Capítulo 34: No hay nada que hablar.

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Àlex llega a Madrid. Nervioso como nunca antes. Con muchas ganas de ver a Marta. Va medio de incógnito para que no lo estén parando en todos lados. Sobre todo para que no pregunten que que hace en Madrid.

Llega al edificio de Marta. Está tan nervioso que no sabe ni si ha tocado en el portero que es. Pero sea o no le han abierto sin más.

Sube las escaleras de dos en dos escalones. Tiene prisa por encontrarse con ella ya.

Está por fuera de la puerta. Tiene miedo. Lleva un rato y no nadie abre ni él se ha atrevido a llamar al timbre. Al fin lo hace.

Suena por toda la casa. Marta que estaba haciendo su cama mete un salto del susto y también porque cree saber quién es. Tiene tantas ganas de verlo como él por verla a ella. O incluso más. Pero está nerviosa, muy nerviosa.

Va a abrir y ahí está. Mirando para todas partes.

-Has llegado pronto.
-Quería aprovechar el día y me he levantado temprano para venir cuanto antes.
-Vale. ¿Tienes hambre?
-Un poco.
-Pues déjame ver que tengo y nos hago la comida. Mejor dejar para después eso, ¿no?
-Sí. No... No hay prisa.
-Vale. Pues entra y vete a ver un poco la tele. O lo que quieras. Voy a ver que tengo por aquí.
-Vale. Tampoco te compliques mucho.

Marta se va a la cocina y una vez allí además de ver que casi tiene la alacena pelada de cosas, se da cuenta de que no sabe que puede comer o dejar de comer Àlex.

Sale y se alonga hacia el salón para llamarlo.

-¡Àlex!
-¿Ya has terminado? Joder ni mi hermano va tan rápido.
-No. Sólo quería preguntarte si hay algo estrictamente necesario que tengas que comer.
-No. Cualquier cosa me vale.
-Me refería a si tenías una dieta o algo.
-Sí. Pero que da igual por un día Marta. Has lo que más rabia te de.
-Ala, pues macarrones que no dan mucha lata hacerlos. Aunque tampoco es que tenga mucho más.

Vuelve a la cocina y prepara las cosas para hacerlos. Nada del otro mundo vamos.

Y una vez que ya lo tiene todo casi hecho va a dar con Àlex en el sofá.

-¿Qué estamos viendo?
-No lo sé. Todo me aburría.
-Vale.

Se apoya en él. De repente le ha entrado un frío tremendo.

-¿Frío?
-Sí. Un poco.
-Eso te pasa por ir en pleno invierno así tan veraniega.
-Es lo primero que he encontrado. Además ya te tengo a ti para hacerme de estufa, ¿no?
-Vaya morro tiene la niña.
-¿Niña? Soy mayor que tú.
-No mucho seguro.
-2 meses y 6 días. Vale es una mierda de diferencia de edad.

Àlex se queda calculando la fecha de su cumpleaños con la diferencia que le ha dicho. Y justo cuando va a preguntarle se levanta y vuelve a la cocina. De dónde vuelve unos minutos después para decir que ya pueden comer. Que ya están hechos los macarrones.

Marta en principio piensa que se ha pasado con los macarrones. Que son muchos. Pero Àlex no deja de comer y al final parecen hasta pocos.

Terminan de comer y mete las cosas en el lavavajillas. Lo programa y listo.

Vuelven al sofá y la primera en hablar es ella.

-¿Dónde nos habíamos quedado?
-En que eras mayor que yo unos meses.
-Ahh sí. 17-02-1996.
-¿17?
-Sí. 17 de febrero. Cómo tu hermano.
-Vaya.
-Es un día como otro cualquiera. Aunque mi amiga lleva meses planeando que hacer. Al final no saldremos ya verás. Ella no va a poder.
-¿Por?
-Está embarazada.
-Ahh sí. Es verdad. Anda ven aquí que te estás pelando de frío.
-No, no. Ahora voy a por una sudadera. Y una manta.
-Vale. Pero que sepas que no muerdo.
-Claro que no. Tú sólo disparas.

Y se va riéndose de lo que acaba de decir. Coge una sudadera vieja y luego le quita la manta de la cama a Claudia. Es suya pero esa chica siempre se la coge.

Llega más tapada imposible al salón y aún se pega como una lapita a Àlex para tener más calor.

-Friolera.
-A mucho orgullo.
-Del sur tenías que ser.
-¡¡OYE!! ¡Que yo no me meto con los catalanes, guapo!
-Pero si acaba de aparecer la fiera de las garras.

Y se ríe. Más bien se ríen los dos. Àlex la mira. Está enamorado de su mirada. De su sonrisa. De sus arranques del momento. De toda ella. Muere sin ella. Y tiene miedo a decirlo y que ella no sienta para nada lo mismo.

Ella lo mira fijamente. Al algo de él que la tiene loca. Y es que con sólo ver una tontería de mensaje suyo, oír su voz aunque sea atraves del teléfono, sólo eso ya la tiene feliz para todo el día. Si no aparece Cristina y la hace cabrear primero, claro está.

Àlex se inclina hacia ella y... y la besa sin pensarlo. Ella se lo sigue, pero dentro lleva una lucha. Quiere seguir así hasta que se acaben los días de su, espera, larga vida. Y por otra parte quiere separarse. Necesitan hablar. Su parte racional gana la pelea.

Aparta a Àlex de una vez y se cambia de sitio para que no vuelva la tentación de volver a hacerlo. Ahora necesitan arreglar algunas cosas.

-Hablemos.
-Vale. ¿De que quieres hablar?
-De lo que pasó hace un mes.
-Vale.
-Àlex por favor. Quiero saber que fue para ti.
-No hay nada que hablar. Fue eso Marta. Un calentón del momento. Ambos disfrutamos, ¿no?
-Su... supongo que sí.
-Pues ya está Marta. Eso es todo. ¿Algo más de lo que quisieras hablar?
-No... No hay nada más.
-¿Amigos?
-Sí.

Marta se levanta y se va camino a su habitación. Antes de llegar se da la vuelta y le dice algo a Àlex.

-Puedes irte ya cuando quieras. Siento haberte hecho venir para esto.

Y ahora sí se va a su habitación. Llorando una vez en ella.

Àlex se levanta del sofá sale dando un portaso y retiene las ganas de darse a si mismo. Ha sido un completo idiota y teme que ya no hay vuelta atrás. Ya no se puede arreglar. Ya la ha terminado de cagar para siempre.

Camina por las calles de Madrid y vuelve al final a Cervera lo antes que le es posible.

Me Llaman Pistolas (MLLP 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora