39.- Correr sin miedo.

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Corría, pero ya no por miedo. Ya no sentía un dolor en el pecho por la preocupación.

Ahora era distinto. Ahora disfrutaba el viento en mi rostro, y la adrenalina  era acojedora, despreocupada.

Mis zancadas eran largas y lentas. Sentía que volaba, que me llevaban sin querer sobrevivir, sin pensar en el tiempo.

Toda mi vida siendo perseguida, y ahora... Ahora no. Trataba de pensar que ya no tendría preocupaciones ni quejas. Pero me sentía vacía, que era tan perfecto todo, que no había motivos para correr, para demostrar que era, ni poder aprender sobre mi y mis actitudes. Ya las tormentas habían bajado, al igual que mis motivos para salir adelante.

Corría, pero por diversión... Que diversión más patética y extraña. No tenía un límite para parar, para descansar, para saber que era suficiente y podía sentirme bien y tomar un largo respiro. Pero ahora no hay suficiencia, no hay un premio al autoestima por pasar la tormenta, por correr a larga distancia y velocidad.

Correr era mi meta, y los problemas, los obstáculos. Y me había enfocado tanto en saltarlos, que nunca me di cuenta que eran el mayor reto y debía tomarles mucha atención. Y en estos momentos veo la línea de comienzo, y un gran camino plano, básico.

No pido cerros como problemas, ni vientos para que me saquen de camino. Sólo... Sólo volver a ser yo. Alguien que no le ha temido al caminar, y que lo haría una y otra vez. Alguien que levantaba a sus compañeros sin saber que eran contrincantes, y los ayudaba con toda su disposición. Alguien que jura que es feliz, y lo demuestra con todos los problemas que logra superar.

Sólo... Necesito un empujón, un motivo para llegar a la meta. Para poder esforzarme toda la carrera, y al final trotar, correr sin miedo. Disfrutar de la brisa, de los pies adoloridos, de la respiración agitada, del calor del cuerpo... De correr con un rumbo y una cima.

Toda mi vida con adrenalina en mis venas, y ahora estas se sienten tan vacías, tan clásicas en su simple tarea de transportar algo que me hará vivir... Que me hará vivir sin estar viviendo al cien por ciento. Inservibles sin un motivo para trabajar.

Y es que bajo mis párpados, y siento que dormiré profundamente cuando los suba, sabiendo que de aquí todo se hará fantástico, tan "final feliz".

Quiero ese dolor en el pecho, esa preocupación. Porque después de cada caída hay una subida, y no se puede vivir sin ese ritmo matutino.

Y sí, quiero correr por felicidad y no necesidad... Pero que mierda más mala no poder parar porque no hay nada más de un simple freno de pies, un silencio acinador.

La idea es hacerlo porque te gusta, pero más que eso, porque lo necesitas. Es tan humano querer pasar riesgos y caídas, tener marcas en la piel que sean el trazo a la felicidad.

Y al final... Simplemente... Pero muy importante... Correr sin miedo... Sin miedo al correr...

Abre los ojos, Pega un gritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora