- Salta.-...
Dudé, él me lo decía, y si lo hacía era porque tenía razón. Pero dudé, a pesar de aquello.
-Salta.- susurró, fuerte y firme.
Él fue mi milagro, el hombre que me mostró el engaño. Pude darme cuenta de lo cegada que estaba, de la miseria de vida que tenía.
-No tengas miedo, si tu haces esto todos se salvarán, todos serán felices.- me dijo palmeando mi fría espalda. Sus dedos huesudos tocaban cada parte de mi espina, de una forma cariñosa. Pero sabía que él quería acabar con mi vida e intentaba que yo creyera en su cautivadora mirada, en esas palabras que salían de esos delicados labios.
Se hacía llamar ángel, protector de los humanos. Decía que era un ser mandado por el creador, y que él era dulce, el que me guiaría a la felicidad. Y tras conocerlo, era todo lo contrario.
Nunca se dejen llevar por el ser más bello, más cautivador. Él es un ser oscuro, mentiroso y tramposo. Él quería acabar conmigo... Y supongo que lo estaba consiguiendo. Era tan malditamente manipulador, que me llevaba al borde del fin.
Estabamos en el piso treinta, de uno de los edificios más altos de la cuidad. Estaba apoyada en una ventana, con los pies descalzos. Él se encontraba detrás de mi, respirando en mi nuca.
-No nos queda tanto tiempo, preciosa. Debemos apresurarnos. Vamos, salta.- dijo, susurrándome, derritiéndome y olvidándome de mi sentido común. Jugaba muy bien sus cartas y sus premios eran muy altos. Odiaba como caía fácilmente, como me dejaría llevar por él y caería del edificio que nos abrazaba.
-No quiero... Me arrepentiré, ángel. No quiero.- dije por primera vez, asustada. No se podía tratar con aquel ser cuando le contradecía.
Me tomó con brusquedad de la cintura y se acercó más a mí.
-¿Qué decías?...- dijo desafiante, sensual. Maldita sea, no quería esto.
-N-nada... Sólo que antes de saltar, quería saber algo...- dije no muy segura de decírselo, pero sí de lo que diría. Asintió para que prosiguiera.-No eres una ángel, ¿Verdad? Quiero decir, no deberías hacer esto, no deberías ser así. ¿Qué has hecho conmigo? ¿Qué le has hecho a mi ángel? Porque tus alas son del diablo, y tu dulzura esta al borde de lo amargo...-
Rió sin chiste, sarcástico. Sonrió regalándome la verdad antes de morir. Porque moriría, sabía que eran mis últimos minutos. Él me lo aseguraba con aquella risa.
-Muy inteligente como para que no lo hayas disfrutado minutos tras tu muerte, cariño. Fui mandado por el creador, por el que hizo todo lo que ves, pero no por eso será bueno, no por eso no es santo, alguien que se adora por lo encantador que es. Amor, tu ángel soy yo y mi trabajo es abrirte los ojos, que sepas que esta es la maldita verdad, que el mundo es como es, que todo es controlado de una manera minusiosa para que se vea como accidente. Soy hijo del mismísimo creador, no tengas miedo de mi. Ten miedo de seguir viva.- se detuvo un momento y me tomó de la mano.- Vamos, salta. Estarás a mi lado, me ayudarás a salvar a todos. Vamos, salta.-
Me miró seguro, esperé expectante que mi cuerpo respondiera. Quería correr, pero adonde ¿Si todo es una mierda? Él tenía, a pesar de todo, razón. Un ser oscuro, era el que más verdad soltaba de su boca.
Me soltuve del marco de la ventana, de levanté como pude y vi hacia abajo. Sentí vértigo. Pero me sentí agradecida de sus palabras.
-Salta.- me dije a mi misma. Y lo hice, hice lo que tanto temía.
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Abre los ojos, Pega un grito
Short StoryRelatos de una alma egoísta. No lo leas si no quieres abrir los ojos y gritar cuanto puedas. HISTORIA PAUSADA. *Cada historia es únicamente mía, no robar ni plagiar. Gracias.*