermano menor trataba mal a Jimin por ser la constante imagen con la que lo compran, no porque tengan no lo quisiera o algo así, sino porque siempre vivirá bajo la sombra de lo que fue Jimin.

—Oh, ya veo...

JungKook sintió el silencio incómodo que se produjo a raíz de ello, juntó sus labios en una línea recta antes de tomar sus pertenencias.

Bullets Losses →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora