8.- La muerte.

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Dicen que el dolor más grande es tener un hijo. El que nazca es un infierno mismo para la mujer.

¿Pero saben? Dudo que ese dolor sea el más horrible del mundo.

¿Por qué? Te lo diré; ese sufrimiento se olvida, pasa. Es algo que a todas las personas se les olvida: el dolor físico.

Así que ahora piensas ¿Entonces cuál es el verdadero dolor? Y es que realmente no lo he vivido, pero no saben como lo he visto. Me llegó, tocó cada parte de mí, ganas de llorar no me faltaban.

Pero antes, quiero pedir mis respetos al contar esta historia, no creo que alguien me de el permiso así porque sí. Por lo mismo, los respeto mucho, quiero decirle al mundo lo que es el dolor mismo, en carne propia.

El dolor físico está comprobado que se olvida, y si alguien lo recuerda es por lo que pensaba en esos momentos. O porque realmente lo tiene muy grabado en su cabeza

Aun así, nunca lo recordarán a como fue en esos momentos.

Bueno, sin más lo diré: La muerte.

Sí, la muerte. Es el dolor más grande a mi parecer.

Pero no digo la muerte de uno mismo muriendo de la peor forma. No, yo hablo del dolor del familiar más cercano que tiene el muerto.

En serio, sentirán que en estos momentos están perdiendo el tiempo leyendo esta "estupidez", pero no saben como me llegó ver el tremendo dolor del familiar.

Era un día soleado, algunas que otras nubes, pero nada caótico. Había muerto un vecino de tercera edad, hace más de 10 años que vivía a mi lado.

Murió por un cáncer, uno realmente terminal.

Su señora, era una mujer muy dependiente de él.

Cuando aún no moría su marido, me contaba que el deseo de él era bailar una linda pieza junto a su amada. Salir a caminar, pasar tiempo riendo y disfrutando de la tranquilidad.

Él no sabía lo que tenía, y ella debía lidiar con guardarse el secreto. ¿Para qué hacerlo sufrir más de la cuenta? Decía ella con sus ojos llorosos.

Ella no dormía, pensaba en todo momento en su esposo. No quería que él muriese cuando ella no estuviese. Eso le aterraba a la pobre mujer.

Lloraba todos los días cuando su marido dormía. ¿Cómo alguien tan viejo puede aguantar tanto sufrimiento? Toda la vida trabajando como esclava para no tener una paz en la jubilación. Que mierda debe ser aquello.

Un 2 de septiembre del año 2016 falleció, en la noche, para ser un poco más exactos.

Mi madre lo supo primero en la familia, se lo comunicó a mi padre y ellos nos contaron la noticia a mis hermanos y a mí.

Que dolor más grande perder a una gran persona.

Mi padre y mis hermanos no pudieron ir al velorio. Y yo hice lo posible para asistir, junto a mi mamá.

A las 11:00 era aquello, y ya estábamos fuera de su casa. Nosotros ya no vivíamos a su lado, mi papá usaba esa casa para trabajar, aún así siempre hemos considerado ese nuestro hogar.

Las flores estaban por montón en todas partes. Era un ambiente muy colorido, aunque las personas no estaban así.

Entré a la casa y saludé a quien se me cruzara. Muchos sonreían y se preguntaban cómo estaban.
- ¿Cómo ha estado? Se le ve muy sana.- le decía un caballero a una señora.
- Oh muy bien, ha salido todo estupendo en la casa- le respondía la mujer.

¿Qué falta de respeto era esa? Se está velando a alguien, ¿Cómo pueden hablar de felicidad si muchos estaban llorando? Sentía que tenía más educación que muchas de esas personas, que les importaba muy poco el ambiente triste que se tenia que respetar.

Llegué a donde se encontraba el fallecido. La tumba estaba elevada, y alrededor habían mucho más flores que en toda la casa.

A una esquina habían tres viejitas. Al medio se encontraba mi vecina, llorando descontroladamente.

Quería abrazarla y decirle cuánto lo sentía, de verdad. Odiaba cuando la gente sólo decía palabras vacías como "todas las fuerzas para su familia", "mi más grande pésame". Al menos a mí, no me llegaba esos mensajes de apoyo. Necesitaba más que eso.

-Mi viejito, no te me vayas, sé que aún estás aquí, despiertale - decía la anciana en cada momento, perdida. Las otras dos sólo le decían que se calmara.

Su cabello canoso estaba despeinado. Y sus ojos... Celestes como el cielo ya no podían con todas esas lágrimas.

Que dolor ver a alguien llorar y no poder ayudarla.

Mi madre se acercó y la abrazó
- todo estará bien, debe ser fuerte- le decía. Me acerqué y le di un abrazo, ¿Qué le podía decir? Sentía que no valdría el tiempo para decirle unas cuantas palabras que no procesaría por el sufrimiento. Pero quería que sintiese mi dolor al abrazarla, de alguna forma.

- Le dije que bailaríamos, pero no se podía levantar de la cama. Mi viejito, tan sano que estaba- se decía ella misma melancólicamente.

Se llenó de gente de un momento a otro, la gran mayoría eran vecinos a ver a la viuda. Todos seguían con su mierda de "cómo ha estado".

Al salir de la casa, nos acercamos a los familiares, era su hijo y su nieta. Lo que más me extrañó fue que la nieta, de unos 16 años, estuviese bien, realmente en un buen estado. Hasta yo me veía peor que ella.

"Vayámonos?" dijo sonriendo. No sabía si ella aguantaba el llanto que se desbordaría en cualquier momento o de verdad quería verse así, bien.

Ayudé a poner las flores en el auto en donde llevarían al fallecido. Y de ahí, nos fuimos marchando al lugar.

Al llegar al cementerio fuimos al lugar específico en donde dejarían enterrado el cuerpo. La viuda seguía llorando y no paraba de lamentarse.

Ya todo había estado "pacífico", hasta que era hora de bajar el cuerpo. Que en paz descanse, Señor Orlando.

Ahí todo se fue de las manos, todos los vecinos lloraban. La nieta que hace unos minutos reía, ahora rompía en llanto, sentada en el césped, tapándose el rostro.

El hijo del vecino, estaba igual llorando, pero mantenía la compostura. Por su madre, más que nada.

Que dolor más grande tener que ser fuerte en la peor situación. Romperte por dentro y no poder soltarlo.

Mi vecina se soltó del agarre de las ancianas a su lado y fue directo a la tumba, que iban a ir bajando. Empezó a gritar de que no podía irse, que no podía dejarla sola, que ella lo necesitaba. Que era lo que más quería y ya no lo tenía.

Recuerdo los gritos desgarradores, me mataban por dentro. Tenía los ojos llorosos.

"Por una cabeza" sonaba en parlantes mientras todos lloraban.

Al terminar de bajar el cuerpo, tuvieron que sacar a la fuerza a la pobre señora que estaba rota por donde la vieses. Después de todo esto, la sentaron y en su mirada solo se veía lo perdida y vacía que estaba.

En esos momentos yo quería cambiar su dolor y que estuviera mejor. Quería que ella sonriera y bailara la última pieza de baile junto a su viejo.

Que dolor más grande no poder cumplir algo que anhelaba el difunto.

Así que el dolor más grande no es un nacimiento, su propia muerte o un sufrimiento como el dolor propio. Si no que querer estar en los brazos de aquella persona a la que nunca más le verás sonreír, ni nunca escucharás más su voz, y nunca podrás hacerle nuevamente feliz.

Abre los ojos, Pega un gritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora