19.- Burbujas.

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Y veía las burbujas subir, mientras sentía que mi fosas nasales ya nada de aire contenían.

La cristalina agua junto a la corriente de esta misma me hacía sentir en paz, pero el sentir un dolor en el pecho al no poder respirar me hacía volver a la realidad.

Sentía mi flote, lo delicada, frágil y liviana que era, al igual que el mar y las burbujas en mi alrededor, que me hacían perder la noción del tiempo cada vez más.

Observaba como cada vez me hundía, y como cada segundo las burbujas abandonaban mi cuerpo. Veía mi muerte y el futuro de mi misma.

De un momento a otro sentí el suelo en mi espalda, y las piedras saltar por la fuerza de mi caída. Alentador era el volverse tan liviano como ellas para volver a flote, pero dudaba si volver al mundo del caos y ruido, que no dejaban mantenerte en paz ni un sólo segundo, a cambio del maravilloso mundo marino.

Pero en cualquier momento me pondría azul, y ya no sentiría mis dedos dormirse por la fuerza que usaba al quedarme unos segundos más aquí, ya sin aire en mis pulmones. Empezaría a entrar agua en mi cuerpo y no sería una muy buena decisión aquella. Lo único bueno es que podría volver cuando quisiera si lo deseara, y sentir mi cuerpo deshacerse al son del sonido más tranquilizador de la vida.

Ya las burbujas me dieron el aviso de que no se mostrarían más, y decidí impulsarme con el pie en el suelo y salir de aquel encierro de movimientos lentos y adormecidos.

De ahí solamente escuché el jadeo de mi ser al sentir la necesidad del aire, y de mis pulmones subiendo y bajando recobrando la vida nuevamente. Me cegué unos instantes por la luz del sol, y me costó reconocer que mis movimientos eran mucho más rápidos, al igual que la vida en la tierra.

Las burbujas ya eran millones y no se alcazaban a ver, el aire puro no era tan valioso acá arriba y nadie lo notaba como necesidad.

Al relajarme, nadé hacia la orilla y subí las escaleras. La piscina era onda pero reconfortante, era maravillosa. No todos le daban tanta importancia, solo jugaban y no le veían lo profundo, el otro lado de estar ahí, como yo.

Fui hacia la orilla, me giré quedando de espaldas al mar y respiré, respiré por última vez más.

El sonido inundó mis tapados oídos y se me quedó dando vueltas en la cabeza, con aquel ensordecedora música.

Y veía las burbujas subir, mientras sentía que mi fosas nasales ya nada de aire contenían.

La cristalina agua junto a la corriente de esta misma me hacía sentir en paz, pero el sentir un dolor en el pecho al no poder respirar me hacía volver a la realidad. Y todo giraba nuevamente...

Disculpen tanto tiempo sin actualizar. Mal internet, nada más que decirles. Espero no me hayan botado, y bueno, que les haya gustado...

Abre los ojos, Pega un gritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora