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Abrazó a Jimin por última vez, y al momento de separarse, pasó lo que más temía. El mayor estaba mirándolo, con sus ojos completamente llorosos.

—Lo siento, Jimin, sabes que si..

—Lo sé, tienes que ir— Sonríe débil. —Solo, que no sé qué haré sin ti.

—No me tendrás a mí, pero sí a mi familia— Lleva una de sus manos al rostro del mayor, secando una de las lágrimas que había resbalado. —Estoy seguro que mi madre te consentirá como si fueras su hijo.

Cuando su madre se había enterado que tenía que volver a la academia, mientras que Jimin estaría solo en su apartamento, ofreció junto con su padre, que Jimin podría quedarse cuanto tiempo quisiera en casa, ocupando la habitación de JungKook. En un comienzo, se había negado, diciendo que se aprovecharía de ellos, pero JungKook se encargó de convencerlo. Su cuarto tenía su aroma y podía usar sus cosas libremente, mientras JungKook no estuviera, por lo menos, tendría su esencia.

Y JungKook tenía miedo que con su soledad, la partida de Jae-Hun lo consumiera aún más.

—Tonto— Ríe sin fuerzas.

—Hey, a veces creo que te quiere más a ti, que a mí— Ambos ríen unísonos.

A pesar de estar tonteando juntos, las miradas de oscuridad permanecían. Los ojos de ambos, ya no eran los mismos y eso dolía como la mierda. Tendrían que trabajar mucho, antes de volver a actuar como antes.

—Tengo que entrar, te recuerdo que aún soy ayudante de Lee— Hace una mueca.

—Si ahora no te deja salir el fin de semana, significa que es un monstruo— Se queja el mayor. Ahora más que nunca, necesitaba de JungKook.

—Me aseguraré de que me dé el fin de semana libre— Inclinándose, deja un casto beso en sus labios. —Te amo, en lo que menos te des cuenta, será viernes.

—Eso espero... Te amo, JungKook.

Compartieron una última sonrisa. Obligándose a separarse por completo, JungKook caminó hacia la entrada de la academia, alzando su mano en un adiós, antes de entrar. Dolía separarse de Jimin, pero esta vez, era la despedida más dolorosa de todas.

Durante ese día, como el siguiente, sentía la mirada de pena de sus compañeros, mientras que la gran mayoría de los superiores, le miraban con expresiones duras y JungKook sabía exactamente lo que estaban pensando. Querían que se hiciera más fuerte por la pérdida de Jae-Hun.

Había sido doloroso, en las mañanas al despertar hacían un minuto de silencio y cada vez que se encontraban un cuadro de Jae colgado, había que mostrar respetos. Parecía que la institución le restregaba en el rostro que su amigo había muerto y que nunca más iba a regresar.

Por las noches lloraba. Se abrazaba a su almohada y soltaba lágrimas silenciosas.

Se acordaba de Jae practicando con él, trabajando, bromeando, comiendo juntos, jugando juntos, hablando, llorando, combatiendo. En cada rincón de la academia, podía ver un recuerdo de su amigo.

—Busquen una pareja y harán la clase juntos— Dijo el superior de la clase de defensa.

JungKook observó como todos hacían sus parejas, y maldijo internamente. Su pareja en las prácticas y clases, era Jae-Hun. Mordió el interior de su mejilla con impotencia, preparándose para caminar a su superior y preguntarle si podía ayudarle a hacer la clase. Pero, en cuanto se estaba preparando para eso, un chico se le acercó.

—Eh... Hola— Observó su sonrisa brillante y confiada. —Me acaban de transferir desde la academia de Busan y no conozco a nadie... ¿Podrías hacer la clase conmigo?

Bullets Losses →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora