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Estaba empacando todas sus cosas, por fin empezarían sus preciadas vacaciones de invierno, dos bellas semanas en las cuales se dedicaría a dormir hasta tarde sin seguir horarios, ejercitarse un poco, comer cuanto quisiera y besarse con su novio. Pero bueno, esos eran sus planes, aunque al parecer alguien tenía otros diferentes.

—Pensé que yo iría a tu casa, no que me vendrías a buscar.

Con un gran bolso colgado a su hombro, mira a Jimin, quien le esperaba impaciente. Varias personas estaban mirando a su dirección, ya se estaba acostumbrado a esa clase de trato, desde que todos supieron que ambos eran novios incluso los profesores le miraban diferente.

—¿Qué te parece ir a comer algo juntos?— El mayor se le acerca y envuelve sus manos en su cuello, así robándole un casto beso. —Así celebramos tus dos semanas de libertad.

Aunque en ese momento lo único que quería era dormir un poco, no se opuso a la idea del contrario, saldrían a pasear un rato y se sentirían como una pareja normal. Guardó su bolso en la maleta del auto, antes de subirse en el asiento del copiloto, dejando que Jimin pusiera en marcha el auto.

Durante el camino iban hablando amenamente, no se notaba el tiempo que tuvieron que estar separados por la escuela, puesto que todas las noches se comunicaban por teléfono y eran conversaciones largas que le costaban horas de sueño a JungKook, pero no lo lamentaba. Si al día siguiente lo regañaban con flexiones extras por quedarse dormido, no le molestaba, sus conversaciones nocturnas con Jimin lo eran todo.

Cuando el auto aparcó, JungKook salió de su burbuja y ambos bajaron del auto, entrando de la mano al restaurante que Jimin le había traído.

—No hay nada como una buena comida coreana— El mayor busca una mesa para ambos, hacía unas noches atrás JungKook le había dicho cuántas ganas tenía de comer algo más tradicional y pensó que sería una buena idea invitarlo a comer apenas saliera de la escuela.

—Eres un ángel, ¿lo sabes?

El más bajo suelta una pequeña risa volviendo sus ojos una media luna, lo que tanto adoraba JungKook, haciéndole inevitable robarle un beso a su novio, quien lo golpea ante el impulso.

—¿Qué vamos a pedir?— Pregunta mirando el menú con todas las distintas comidas que habían.

—Carne, ¿qué más? Te tengo dos semanas libres conmigo, eso es único.

Iba a decirle que eso era mucho, pero en lo que menos se esperó Jimin ya había pedido por ambos, mostrándole una sonrisa de victoria. Suspiró negando, extendiendo su mano sobre la mesa tomando la del mayor, entrelazando sus dedos.

—¿Tienes que trabajar la próxima semana?

—Tengo tres clases, pero todas son en la tarde, si quieres puedes acompañarme esos días— Asiente por sus palabras, quizá iría a verle bailar. —¿Qué tienes planeado para tus vacaciones?

—Quiero dormir, comer, entrenar y estar contigo, no tengo ánimos para salir ni para estar de paseo, puedo sobrevivir con el refrigerador lleno y contigo a mi lado.

Las mejillas de Jimin automáticamente se tiñeron de carmesí, causando su ternura, adoraba ver ese efecto en el mayor. Se inclinó por sobre la mesa para besar una de sus mejillas, haciendo sonar el contacto de sus labios con su piel, escuchando la melodiosa risa de su novio.

—Idiota— Sonríe al apreciar la suave risa el mayor al momento de separarse.

Fue un almuerzo ameno para ambos, siempre la pasaban bien en la compañía del contrario, se sentían cómodos con el otro y eso era algo irreemplazable. Jimin pagó por ambos, recordándole a JungKook que la comida había sido una pequeña celebración de sus vacaciones.

Durante las dos semanas, la primera JungKook la pasaría en la casa de Jimin, mientras que la segunda iría a la casa de sus padres. Estaba animado, nunca le emocionaban sus días libres, ni tampoco algún tipo de vacaciones, nunca había un panorama interesante o algo importante que hacer, pero vivir con Jimin por una semana sonaba a algo muy interesante.

Al llegar al apartamento del mayor, ordenó sus cosas, las cuales no eran mucho, algo de ropa y útiles de aseo, no se permitía a tener más, después de todo era en la escuela donde vivía su día a día.

—Entonces... ¿Qué tienes pensado hacer ahora?— Rodea sus brazos en la pequeña cintura del mayor, mientras que este pasaba sus brazos por el cuello contrario.

—¿Netflix?

—Yo no tengo cuenta— Hace un puchero el más pequeño de estatura.

—Usemos la mía y así de paso, quedas con la pantalla abierta en tu televisión— Besa uno de sus mofletes, siéndole algo imposible no hacerlo.

—A eso le llamo amor de verdad.

Juntos ríen antes de dividirse las tareas, el mayor iría por palomitas y refresco, mientras que el menor buscaría algo interesante para ver. Sentado en el borde de la cama, pasando y pasando películas, unas porque se veían aburridas, otras porque eran cliché, otras porque ya las había visto y así. Jimin ya estaba devuelta, dejando los vasos uno en cada lado de la cama, observando a JungKook concentrado en la televisión.

—Pero, ¿qu-.

Sorprendido el más joven, sostiene al mayor sentado sobre su regazo mientras se besaban. Jimin se le había lanzado sobre suyo, solo para poder saborear sus labios con ganas.

Parecía que mientras más pasaban juntos, menos podían aguantar las ganas de abrazarse y quererse, para Jimin le era inevitable no abrazarlo, mantener cerca a JungKook para sentir todo su cariño, mientras que JungKook no podía resistirse a los encantos del mayor, cada vez que sonreía, se sonrojaba u reía, le volvía loco.

—¿A qué vino eso?— Pregunta tratando de calmar su respiración, luego de aquellos besos.

—A nada... Solo, necesitaba besarte.

El menor sonríe, antes de compartir otra ronda de besos, la película quedó olvidada y las palomitas hechas en el microondas, prefirieron fundirse toda la tarde entre mimos y cuidados.

Bullets Losses →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora