23.- Sigo caminando.

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Camino, escuchando los gritos de ayuda, no sé de donde vienen, no sé que necesitan, pero sigo caminando.

Huelo a fuego, suponiendo que hay algún incendio, pero no veo su intensidad, y no sé si piden ayuda, solo sigo caminando.

Escucho como una chica golpea a un hombre, no sé si el joven quiere que lo defienda o si se encuentra herido, pero sigo caminando.

Siento como un niño llora al estar perdido, no sé si ayudarlo, no sé en donde debería estar su madre; sigo caminando.

El piso tiembla y es por un choque de automóviles, ni idea si hay alguien herido, no sé si quieran que los vaya a ver, pero sigo caminando.

Y sigo caminando hasta que me suda el puente de la nariz, me detengo y me saco el vendaje, y veo a mi alrededor.

Y sí, la gente que gritaba si necesitaban ayuda.

Y sí, pedían ayuda en el edificio en llamas, junto a las millones de personas dentro.

Y sí, al hombre golpeado a más no poder debí ayudarlo.

Y sí, el niño seguía perdido y quería mi ayuda para encontrar a su mamá.

Y como un último sí, los heridos en el automóvil necesitaban a varias personas para sacarlos de ahí, antes que se incendiaran los coches.

Pero me seco mi nariz, respiro profundo, me vendo nuevamente... Y sigo caminando, omitiendo todo lo anterior...

No hay peor ciego que el que ya vio la realidad y decide volver a cerrar los ojos.

Abre los ojos, Pega un gritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora