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Abrazó a Jimin como si se tratara de su vida. Lo había extrañado como el infierno.

El chico también se aferraba a él. Desde el momento que sus miradas se encontraron, Jimin se había lanzado sobre suyo, quedando como un koala sobre un árbol. A ninguno de los dos, les importó las miradas en ese momento, solo eran ellos dos entre toda esa mierda.

—Te extrañé— La dulce voz del mayor llegó a sus oídos.

—También yo, te extrañaba tanto.

Se apresuraron en irse del lugar, una mochila con unas pocas pertenencias de Jeon y ya estaban listos para abandonar el complejo, bajo las atentas miradas de muchas familias, quienes no dejaban de impresionarse por el romance.

Jimin nunca dejaría de ser un Park.

No hizo falta decir nada, JungKook había hablado de antemano con Jimin y este ya sabía que no debían ir a casa de sus padres, arruinando todo el plan original que tenían antes de que las clases comenzaran.

Al momento de llegar al apartamento, se movieron como robots, Jimin llamó para pedir comida a domicilio y JungKook fue a cambiarse a ropas más cómodas, quedando en unos pantalones de dormir junto una playera al azar.

—¿Quieres hablar?— Abrazados en el sofá, Jimin sacó el tema a la luz, mientras esperaban la comida.

—No quiero, pero debo hacerlo— Esta vez era JungKook, quien descansaba sobre el pecho de Jimin, mientras que este le daba caricias. —¿No puede ser después de comer? Me sentiré mucho más cómodo, hablando con algo en mi estómago.

Jimin ni siquiera lo discutió, quería que JungKook se sintiera lo más cómodo posible para hablar. El menor no había querido profundizar mucho en el teléfono, y sabía que había más que simplemente lo de sus padres. El solo tono de la voz de su novio lo delata.

Fue como dijo el menor. Esperaron que la comida llegara y disfrutaron de una cena tailandesa antes de hablar.

—Entonces...

—Despidieron a mi padre del trabajo. Mi madre no trabaja, bueno, no oficialmente, hace encargos como hacer almuerzos o cosas así, nada serio, puesto que mi padre era el sueldo estable de mi casa. Pero ahora sin eso, todo se fue a la mierda.

Jimin pasó una mano por la espalda del menor, acariciando lentamente, para mantener la calma por el momento.

—Tuvieron que ir con mis abuelos, ambos reciben buenas pensiones y con el negocio de mi abuelo, lograrán tener apoyo. Es una ayuda, pero no es permanente. Mi padre necesita buscar empleo, y obligaron a mi hermano a dejar sus clases de baile. Si no fuera por la beca que tiene en la Escuela de Artes, no seguiría ahí.

—¿Tú no tienes problemas en la academia?— Fue lo primero que soltó Jimin. Quería asegurarse que JungKook podría seguir estudiando.

—Ninguno, lo poco y nada que debería pagar, está cubierto por mi rendimiento.

Jimin no sabía muy bien qué decir, nunca tuvieron problemas de ese calibre en casa, pero lo entendía y trataba de comprender la gravedad de la situación.

—¿Qué es qué exactamente te molesta?

JungKook esbozó una pequeña sonrisa suficiente, era algo estúpida la pregunta.

—Todo, me siento frustrado al no tener cómo ayudarlos, si estudiara algo normal, podría usar mis tiempos libres en trabajar y así ayudarlos en los gastos, porque ya sabes, aunque mi padre pierda el trabajo, las cuentas no dejan de llegar.

Era amargo hablar del tema, se sentía la tristeza en la voz de JungKook, la molestia e impotencia. Jimin quería compartir los mismos sentimientos, al no lograr pensar una solución para la situación familiar de su novio.

JungKook estaba con la mirada en un punto fijo, aún apoyado sobre su pecho.

—No tienes nada que hacer...

—Bueno, sí hay una opción, que no tiene nada que ver con dejar la academia— Esta vez la voz del menor se tornó nerviosa y eso no pasó desapercibido para Jimin.

—¿La hay?

—Sí.

—¿Qué es?

—Hacer ayudantías a los superiores

Jimin se quedó en silencio. Cualquiera que hubiera estudiado en ese lugar, sabía que era ser un ayudante y cuanto tiempo consumía.

Nunca hizo una, pero tuvo compañeros que sí las hacían, por dinero o por experiencia. Todos terminaban colapsados a fin de año, casi sin vida social y totalmente estresados. No quería eso para JungKook, pero no podía negárselo cuando el menor lo necesitaba.

—Jimin... ¿Qué opinas?

Suspira, mordiendo su labio inferior.

—Si es lo que crees que te va a ayudar, debes hacerlo.

—No necesito un comentario así. Quiero tu opinión, una sincera. Si no me importara lo que piensas, no te estaría preguntando.

Frunce el ceño. ¿Qué, qué le parecían las ayudantías? Horribles. Pero no le diría eso al menor.

—No es algo que recomendaría, he visto a compañeros perder la cabeza gracias a ello. No me gustaría que eso te pasara a ti. Pero si lo necesitas, si realmente crees que es la única manera de ayudarlos, no lo impediré. Eres un gran chico, tengo la suficiente fe en ti como para saber que vas a poder con toda la carga que significa.

Este fue el turno de JungKook para silenciarse. También odiaba la idea de tomar las ayudantías, pero no veía otra opción.

—¿No te molesta la idea de vernos menos?

—Claro que sí, pero es por una razón de suficiente peso, no voy a hacer una rabieta de novio divo, creo que no es el momento, ni la situación.

JungKook estaba algo sorprendido, venía con la disposición de tener una larga discusión con Jimin, para convencerlo que la idea de la ayudantía era la mejor. Pero como siempre, su novio le impresionaba, demostrándole que podía ser el más maduro para ese tipo de situaciones.

—Prometo, tratar de dejar el máximo de tiempo que pueda para ti— JungKook sabía que su promesa era vaga y sin probabilidades de poder cumplirla, pero quería decir algo así, como un tipo de sedante.

—Eish, recuerda que yo también estuve ahí y sé cómo funciona. Prefiero que tu tiempo libre lo ocupes para descansar, que centrarte en mí. Solo haz lo que tengas que hacer, yo esperaré por ti, con una cama calentita y comida.

El menor sonríe bobamente, no podía tener mejor novio que Jimin.

—Gracias, no sabes cuanto me alegra tener tu apoyo— Deja su cabeza caer en el regazo de Jimin, quien jugaba con su cabello.

Estuvieron un rato así, dejando caricias y besos, pero era mejor ir al cuarto del mayor, en cualquier momento caerían dormidos y el sofá no era el lugar más cómodo para pasar la noche.

Abrazados como nunca, se entregaron a Morfeo, con la idea de que debían aprovechar al máximo ese fin de semana.



Bullets Losses →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora